Por Boris Luis Cabrera
Todo el que alguna vez ha asistido al estadio Latinoamericano en estos últimos 25 años conoce su voz. Un día tras otro, con estricta disciplina, se sube a lo más alto del estadio y se encierra en una cabina de grandes cristales durante casi cuatro horas para anunciar al atleta que comparecerá en el cajón de bateo o cualquier sustitución al campo. No tiene rostro, puede pasar inadvertido dentro de grandes multitudes.
Play-Off Magazine, en su afán de reconocer a todas las personalidades que de alguna u otra manera tienen que ver con nuestro deporte nacional, quiso reconocer su labor anónima y lo contactó.
Afable, conversador, dueño de un típico y fino humor criollo, Rodolfo accedió de inmediato a tender este puente con los aficionados a nuestro deporte nacional.
¿Desde cuando eres la voz del latinoamericano?
Oficialmente desde el 19 de octubre del 1995. Antes, lo hacía sustituyendo al anterior (Tony Veiga) en algunas ocasiones. Pero a partir de ese día me quedé solo.
¿Cómo y por qué escogiste este trabajo?
No lo escogí. El problema que Tony tenía problemas de salud y fue necesario que lo sustituyera, y como ya lo había venido haciendo en ocasiones, me lo pidieron y acepté. Pensé hacerlo por un corto tiempo y mira, ya llevo 24 años. Imagino que por mi voz y mi dicción me escogieron para esto.
Tengo entendido que eres periodista de profesión. ¿Por qué no ejerces?
Esas son cosas de las cuales no quiero hablar, verdaderamente no existe una razón de fuerza para que yo no ejerza el periodismo. Cuando lo pude hacer tuve mis problemas.
¿Lo extrañas?
Yo diría que eso es la vida. Todo profesional en el mundo cuando llega a algo, cuando vence todos los obstáculos y llega a la meta, quiere sentirse realizado, desde el punto de vista de su desarrollo personal. Yo extraño mucho el periodismo. Quizás antes de morirme tenga nuevamente esa oportunidad.
¿Es un trabajo fácil ser el locutor del estadio?
En mi caso fue un poco difícil porque fue algo así como siéntate y trabaja. La verdad que no es nada imposible ni siquiera complicado. Hay que tener un poco de carisma para poder enfrentar algunas cosas que se presentan y tener seguridad en sí mismo, buena voz, un poco de conocimiento y un sentido de la responsabilidad. Esto es una función de carácter social muy importante porque a veces se habla para 50 000 personas.
¿Pero veo que anotas también los partidos?
Sí, aquí hay que saber de todo un poquito. Tengo que anotar los partidos, de lo contrario me puedo perder, y entonces mi trabajo sería mediocre.
¿Alguna vez se ha quedado abierto el micrófono durante los partidos?
Sí, muchas veces ha pasado, pero nunca por responsabilidad mía. En ocasiones el micrófono ha tenido desperfectos técnicos y se ha quedado abierto sin yo saberlo. Lógicamente, cuando eso pasa, nosotros aquí conversamos y todo el estadio lo escucha.
¿Alguna anécdota relacionada?
Una vez el compañero que cubría aquí el orden interior del estadio, el jefe de sector, con quien tenía muy buenas relaciones, entró a la cabina haciendo tremendo escándalo, jaraneando con nosotros en un juego de Industriales contra Villa Clara a estadio lleno y el audio se había quedado abierto. Imagínate, todo el público riéndose y mirando para acá arriba. La cosa quedó simpática, a la gente le agradó, figúrate, sabes cómo somos nosotros los cubanos.
¿Cuánto ganas por cada partido de béisbol?
Es irrisorio, solo 9 pesos cubanos.
¿Y por qué lo haces?
