Autor: Sigfredo Barros Segrera
En ocasiones un único swing hace funcionar el marcador. Pero la mayoría de las veces el bateador, convertido en corredor luego de embasarse, está obligado a pisar la segunda y tercera almohadilla en ese orden antes de conseguir su propósito: pisar el home.
Un remate en el voleibol, una canasta en el baloncesto, un gol en el fútbol, son siempre difíciles, pero no tienen la complicación de anotar una carrera porque –descontando un jonrón–, conlleva todo un proceso de embase y adelanto no exento de riesgos, desde una doble matanza hasta un buen tiro para frustrar la posible anotación.
Aun así, la tendencia en el béisbol de nuestros días es la de anotar como promedio unas cinco carreras por equipo. En la segunda fase de la 57 Serie Nacional, por ejemplo, los seis conjuntos participantes fabricaron 5,24 anotaciones por cada salida al diamante, liderados por Las Tunas, con 6,05.
Si nos fijamos en los parámetros de la Liga Americana en Estados Unidos (la de más ofensiva por el uso del bateador designado), el average de carreras por equipo decrece hasta 4,71, pero algunos conjuntos de mucho poder como Houston (5,53) y New York (5,30) son punteros. En Japón, los promedios son todavía más bajos, pues en la Liga del Pacífico los conjuntos anotaron 4,01 por desafío, mientras en la Central fijaron ese indicador en 4,07.
UN POCO DE HISTORIA
Como es de suponer, las estadísticas de carreras anotadas vieron la luz desde losinicios del béisbol, a finales del siglo XIX. En la Liga Cubana los dos primeros campeones en este casillero fueron Francisco Marín, del club Habana, y Antonio Pérez Utrera, del Fe, ambos con nueve. No fue hasta la temporada de 1894-95 que Alfredo Arcaño elevó la cifra del liderato hasta 36.
Muchas luminarias de este deporte, algunos de ellos miembros del Salón de la Fama de Cooperstown, engrosan la lista de titulares en anotadas. Oscar Charleston, por ejemplo, a quien apodaron «El Ty Cobb negro», jardinero central de los Leopardos de Santa Clara, elevó el total hasta 59 al finalizar el año 1924. Otro miembro del Salón, James «Cool Papa» Bell, conocido por su velocidad entre bases, ganó el galardón dos veces consecutivas en la década de los años 20 con 44 y 52. Después «El Inmortal» Martín Dihigo se llevó las palmas del casillero con 42 en 1935-36.
Pero la marca para la Liga Profesional Cubana fue establecida por un jugador de nombre Orestes Saturnino Armas Arrieta, para toda la afición Orestes Miñoso y en Grandes Ligas con el sobrenombre de «El Cometa Cubano», con 67 anotadas, la tercera vez que se llevaba el título en su carrera como jugador del equipo Marianao.
La marca de Miñoso se mantuvo incólume en campeonatos de nuestro país hasta 15 años después, ya en la Serie Nacional, cuando el mayabequense Antonio «Ñico» Jiménez elevó la cota hasta las 72 y al año siguiente aumentó a 84. Después llegó el torpedero villaclareño Eduardo Paret pisando la goma en 99 ocasiones y, finalmente, el capitalino Enrique Díaz se convirtió en el primero –y único hasta el momento– en ganar el casillero con cien.
En el béisbol de Grandes Ligas el primer campeón de anotadas fue un torpedero y camarero integrante de los equipos Medias Rojas de Boston y Medias Blancas de Chicago quien, en 1876, pisó la goma en 126 oportunidades durante 66 juegos, estableciendo una marca en promedio de 1,91 carreras por desafío, récord que aún se mantiene. Ross Barnes, autor del primer jonrón en la historia de la Liga Nacional (el 2 de mayo de 1876), fue elegido para el Salón de la Fama de Cooperstown y terminó su carrera con 360 de average.
UNA ESTADÍSTICA IMPORTANTE
Vivimos una era de profusión de nuevas estadísticas debido al aporte de esa nueva ciencia llamada Sabermetría, que bien pudiera también nombrarse «la medición del conocimiento».
A las ya conocidas como el OPS, el WHIP y el OBP se unen otras aparecidas en la escena hace relativamente poco tiempo: victorias sobre reemplazo (WAR por sus siglas en inglés), promedio de pelotas en juego (BABIP), valor sobre el jugador de reemplazo (VORP), Expectativa Pitagoriana, etc.
Todas sin excepción tratan de encontrar el rendimiento exacto de cada jugador y, por encima de todo, su real aporte al equipo en el cual se desempeñan. Y es bueno que existan tantos métodos diferentes de medir el rendimiento de un pelotero.
Pero el único criterio para determinar el equipo ganador es saber cual anotó más carreras. No importa si no fue el que remolcó más anotaciones o se embasó la mayor cantidad de veces o su cuerpo de lanzadores tuvo la mejor efectividad. Son las carreras las que deciden. Esa es la razón por la que algunos especialistas afirman que la carrera es la estadística mas subvalorada del béisbol. Y en mi opinión tienen razón.
LINARES, EL MÁS COMPLETO
La tabla estadística que acompaña este trabajo refleja a los cinco máximos anotadores de nuestro béisbol y a los de Grandes Ligas. Como se puede observar Enrique Díaz es el líder absoluto, único por encima de las 1 600. Pero el mejor promedio lo posee el estelar antesalista vueltabajero Omar Linares, muy cerca de una anotada por juego, con 91 menos que Enriquito y 484 desafíos menos jugados.
Con 368 de promedio ofensivo en 20 series nacionales, un average de embasado de 487 y un slugging de 644, además de 404 jonrones, 1 327 bases por bolas y solo 675 ponches en casi 6 000 veces al bate, con 438 de average en 23 eventos internacionales, Omar clasifica como el más completo de todos los peloteros nacidos después de 1959.
PRIMEROS ANOTADORES
SERIE NACIONAL |
|||
NOMBRE |
PJ |
CA |
PROMxPJ |
Enrique Díaz |
2 184 |
1 638 |
0,75 |
Omar Linares |
1 700 |
1 547 |
0,91 |
Eduardo Paret |
1 779 |
1 380 |
0,78 |
Orestes Kindelán |
1 842 |
1 379 |
0,75 |
Víctor Mesa |
1 752 |
1 282 |
0,73 |
GRANDES LIGAS |
|||
Rickey Henderson |
3 081 |
2 295 |
0,74 |
Ty Cobb |
3 035 |
2 246 |
0,74 |
Hank Aaron |
3 298 |
2 174 |
0,66 |
Babe Ruth |
2 503 |
2 174 |
0,87 |
Pete Rose |
3 562 |
2 165 |
0,61 |