Redacción Pelota Cubana
Caracas.- Yosmany Guerra ha sido uno de esos peloteros al que el tiempo parece no afectarles. Más bien todo lo contrario, mejoran cada día. Pero en la vida, como en el beisbol, no todo está escrito y muchos sacrificios se deben dejar en el camino para ver los frutos del esfuerzo.
Para el cubano, la situación en su país le colocó muchas trabas en el trayecto a su sueño de jugar como pelotero profesional, primero en su isla natal y luego a lo largo de su extensa carrera en distintos destinos. Proveniente de una familia con dificultades económicas de la ciudad de San Cristóbal, en Pinar del Río (Cuba), siempre recibió apoyo de sus allegados para lograr su meta.
Guerra se muestra orgulloso de haber conseguido sobreponerse a todo lo que se le puso en el camino.
“Fue algo difícil, una vida con muchos sacrificios. Uno pasa muchas situaciones. Uno pasa muchas cosas, pero echándole ganas, pasando obstáculos y metiéndole el pecho a la vida. De verdad estoy muy orgulloso de lo que ha pasado en mi carrera hasta ahora”, señaló el toletero zurdo, de 38 años de edad, figura de Leones del Caracas.
DE PINAR DEL RÍO A LA HABANA
Sus primeros pasos los dio en el profesionalismo con 19 años de edad, en la desaparecida divisa de los Metropolitanos de La Habana, en la temporada 2003-2004 de la Serie Nacional cubana. Su sueño siempre fue debutar en la máxima categoría de su país.
“Siempre de pequeño vi jugar a esos grandes peloteros cubanos y de verdad que siempre quise estar ahí. En mi trayectoria como pelotero fui desenvolviéndome y gracias a Dios, con 19 años, tuve la posibilidad de jugar mi primera Serie Nacional”, rememoró.
Uno de esos grandes peloteros que vio el “Congo” Guerra en su niñez, fue al jardinero Yobal Dueñas, campeón de la pelota cubana en dos ocasiones con el equipo de Pinar del Río. Aquel recio toletero, era el espejo en el que se vio el joven Yosmany.
“El ídolo mío siempre ha sido Yobal Dueñas, le decían el ‘hombre y la tierra’. Ese era el pelotero que siempre me había gustado ver jugar y me quería parecer a él. Pero uno va jugando y día a día va adoptando su estilo”, aseguró sobre la formación de su identidad en la pelota.
LOS AÑOS PERDIDOS
Luego de cinco campañas en la Serie Nacional, cuatro con Metropolitanos y una con Industriales, Guerra decidió salir de su isla natal para probar suerte en la República Dominicana. Pero lo que le esperaba, no era lo que tenía en mente para su carrera. Perdió cinco años, en los que no pudo conseguir contrato profesional en la pelota, luego de presentarse en muchos try outs, estuvo a punto de rendirse.
“Yo ya tenía en mente dejar de jugar beisbol. Perdí cinco, casi para seis años de mi carrera. Los mejores años desde los 25 a los 30. Pero gracias a Dios se me dieron las cosas y de ahí para acá es que queda Yosmany Guerra”, destacó con una sonrisa en su rostro.
Se sobrepuso a la situación y aprovechó una última oportunidad de reavivar su carrera. Desde Estados Unidos le pusieron atención a sus facultades y logró obtener el ansiado contrato con una organización de Grandes Ligas. Los Marlins de Miami le ofrecieron la posibilidad de vivir el Sueño Americano.
“Se me dio la posibilidad de salir del país y quise intentar en otras aguas. Fue un proceso difícil, pasé mucho trabajo en República Dominicana. Pero luego se me dio una oportunidad con una agencia, que me invitó a entrenar, luego de 15 días practicando me contactaron los Marlins y, gracias a Dios, llegué a Estados Unidos”, explicó sobre su travesía para llegar al beisbol organizado.
Yosmany Guerra estuvo cerca de tirar colgar los ganchos, pero no se rindió y logró conseguir el éxito
EL PARAÍSO MEXICANO
No obstante, luego de un año en el sistema de Ligas Menores de los peces, fue dejado en libertad. A pesar de una buena producción con el madero, su edad y las diferencias con la organización propiciaron su salida del equipo.
Pero en tierras aztecas consiguió un segundo hogar. “En el 2015, luego de que me dejaron libre, llego a México y prácticamente se ha vuelto mi casa. De hecho, soy mexicano nacionalizado”.
Desde el 2016, es una figura destacada en la Liga Mexicana de Beisbol, circuito en el que ha disputado cinco temporadas con cuatro equipos.
A su paso por México, ha dejado importantes marcas con una línea ofensiva de .293/.386/.409 y .795 de OPS.
La clave para plasmar esos números en cualquier destino en el que se muestra, es una capacidad extraordinaria de mantenerse en las bases. Pero Guerra asegura tranquilamente que no piensa mucho en cada turno al bate.
“Yo llego al home y no pienso mucho, trato de pegarle a la bola en la maceta y por el medio del campo”.
EL BRILLO ANSIADO
Para Guerra, la edad parece ser sólo un número, pero admite que a veces puede ser difícil mantenerse en el mejor estado físico, todos los días.
“Ha sido un poco incómodo, a pesar de la edad que tengo, he trabajado más físicamente. Si uno no cuida su cuerpo con la edad, cuándo vengan las lesiones será más incómodo. Quiero durar más tiempo jugando”, apuntó.
Su meta es jugar al menos cuatro años más y retirarse después de soplar las 42 velitas del pastel.
Asimismo, tiene claro el objetivo que le falta por alcanzar en su carrera. Se trata de lograr un título en el beisbol profesional y en el clásico del Caribe. En su amplia trayectoria, no ha podido alzarse con un campeonato.
“La meta que yo quiero cumplir, es que quiero ser campeón en un equipo profesional de beisbol y una Serie del Caribe. Eso es lo que quiero yo”, cerró con firmeza.
Yosmany Guerra se ha convertido en uno de los outs más difíciles de la LVBP en los últimos tres años
EN CIFRAS
En las últimas tres temporadas en la LVBP, Yosmany Guerra exhibe una extraordinaria línea ofensiva de .361/.470/.439 con .909 de OPS, en 330 veces al bate. Ha negociado 71 boletos por apenas 27 ponches (2.63 BB/K), lo que se traduce en un abanicado cada 12,22 turnos. Lo curioso es que, pese a ese rendimiento, ha vestido tres uniformes diferentes en cada una de sus campañas: Águilas del Zulia, Tigres de Aragua y Leones del Caracas… Guerra suma 23 extrabases (20 2B y 3 3B), pero todavía no ha sacado la bola en los parques venezolanos.