Al béisbol ya no lo está cambiando solamente la sabermetría, ni las reglas de bases más grandes, ni el cronómetro que apura lanzadores. Lo está transformando también el objeto más sagrado del juego: el bate.
Y no cualquier bate. Ahora son torpedos de madera con forma de misil, diseñados al milímetro según los datos de contacto de cada jugador. Lo que alguna vez fue una simple vara de madera redonda, ahora es una obra de ingeniería aplicada al swing. “Es solo mover la madera de las partes que no usas a las partes que sí usas”, explicó Jazz Chisholm Jr. en una frase que parece de broma, pero que resume el concepto detrás del bate del futuro.
En el centro de esta revolución silenciosa está un hombre que no jugó en Grandes Ligas, que no entrenó en academias caribeñas ni se formó en ligas menores. Se llama Aaron Leanhardt, tiene un doctorado en Física del MIT, y hasta hace una década era profesor universitario en Michigan. Hoy es Coordinador de Campo de los Marlins y, sin proponérselo del todo, el cerebro detrás de una transformación radical del equipamiento ofensivo en MLB.
“Esto comenzó como una idea hace más de dos años, cuando algunos jugadores empezaron a preguntarse por qué la parte más gruesa del bate no coincidía con el lugar donde solían hacer contacto”, explicó Leanhardt en una conversación con la prensa que tuvo más de laboratorio que de béisbol. “Y simplemente fue cuestión de escuchar esas dudas y tratar de responder con algo concreto”.
El resultado fue un bate que parece salido de una película de ciencia ficción: con más masa en el punto dulce y menos madera en las zonas inservibles. Un rediseño total de la distribución del peso sin violar el reglamento de MLB. “No se trata de inventar algo mágico”, dijo Leanhardt. “Es solo física aplicada al béisbol”.
Y funciona.
El pasado fin de semana, los Yankees de Nueva York pegaron 15 jonrones en tres juegos, incluyendo nueve en una sola jornada ante los Cerveceros. El número más alto en la historia de la franquicia. Muchos de esos batazos, según reportes desde el clubhouse, fueron con “torpedo bats”, como ya se les conoce informalmente.
“No quiero nombrar jugadores”, dijo Leanhardt, “pero hubo quienes comenzaron a probar los primeros modelos desde 2023, y a medida que se ajustaban a sus swings, fuimos iterando hasta llegar al diseño actual”.
El físico de Michigan asegura que no hay trampa ni ventaja artificial. El bate cumple con la Regla 3.02 del reglamento de MLB: es redondo, de una sola pieza, sin materiales compuestos. “Lo que hicimos fue redistribuir la masa”, detalló. “No estamos aumentando la velocidad del swing, pero sí estamos maximizando el impacto”.
Y aunque Aaron Judge ha dicho que no necesita cambiar su madero tradicional, cada vez son más los jugadores que se suman. Desde Cody Bellinger hasta Junior Caminero. Desde Paul Goldschmidt hasta Ryan Jeffers. Incluso equipos como los Marlins ya están trabajando en integrar estos bates a su preparación. “Varios jugadores ya me habían hablado del tema antes de llegar acá”, confesó Leanhardt. “Esto no es algo nuevo dentro del circuito, solo que ahora se está haciendo visible”.
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¿Cuándo empezaron los Bates Torpedo en MLB?
Lo curioso es que esta revolución empezó no con un golpe mediático, sino en silencio, en los túneles de ligas menores, con jugadores probando sin cámaras. “Muchos testean cosas en los entrenamientos, pero no lo llevan al terreno hasta que sienten que está listo”, dice Leanhardt. “Esto tomó dos offseasons y muchas versiones del bate. A veces no se trata de inventar, sino de estar dispuesto a cuestionar lo que siempre hiciste”.
Claro, hay voces escépticas. “Parece algo sacado del softball”, dijo el relevista Trevor Megill. Y algunos temen que pueda haber un riesgo de lesiones, como insinúan en el caso de Giancarlo Stanton. Pero por ahora, MLB ha validado su uso. Y si la pelota vuela más, con igual o menos esfuerzo, será difícil detener la tendencia.
Este no es el béisbol que conocimos. Es otra cosa. Un deporte donde las decisiones salen del laboratorio, donde el físico cuántico reemplaza al cazatalentos, donde el swing perfecto se modela por computadora.
“El crédito es de los jugadores que se animaron a probar algo distinto”, dice Leanhardt. “Yo solo respondí sus preguntas”.
Y con cada batazo que se va del parque, parece que también se va el juego que conocíamos. El bate cambió. El béisbol también.