Por Daniel García Pérez
Tras la voz de play, Iván Gordo Crespo se dispone a conectar un jonrón o al menos intentarlo. Es invidente, pero la vida le dio el talento innato de jugar pelota, y lo hace tan bien que acaba de representar a Cuba en un campeonato internacional de béisbol para ciegos o débiles visuales.
El torneo se celebró en Francia con la participación de dos equipos de Italia, uno de Alemania, el elenco local, y el nuestro. Y Cuba ganó invicta, a pesar de que anteriormente solo habían topado con una selección italiana en juegos de preparación efectuados en La Habana.
Además del torpedero Iván Gordo, otros dos villaclareños incursionaron en esta primera experiencia internacional de béisbol para ciegos: el jardinero izquierdo Yaniel Pérez Torres, y el conocido ex primera base de los conjuntos de Villa Clara, René Peña Sánchez, el Yuca, quien fungió como entrenador de bateo y jugador vidente, único con esa condición que puede integrar la inusual nómina de peloteros.
Tras su regreso de tierra gala, Vanguardia dialogó con estos talentosos y perseverantes atletas. Para Iván resultó una excelente oportunidad de demostrar sus habilidades haciendo lo que más le gusta: jugar pelota. El espigado atleta, residente ahora en Manacas y nacido en Remedios, se entrega con pasión en cada jornada de entrenamientos y lo da todo en el terreno de juego.
«Desde el principio, los entrenadores me dijeron que para lograr buenos resultados debía dar lo mejor de mí. Y así, con voluntad y mucha paciencia, pude ir a Francia y representar a Cuba».
Mientras el remediano Yaniel Pérez Torres tiene un doble compromiso con el deporte para discapacitados, pues en su condición de débil visual, además de béisbol, practica atletismo.«Es muy complejo seguir el ritmo de dos deportes a la vez. Mi rutina diaria comienza a las cinco de la madrugada cuando salgo a correr entre 15 y 20 kilómetros con mi entrenador de atletismo, Nelson Millares. Luego, en la Casa del Atleta, descanso hasta las dos de la tarde, cuando voy a entrenar béisbol con René Peña. Mi jornada se reanuda a las cinco de la tarde, pues de nuevo salgo a correr para cumplir los requerimientos físicos del llamado deporte rey».
Mientras, René Peña hace gala de su motivación por esta peculiar manera de jugar béisbol: «Desde que comencé a leer el reglamento del béisbol para ciegos y me adentré en las características de esta modalidad deportiva supe que aquí en Villa Clara podíamos encontrar talento suficiente para desarrollarla. Luego, por mi trayectoria en el softbol y béisbol, se decidió que integrara el equipo Cuba como uno de los preparadores principales y a la vez, fuera parte de la directiva de este deporte en el país.
Peña habla con pasión del béisbol para ciegos, y explica pormenores de algo tan poco conocido en Cuba y que en el mundo rebasa apenas las cuatro décadas, pues el primer torneo fue celebrado en Minnesota, E.E. U.U.; en 1976.
«Esta modalidad del béisbol tiene sus características especiales por razones obvias. La pelota tiene cascabeles que la hacen sonar y se batea solo entre la segunda almohadilla y la antesala. Si se conecta entre la inicial y la intermedia es foul, y si este hecho se repite tres veces, el bateador es decretado out.
«Otro dato curioso es que no se puede batear de fly. El que lo haga es out por regla. Además, se coloca una cuerda a la altura de tercera base que va hasta segunda y luego a primera, y es obligatorio que la bola pique delante de esta soga, para que sea considerada buena.
Que la pelota tenga un dispositivo dentro proporciona un mejor sentido de la ubicación por parte de los peloteros a la defensa.«En esta especialidad no existe el pitcher porque el propio bateador en turno tiene la bola en una mano y batea con la otra. En las bases se emiten sonidos agudos para indicar la posición de la pelota y los corredores son guiados por asistentes. Si el corredor llega a la base antes de que un contrario reciba la bola, es declarado quieto; de lo contrario, out. En cada torneo se pacta la cantidad de entradas a jugar, las que oscilan entre cinco o siete innings».
Villa Clara es una de las tres provincias que en Cuba practican el béisbol para ciegos. Aunque parezca difícil, y realmente lo es, sus jugadores le imprimen tanta pasión que genera similar entusiasmo que cualquier otro desafío de su hermano mayor.
Llegó para quedarse, y si lo dudan, pregúntenle a Iván, a Yaniel o al propio Peña, el Yuca, que si de algo bien sabe es precisamente de pelota.