Mira, te voy a ser sincero, quizás por una situación histórica. De la mano de mi hermano mayor, que jugó en la liga invernal de béisbol profesional en Cuba, yo venía a este estadio cuando era pequeño a verlo practicar y me fui adentrando en este deporte. He jugado béisbol, era malo pero he sido pelotero, y esto se convirtió en una pasión para mí. La razón es simple, me gusta el béisbol, lo amo y lo adoro.
Si le preguntas eso a los peloteros te dirán lo mismo. ¿Cuantas veces han dejado de hacer cosas, de disfrutar momentos agradables de la vida para estar aquí? Quizás ese día se poncharon dos veces o no jugaron, sin embargo, prefirieron estar aquí. El béisbol es lo más grande, es parte de nuestra cultura nacional. A veces la gente no mide la magnitud real que tiene la pelota.
Para mí es más importante el estadio Latinoamericano que el hospital Hermanos Ameijeiras, aunque me tilden de loco. El hospital salva 500 vidas al año como promedio, pero el estadio le cura el alma a 11 millones de personas todos los días y eso que yo soy uno de los que está vivo gracias al talento de los médicos de ese mismo hospital.
El béisbol, para mí, es la vida misma, por eso vengo aquí todos los días aunque me paguen nueve pesos cubanos y gaste diez en un taxi para llegar a tiempo.
¿Qué piensas de la pelota cubana actual?
Yo tengo mi criterio desde hace muchos años: El mejor pelotero del mundo es el cubano. Las series nacionales nuestras siempre han tenido tremenda calidad. Aquí en juegos importantes venían 40 o 50 000 personas y en los otros más de 15 000 todos los días.
Ahora ha flaqueado, hay dificultades, se han mezclado muchas cosas, económicas y sociales, y se nos han ido muchos jugadores de calidad y con perspectivas, eso lo estamos viendo a diario. Al principio se iban solo de la capital, pero luego eso se hizo extensivo a cualquier zona del país. No te puedo decir las causas de esto, no tengo nada que ver con eso, pero si tengo que ver con mi propia expectación. Todos los días veo que falta Juan, Pedro, Perico o Cheo, y eso me molesta porque hace que baje la calidad de la serie pero no del béisbol cubano, porque estas figuras, muchas de ellas, triunfan en las grandes ligas o en otros circuitos profesionales. Por eso no creo que esté en crisis ni que haya mermado, sencillamente hay que continuar con un trabajo profundo a los efectos de lograr que la calidad se mantenga.
¿Crees que hay problemas con la metodología de la enseñanza del béisbol en Cuba? ¿Faltan buenos entrenadores?
La academia desarrolla al pelotero, desarrolla el conocimiento y te da cultura, pero yo considero que para ser un buen entrenador, este tuvo que ser pelotero, no al punto de ser una estrella, pero si haber jugado pelota. Aquí veo un entrenador de picheo que nunca se ha subido a un montículo, jamás. ¿Qué me puede enseñar este?
En la medida que se han ido jubilando o falleciendo aquellos entrenadores —subcolegiados, pero eminencias en el terreno de pelota—, el béisbol ha decaído. Esto hay que pensarlo con detenimiento. En el béisbol no se puede marginar a nadie por falta de cultura. Aquellos hombres fueron los que salvaron este deporte y algunos apenas sabían leer ni escribir. El talento no se puede obviar ni marginar, hay que conservarlo.
¿Te gustaría anunciar a viva voz a Kendry Morales o a Yuliesky Gurriel otra vez en el Latinoamericano?
Eso está en dependencia de otro tipo de situaciones de las cuales no vamos a hablar, pero claro que me gustaría. Extraño no mencionarlos, me encantaba verlos jugar a todos ellos, eran verdaderas estrellas.
Llegará el día que el béisbol cubano sea uno solo, nosotros tenemos derecho a ver un béisbol así, y ¿por qué no?, este estadio va a brillar. Esa es nuestra pasión, la afición lo merece y el pueblo de Cuba ha trabajado para eso. Esos son cubanos también, y formados por nosotros.
(Tomado de Playoff Magazine)