Autor: Aliet Arzola Lima
CIEGO DE ÁVILA.—La casa de los Tigres no alcanza. Las gradas del parque José Ramón Cepero no dan abasto para una afición que crece y crece, motivada año tras año por una novena que en el último lustro ha discutido cuatro veces el cetro nacional.
Así lo vivimos en el primer desafío de la gran final entre la nave avileña de Roger Machado y los Vegueros de Pinar del Río, conducidos por el mentor debutante Jorge Ricardo Gallardo. Ambos elencos fueron testigos de la fiesta en las tribunas, pasillos incluidos, atestados de seguidores de diversas latitudes.
Por la banda de primera, entusiastas pinareños desataron su impetuoso ritmo, mientras unos pocos seguidores de Villa Clara, ataviados con vistosas camisetas naranjas, se paseaban por todos lados, apoyando a Ariel Borrero, Yeniet Pérez, Lázaro Ramírez y Andy Sarduy, azucareros que ahora defienden los colores de Tigres y Vegueros.
En el diamante, los avileños sacaron las garras y dieron una primera estocada a los vueltabajeros, apoyados en el descontrol de los lanzadores rivales, su capacidad para conectar con hombres en posición anotadora y la efectiva labor monticular de Vladimir García, Alberto Bicet y Yennier Cano.
El Cañón de la Trocha cubrió siete episodios espaciando igual cantidad de inatrapables, con cuatro carreras en su cuenta, todas sucias por dos errores de su defensa con la casa llena a la altura del cuarto capítulo.
“No perdí la concentración, a ellos no se les puede dar margen porque nunca se dan por vencidos, más ahora que añadieron a los hermanos Alarcón, dos bateadores peligrosos. Mi estrategia fue lanzar bajito y afortunadamente pude
dominarlos cuando tuvieron hombres en posición anotadora”, precisó el diestro, quien contó con apoyo perfecto en el cierre de Bicet y Cano.
Vladimir, además, lanzó con bastante tranquilidad, pues a la altura del segundo episodio tenían seis carreras de ventaja, las cuales los Tigres produjeron con solo cuatro inatrapables, aprovechando el descontrol (cinco boletos y un wild pitch) de los serpentineros pinareños, incluido el abridor Wilber Pérez, explotado tras sacar solo un out.
Su primer relevo, el novato Yoandy Cruz, tampoco dio la talla, y solo con Yaifredo Domínguez se aplacaron las aguas. Si bien el derecho no ha tenido una buena postemporada (había sacado dos outs en par de salidas, con seis limpias en su cuenta), durante la campaña regular mantuvo en un puño a la artillería avileña, con 12 entradas de labor, sin carreras y solo cuatro jits permitidos, razón de peso para darle una oportunidad como abridor en el estreno de la final.
Sin embargo, Gallardo apostó por la veteranía del zurdo Wilber Pérez ante la poderosa tanda avileña (siete derechos) y la jugada no le salió a pedir de boca. “Tenía más descanso, y tenía buenos números contra la ofensiva de Ciego, que es muy compacta y los jugadores aguantan con mucha paciencia en el home. Yaifredo no estuvo trabajando mucho contra Matanzas por una ligera lesión, por eso decidimos no colocarlo desde el inicio”, precisó el mentor pinareño.
Lo cierto es que los Tigres no tuvieron compasión, y demostraron que están dispuestos a cambiar la historia de la Serie 50, cuando perdieron la corona a manos de Pinar del Río.
“Se ha dicho que nos ganaron siete juegos este año, que en el 2011 también nos dejaron sin el oro, pero estamos en otro año, en otro play off, no tiene nada que ver con la temporada regular, y si ellos por esos resultados previos se confían es su problema, porque nosotros vamos a salir con todo, a rendir al máximo”, afirmó a Granma José Adolis García, indetenible desde el plato y en los senderos con su velocidad.
Con esta primera victoria los pupilos de Roger Machado dan un importante paso en su objetivo de repetir la corona, algo que ningún equipo consigue desde Santiago de Cuba en el 2007. Para el segundo duelo, Gallardo anunció al derecho Vladimir Baños, mientras los anfitriones avileños, de nuevo ante un Cepero a reventar, dependerán del granmense Lázaro Blanco.