Por Benigno Daquinta
La forma de analizar el béisbol ha cambiado con la introducción de la controvertida sabermetría. Controvertida a grado sumo, pues como dijera Jonak Keri en su libro Baseball Between the Numbers, la gran problemática con la aceptación de los números sabermétricos, es entender el cálculo de las estadísticas y su aplicación al juego.
Y es que en estos momentos hay estadísticas para todos los gustos, desde las más sencillas hasta las más complicadas y que sirven para darle el uso que usted prefiera.
Uno que se ha convertido en libro de cabecera para los directores técnicos es la Expectativa Pitagoreana o el Factor Suerte, como también le llaman. Esta compleja fórmula (carreras anotadas elevada a 1,82; dividido entre la suma de carreras anotadas elevada a 1,82 más carreras permitidas elevada a 1,82; todo eso multiplicado por los juegos jugados) sirve para determinar, según el diferencial de carreras, cómo se pueden pronosticar las victorias y derrotas de los equipos.
El diferencial de carreras con esta fórmula dice la cantidad de victorias que debe lograr el equipo y la diferencia con el número de victoria real que alcance es a lo que le llaman Factor Suerte. Ejemplo, el mayor diferencial de carreras que ha tenido un equipo en series nacionales es de +281, cuando en la temporada 56 Matanzas anotó 602 y permitió 321 en los 90 juegos, lo que auguraba que alcanzaría 68 victorias, dos menos que la cantidad que realmente logró, por tanto su Factor Suerte fue de +2.
Y ya que hablamos de diferencial de carreras, al récord de Matanzas le sigue el de +280 de Industriales en la serie 42 y el tercero es de Ciego de Ávila con +236 en la 48. Para los que recuerdan la Aplanadora santiaguera, su mejor diferencial fue de +224 de la temporada 47.
Los peores diferenciales en una serie nacional los registraron Pinar del Río en la 7ma., cuando permitió 638 anotaciones y solo pisó el plato 295 veces (-343), Metropolitanos en la serie 50 su diferencial fue de -285 y luego se ubica el de La Isla en la campaña 49 (-279).
Si vamos al Factor Suerte por campeonato el mejor es de Holguín en la 51 cuando en 96 juegos anotó 361 y permitió 511, lo que daba una expectativa de 33 victorias, sin embargo, concretó 44, para un +11, La Isla en la 54 alcanzó +10 y con +8 hay cuatro equipos: La Isla repitió en la 22 y la 55, Cienfuegos en la 50 y Pinar del Río en la 44.
Los más fatales (si se puede llamar así) por series han sido Cienfuegos en la 23 con -9 e Industriales en la 12, que terminó con -8, y con -7 han concluido ocho equipos, para los curiosos tres veces han repetido los Azules de la capital.
Y es que este coeficiente (que ha sufrido variaciones para mejor adaptación) tiene sus problemáticas porque siempre los llamados equipos fuertes ganan muchos juegos por amplios carrerajes, y sin embargo eso solo les reporta una victoria. También es tendencia que los equipos con un Factor Suerte positivo jugaron bien los llamados juegos estrechos (es decir, por una o dos carreras). Ejemplo, Artemisa terminó con +5, al ser el mejor de la etapa clasificatoria de la pasada serie.
Se me ocurre (no sé si es una idea brillante o pésima) llevar la Expectativa Pitagoreana a los directores, hasta concluir la primera fase de la anterior campaña.
Aunque esto no lo he visto en ninguna bibliografía sabermétrica, es algo que quizá investigue el Grupo Independiente de la Investigación del Béisbol, que tan buen trabajo realiza en nuestro país.
Les aseguro que a lo mejor no nos vamos a poner de acuerdo sobre si Valdespino es el más dichoso de nuestros mentores (aunque los números lo arrojen), porque la sabermetría tiene eso, como decimos los cubanos, de todo como en farmacia.