Por años, Bobby Abreu fue ese pelotero al que muchos miraban… pero no veían del todo. El venezolano aportaba en cada aspecto del juego: conectaba, se embasaba, corría, bateaba con poder moderado y rara vez se perdía un juego. Pero no era escandaloso, no era el rostro de la liga, y en un mundo que valora lo viral antes que lo constante, su impacto pasó de puntillas.
Del otro lado está Ichiro Suzuki, una estrella mundial, un fenómeno cultural, el jugador que llegó de Japón para conquistar Estados Unidos a punta de hits, fildeo de lujo y una ética de trabajo que rozaba lo obsesivo. En 2025, el japonés fue elegido al Salón de la Fama con 393 votos de 394 posibles, uno de los porcentajes más altos en la historia de la votación.
Merecido. Justo. Inevitable.
Pero si nos salimos del relato romántico y entramos en el terreno frío de la sabermetría, la historia cambia. Y ahí, Bobby Abreu no solo se defiende… gana por puntos.
Números que no se ven… pero que cuentan
Veamos lo básico primero:
Estadística | Bobby Abreu | Ichiro Suzuki |
---|---|---|
Juegos | 2,425 | 2,653 |
Hits | 2,470 | 3,089 |
Promedio | .291 | .311 |
HR | 288 | 117 |
Bases robadas | 400 | 509 |
OBP | .395 | .355 |
SLG | .475 | .402 |
OPS | .870 | .757 |
WAR (bWAR) | 60.2 | 60.0 |
Ichiro tiene más hits, más carisma y una historia que parece sacada de una película. Pero Abreu fue más peligroso en el plato: se embasaba más, tenía más poder, robó 400 bases y promedió una línea ofensiva que muchos envidiarían en cualquier época.
La sabermetría lo grita: Bobby Abreu fue una máquina
Métrica | Abreu | Ichiro |
---|---|---|
wRC+ | 129 | 104 |
OPS+ | 128 | 107 |
BB% | 14.6% | 6.0% |
ISO | .183 | .091 |
BsR | +34.9 | +95.1 |
UZR | -83.7 | +104.8 |
fWAR | 59.7 | 57.5 |
wRC+, una de las métricas más usadas para evaluar ofensiva ajustada por contexto, coloca a Abreu un 29 por ciento por encima del bateador promedio. Ichiro, en cambio, fue apenas un siete por ciento superior. El dominio de Abreu en estadísticas como BB% e ISO confirma su perfil de bateador peligroso y paciente. Su gran pecado, para los puristas, fue su defensa: su UZR fue negativo, mientras que Ichiro fue élite con más de +100 UZR.
Hay una métrica que no hace ruido, pero que dice mucho: WPA, o lo que es lo mismo, la probabilidad de victoria añadida.
No es glamorosa, no es popular, pero mide lo más importante: qué tanto hizo un jugador por cambiar el rumbo de un partido cuando el resultado estaba en juego. Y en ese renglón, Bobby Abreu vuelve a levantar la mano. Su 49.0 de WPA lo coloca en el puesto 52 de todos los tiempos, por encima de inmortales como Roberto Clemente, Eddie Murray, Al Kaline y Carl Yastrzemski. No es casualidad. El venezolano no solo acumulaba estadísticas: respondía en los momentos que definen temporadas. ¿E Ichiro? A pesar de su leyenda global, su marca en WPA es de 11.9, lejos, lejísimos, en el lugar 362. Para tener idea, hasta J.D. Drew (15.3), que nunca tendrá una placa en Cooperstown, lo supera en este apartado. Uno brilló con estilo. El otro, con impacto. Y ese impacto, cuando más contaba, tuvo nombre y apellido: Bobby Abreu.
¿Y qué pasa con los que ya entraron?
Una de las críticas más comunes hacia Bobby Abreu es su falta de momentos icónicos o su perfil bajo mediáticamente. Sin embargo, si nos guiamos por la producción sabermétrica, queda claro que está por encima de varios jugadores ya exaltados al Salón de la Fama.
Jugador (HOF) | WAR (fWAR) | wRC+ | OBP | HR | OPS |
---|---|---|---|---|---|
Bobby Abreu | 59.7 | 129 | .395 | 288 | .870 |
Jim Rice | 50.8 | 128 | .352 | 382 | .854 |
Tony Pérez | 58.9 | 121 | .341 | 379 | .804 |
Harold Baines | 38.4 | 119 | .356 | 384 | .821 |
Lou Brock | 43.2 | 109 | .343 | 149 | .753 |
Andre Dawson | 59.5 | 117 | .323 | 438 | .805 |
Kirby Puckett | 44.9 | 122 | .360 | 207 | .837 |
Abreu supera a todos ellos en WAR, OBP y wRC+, tres métricas fundamentales para medir rendimiento integral. Su ofensiva no solo fue más eficiente, sino también más valiosa para sus equipos durante más de una década.
La historia también cuenta, pero no lo es todo
La grandeza de Ichiro está fuera de toda discusión. Llegó tarde a MLB y aun así consiguió más de 3,000 hits. Cambió el béisbol. Inspiró generaciones. Pero Abreu también dejó una huella, solo que lo hizo en silencio, sin buscar los reflectores, con 14 años consecutivos jugando más de 140 partidos y produciendo como pocos.
Entre 1998 y 2010, Abreu promedió:
.296 de average, .399 de OBP, .486 de slugging, 21 jonrones, 29 bases robadas y más de 5 WAR por temporada.
Eso no es casualidad. Eso es elite.
La gran pregunta
Si Jim Rice, Lou Brock Harold Baines están en el Salón de la Fama, y si Ichiro entró casi por unanimidad, como debía ser, ¿qué más tiene que hacer Bobby Abreu para recibir el mismo respeto?
La respuesta no está en la fama. Está en los números.
Y los números no mienten.