Autor: Sigfredo Barros Segrera
Podrán argumentar que los zurdos no abundan en la población cubana. O que ya no existen los Wilfredo Sánchez, Rigoberto Rosique, Luis Ulacia, por solo mencionar a un trío de estelares. Pero lo cierto es que desde 1998, en la XXXVII Serie Nacional, ningún bateador de esa mano se ha podido llevar a casa el título de campeón de promedio de bateo.
Fue el guantanamero Roberquis Videaux quien tiene el honor de haber sido el último zurdo con un promedio superior al del resto de los participantes en la mencionada Serie Nacional. Videaux, excelente bateador de tacto, disparó 110 indiscutibles en 280 turnos oficiales al bate para promediar un altísimo 393. Ese mismo año el jardinero central de los Indios del Guaso fue uno de los mejores en el XXXIII Campeonato Mundial de la IBAF, con 484 de average y líder en anotadas (15) y jits (15).
Pero después nadie más. Ya suman 18 años consecutivos en los que los bateadores derechos son los dueños de uno de los trofeos más codiciados del béisbol, liderados por un fuera de serie como lo fue el tunero Osmani Urrutia, con seis títulos, cinco de ellos ganados en forma consecutiva y cuatro con averages superiores a 400.
LOS ZURDOS TIENEN VENTAJA
Se ha dicho y escrito en incontables ocasiones que los zurdos se paran en el home al menos un paso más cerca de la primera almohadilla que los derechos (unos 1,5 metros) y, por tanto, llegan a la inicial en menos tiempo, aproximadamente un sexto de segundo menos. Pero esa no es la única ventaja, hay otras tan o más importantes.
Una es la llamada «percepción de profundidad». Los zurdos observan cuando la bola sale de la mano de un lanzador derecho (por demás los más abundantes en el béisbol) desde un ángulo ligeramente diferente al de un diestro, lo que le da una mejor visión lateral y una oportunidad de evaluar de manera más favorable la velocidad del lanzamiento.
Los derechos vs. derechos ven sobre su hombro una pelota que viene directamente hacia ellos, lo cual miniminiza la percepción de profundidad y dificulta la estimación de la velocidad.
La otra ventaja es que en la mayoría de los parques de béisbol las cercas del jardín derecho son más cortas que las del bosque izquierdo, lo cual favorece en gran medida a los zurdos que halan la pelota hacia su mano.
A pesar de todas estas ventajas, en nuestro béisbol la cantidad de bateadores de esa mano (por no citar también a los lanzadores) es realmente escasa. La explicación pudiera estar en unas declaraciones ofrecidas por el Señor
Pelotero, el pinareño Luis Giraldo Casanova, en un programa televisivo, donde se refirió a que en años atrás resultaba obligatorio en las llamadas categorías inferiores que los jugadores derechos se pararan a la zurda en sus dos primeras comparecencias al bate. Esa práctica resultaba beneficiosa pero, lamentablemente cayó en desuso hasta desaparecer.
Me atrevo a pensar que batear a la mano contraria disminuía el poder por la preocupación de hacer contacto con la bola, y en el béisbol de hoy el jonrón está a la orden del día.
De todas formas, resulta difícil pensar que en la ya cercana 57 Serie Nacional haya algún zurdo capaz de romper ese maleficio de no ganar un campeonato de bateo. El talento existe (Roel Santos, Norel González, Edilse Silva, Ariel Sánchez, Guillermo Avilés, Stayler Hernández) pero soy de la opinión que falta decisión, el preguntarse cada uno de ellos ¿por qué no puede ser un zurdo campeón de bateo?
Mientras eso no suceda seguiremos esperando entonces por la aparición de peloteros a la usanza de estelares como Wilfredo, Rosique, Elpidio Mancebo y Eusebio Cruz, quienes en total ganaron seis campeonatos de bateo consecutivos desde 1969 hasta 1974, una verdadera «época dorada» de los bateadores zurdos en nuestro béisbol.