Por ELSA RAMOS.
La buena nueva brotó del Cándido González, de Camagüey y el Calixto García, de Holguín donde por estos días se vivió a plenitud la fiesta de los comodines, una suerte de miniplay off que probó temprano la validez de la nueva fórmula del béisbol cubano en favor del espectáculo, aunque habrá que repensar otras que no mantengan apagada la mitad del país por casi un año.
Pero si algo hay que agradecerle al invento es que el contagio logró sobrepasar las fronteras geográfico-beisboleras de los cuatro territorios involucrados. Desde varias partes de Cuba se siguieron los partidos, todos trepidantes. Aún sin estrellas relucientes, la fiesta hizo galas de derroche de todo lo que un buen espectáculo pide.
Juegos cerrados para subir tensiones y acabar con las uñas, mini-series definidas en un tercer encuentro y un cierre con el estrés del extraining, jugadas espectaculares en el campo, deslizamientos estrepitosos en las bases, gestos ardorosos de los jugadores y una defensa a ultranza de cada camiseta, todos los ingredientes que buscan quienes asisten espontáneos a los terrenos.
Desde el graderío se vivió la alegría a plenitud y un goce que pudiera resumirse en un cartel en medio de un Cándido González, con la frase: “gracias por devolvernos la felicidad”.
La sentencia no solo valdría para los agramontinos, quienes viven el bienestar del renacer de su equipo después de años en posiciones sotaneras. En Cuba el béisbol es la felicidad nacional, por más que no pocos quieran engullir el fútbol como propuesta emergente de suplantación de gustos, cuando lo que debería estimularse es una coexistencia pacífica para compartir preferencias.
La historia y la identidad de la nación pasan por un estadio de béisbol donde se arraigan pasiones, se comparte por horas y días, se exteriorizan emociones, se disfruta sin pesares, se intercambia con el mundo por la magia de la tecnología.
No hay espectáculo cultural, ni suceso de ningún tipo que logre en Cuba lo que un buen juego de pelota, quizás sin estrellas, que incluso a veces no brillan a su altura, pero si con la entrega pasional de otros peloteros que destilan el sudor identitario.
Se sabe que este deporte no vive hace rato su fiesta de quince. Porque se han desgajado cientos de peloteros por cuenta del bolsillo personal y familiar, por la limitación de opciones para competir a buen nivel y por otro rosario de razones en las que habrá que hurgar hasta el cansancio.
Pero vuelvo a los estadios y la tendencia neofascista de arrasarlos, que incluso pulula entre algunos cubanos. Es verdad que están vacíos casi todo el año o que no hay mini play off siempre para atraer multitudes, como sucede en todas partes del mundo donde no todos los graderíos logran colmarse a toda hora. Mas aun en medio de las restricciones energéticas habrá que repensar que el horario vespertino y los azotes del sol son hoy también un enemigo poderoso en detrimento de la fiesta nacional.
Los estadios sí se llenan, aun con equipos que no son, ni por asomo, los más mediáticos, lo cual destroza la teoría de que cuando no están los cuatro grandes no hay espectáculo posible.
Le faltan a la pelota varios ingredientes para subir los estándares de calidad. Habrá que seguirla esculpiendo en el ardor de estos jóvenes, en las esquinas o terrenos donde se juega silvestre, en los niños que optan en mayoría por los bates, aunque algunos le pongan un balón en sus piernas.
Todo vale para llenar todos los estadios en Cuba, antes que convertirlos en organopónicos.
3 comentarios
Ya se quien es esa, compañerita, ,que haga muchas caminatas,pq de verdad que tiene cara de come candela pq igual que Julita no lo creo y que se quede con esta frase, la victoria del Deporte amateur sobre el rentado, ya sabrás quien lo dijo.
¿quien es Elsa Ramos? A la nueva Julia Osendi, jajajaja .
¿quien es Elsa Ramos? A la Julia Osendi, jajajaja