Por Anthony Castrovince
GLENDALE, Arizona — Para la mayoría de los jugadores establecidos de Grandes Ligas, los entrenamientos primaverales son simplemente una serie de cuadraditos. Los cuadraditos de colores significan que pueden quedarse en casa. Los blancos les indican que tienen que montarse en un autobús. El oponente no importa.
Pero el jardinero cubano Yasiel Puig, quien se encuentra en su primer campamento con los Rojos de Cincinnati, tenía dos días del calendario de pretemporada bien presentes: el 14 y 15 de marzo, ante los Dodgers. Su viejo equipo. Sus amigos. Y sí, sus enemigos. Anhelaba ver acción en esos juegos. Nada de trabajo leve ni de días libres.
“De hecho, lo mencionó hace par de semanas”, dijo el manager de los Rojos, David Bell, entre risas.
El 15 de abril – sí, sabía el día exacto – Puig saldrá al terreno en el Dodger Stadium, en plena temporada regular.
“No tengo nada que demostrarle a los Dodgers”, expresó Puig, quien se fue de 1-1 ante los Dodgers el jueves y estuvo programado para estar en el lineup vs. Los Ángeles el viernes. “Cuando me enfrente a los Dodgers, llegaré tratando de divertirme y de hacer lo mejor posible. Estoy entrenando con mi nuevo equipo. Quiero hacer lo que mejor que pueda esta temporada para demostrar que puedo hacer cosas buenas cuando juego libremente. Me estoy divirtiendo y nadie me está diciendo lo que tengo que hacer. Eso es lo que quiero hacer con este equipo ahora”.
Con dicha respuesta, vemos lo que significó para Puig ser canjeado y empezar de nuevo con un equipo en circunstancias competitivas muy distintas a las que está acostumbrado, sin ningún antecedente personal. Está en manos de Puig aprovechar su oportunidad y su desempeño determinará en gran parte cómo le vaya como agente libre el próximo invierno.
Sabemos que, por ahora, Puig no se ha incorporado a su nuevo equipo con timidez alguna. Ha acogido los colores y la comunidad de los Rojos y tiene previsto continuar la labor de su fundación – renovar terrenos de juego y crear programas de alimentos para niños necesitados – en Cincinnati.
En el clubhouse de los a Rojos, Puig es la figura más bulliciosa, bromeando con sus nuevos compañeros. Simple y llanamente domina ese espacio.
“Me gusta ser yo mismo”, manifestó Puig. “A veces, en mi antiguo equipo, no podía ser yo”.
Inevitablemente, la personalidad de Puig será percibida como fabulosa e insoportable al mismo tiempo. Su estilo no le cae bien a todo el mundo, como aprendimos en Los Ángeles, donde el oriundo de Cienfuegos empeoró las cosas llegando tarde al estadio más de una vez.
En algún momento, se hablará del significado de la actuación de Puig. Si juega bien y los Rojos se benefician, dirán que la personalidad juguetona del cubano era la energía que el equipo necesitaba. De lo contrario, se le catalogará como una distracción.
Lo que importa son los resultados y en el caso de los Rojos, las proyecciones son difíciles de hacer. Han renovado sus jardines y su rotación, pero está por verse si dichos esfuerzos rendirán dividendos.
“De Cincinnati no se espera nada”, dijo Puig. “Pero vamos a estar ahí. Todo el mundo va a ver a Cincinnati jugando bien y mejor que en los últimos años. Después, la gente puede hablar. Me gusta cuando nadie espera nada y luego llegamos y la gente nos empieza a ver de forma diferente”.
A nivel individual, Puig tiene la misma oportunidad. En los Dodgers era el “Caballo Loco” entorpecido por las lesiones e incapaz de convertirse en superestrella, con todo y que fue un jugador productivo. Puig tiene 28 años ahora y no es inconcebible que tenga una temporada destacada, especialmente habiendo dinero de por medio. Lo reconozca o no, tiene algo que demostrar, tanto desde el punto de vista de su nuevo equipo como el del antiguo. Si Puig rinde, no se apoderará solamente de un clubhouse, sino de toda una ciudad.
“Si juegas bien, te vas a adueñar del pueblo”, dijo Puig. “Los Dodgers, Cincinnati, donde sea que juegues, si haces tu trabajo, puedes triunfar”.