Por Mark Sheldon
CINCINNATI — Aunque algunos fanáticos de los Rojos quedaron decepcionados cuando Billy Hamiltonno fue retenido por el club, a Cincinnati no le tomó mucho tiempo encontrar a otro pelotero dinámico, capaz dejar boquiabiertos a todos y muchas veces impredecible.
Se trata del jardinero cubano Yasiel Puig. Adquirido desde los Dodgers en diciembre como parte del cambio de siete jugadores que también trajo a Cincinnati al lanzador Alex Wood, al jardinero Matt Kemp y al receptor Kyle Farmer, Puig no perdió tiempo para ganarse el cariño de sus nuevos fanáticos. Se le puede ver frecuentemente en las redes sociales, muchas veces con su gorra de los Rojos, mostrando su personalidad desde lugaraes que van desde Hawái hasta la silla del dentista.
“Esto es algo nuevo para mí. Un nuevo equipo, una nueva ciudad, pero estoy bien contento de estar aquí”, dijo Puig durante su primera visita a Cincinnati como miembro de los Rojos el 30 de enero. “Vine a este país a jugar pelota. No importa en qué equipo esté, voy a dar lo mejor de mí para ayudarnos a llegar a la postemporada y mantener animada a la gente”.
Puig, de 28 años, ciertamente ha tenido sus detractores, pero en Los Ángeles era un favorito de la afición. En el terreno, fue bautizado como el “Caballo Loco”, debido a su agresividad, bien fuese para tomar una base extra, chocar contra la pared tratando de atrapar una bola o sacando a un corredor con su potente brazo.
También tuvo sus momentos estrafalarios, como lanzar el bate hacia arriba tras un batazo importante, lamer el bate para pedirle hits o besar jovialmente en el dugout al coach de bateo Turner Ward. Ward se unió en noviembre al cuerpo técnico del nuevo manager de los Rojos, David Bell, un par de meses antes de la llegada de Puig.
Y algunas ocasiones, hubo errores mentales y malas decisiones. Puig ha sido capaz de no tirarle la bola al corte, regalar outs por ser muy agresivo en las bases, llegar tarde a reuniones o discutir con sus compañeros. Una vez en el 2016, su cuarta temporada en las Grandes Ligas, fue bajado a Triple-A.
Pero volvió más humilde y desde entonces ha sido un jugador más productivo, especialmente en la postemporada.
Todo eso ahora es tuyo, Cincinnati.
«Yo nací así. No importa dónde juegue, en qué ciudad, siempre soy el mismo en todas partes», aseguró Puig. «Yo hacía esto mismo en Cuba y cuando vine a los Estados Unidos y firmé con los Dodgers, decidí seguir haciéndolo: La lengua, las cosas locas que hago en el terreno. No es porque Los Ángeles era una ciudad o un mercado más grande. Lo hago porque me sale de adentro. Nunca he practicado eso de sacar la lengua o lamer el bate».
Puig bateó .267/.327/.494 con 23 jonrones y 63 carreras empujadas la temporada pasada por los Dodgers. Muchas veces, le dio crédito a Ward por haberlo ayudado a darle un giro a su carrera tras su decepcionante 2016.
El 2019 también será un año clave en lo personal para Puig, quien será elegible para la agencia libre después de la temporada. El Great American Ball Park de Cincinnati, un estadio favorable para los bateadores, debe de sentarle bien, y eso a la vez sería una gran noticia para los Rojos y sus seguidores.
Tras cuatro temporadas seguidas perdiendo más de 90 juegos, los Rojos han puesto a soñar a su afición con varias mejoras en la temporada muerta, entre las que también está la llegada del lanzador Sonny Graydesde los Yankees y del también serpentinero Tanner Roark desde los Nacionales.
Por los momentos, ninguna de esas caras alcanza el nivel de celebridad de Puig. Durante un reciente viaje a Cincinnati para buscar casa, el cubano se reunió con muchísima gente, desde el alcalde John Cranley hasta niños en la «P&G MLB Urban Youth Academy». Puig incluso tomó el teléfono y vendió entradas durante una parada en las oficinas del estadio.
Sin importar qué termine haciendo Puig por los Rojos esta campaña, lo más probable es que sea interesante.
«Vine aquí para llevar a este equipo otra vez a la postemporada», dijo Puig. «Daré lo mejor de mí y mis compañeros también».