Por: Boris Luis Cabrera
Una vez asentado el polvo de las celebraciones, los aguerridos leñadores de Las Tunas se aprestan a engrasar nuevamente su maquinariacon vistas a su participación en la serie del Caribe en Barquisimeto, Venezuela.
Este miércoles, Pablo Civil, “el hombre más feliz del mundo”, según sus propias declaraciones, anunciará los nuevos refuerzos que engrosarán las filas de su flamante “trituradora oriental”, recién coronada en nuestro campeonato nacional.
Desde hace algunos días, un grupo de atletas designados por la comisión nacional de béisbol entrenan en la grama del estadio Latinoamericano con la esperanza de ser convocados para vestirse con la chamarreta verde y roja.
En medio del fervor beisbolero que en estos días inunda cada rincón de nuestro país, los aficionados debaten sobre la llegada de nuevos integrantes y la polémica arde sobre la misma leña que con tanto sacrificio, cortaron nuestros campeones a lo largo de estos meses de competencia.
¿Son necesarios estos refuerzos? ¿Tendrá su director libre albedrío para escogerlos? ¿Se puede prescindir de ellos? ¿Podrá esto afectar de alguna manera el engranaje grupal?
Primero, pienso que hay que ser justos con los atletas que con su esfuerzo individual, a golpe de hacha, de alguna manera dieron su aporte para que este equipo subiera a lo más alto del podio. No es sabio, ni ético, desechar de un plumazo, ni sacrificar a nadie que por mérito propio ayudó a levantar las banderas del honor y la gloria provincial.
Por otro lado, desde el punto de vista competitivo, es necesario cuidar y mantener la mística de los leñadores. Bajo ningún concepto podemos permitir que se rompa la dinámica grupal de este conjunto. Un equipo no es una constelación de estrellas. Corremos el riesgo que ciertos descontentos e insatisfacciones, agrieten la motivación, y hagan mella en la garra y en el ímpetu colectivo.
Los leñadores de Las Tunas han demostrado que pueden representarnos con dignidad en este tipo de eventos sin necesidad de grandes maquillajes con los atletas que ahora mismo llevan colgadas en el pecho la medalla de campeones. Su espíritu de victorias, su cohesión, y su mentalidad ganadora, han creado una familia dentro y fuera del terreno que ahora mismo puede correr riesgos con la entrada de nuevos hombres, independientemente de su calidad como jugadores.
Su director Pablo Civil, no debe permitir imposiciones de la comisión nacional, ni hacer caso a listados pre-elaborados. Su sapiencia ha sido uno de los elementos que han marcado la diferencia para lograr sus objetivos y ahora, una vez más, tiene que hacer gala de ella.
Creo, que si hay que repartir hachas para este nuevo combate que se avecina a recién llegados de otras tierras, que sean las absolutamente necesarias, previo trabajo psicológico con las tropas a su mando.
La serie del Caribe más que un reto o un escenario donde solo es válida la victoria a toda costa, debemos verla como una vitrina importante para que talentosos atletas exhiban sus cualidades con vistas a futuros contratos profesionales y poder seguir desarrollando nuestro querido deporte nacional, que sea un premio también a aquellos que durante meses le dieron colorido a nuestro campeonato más importante y que se ganaron el privilegio de representarnos. Los jugadores, y esta gran fanaticada incondicional, merecen respeto. Nos vemos en el estadio.