Cuando a Julio Alfredo Martínez le dijeron que su estancia en República Dominicana costaba $30,000 o de lo contrario sería deportado a Cuba, al lanzador no le quedó más remedio que regresar a Pinar del Río.
Martínez, un lanzador zurdo de 27 años, se encuentra en su tierra en espera de salir nuevamente del país rumbo a Haití, donde ha establecido residencia legal con el sueño de llegara a las Grandes Ligas.
«Siento bochorno por lo que está pasando, pero no se puede ocultar más», apuntó una fuente dominicana muy conectada tanto al béisbol como a altos mandos de la policía de ese país que conocen del tema. «Martínez y su equipo decidieron no ceder a la extorsión para no satisfacer a estos corruptos. Ahora está pagando el precio».
De acuerdo con al menos dos fuentes en República Dominicana algunos agentes de la Policía Nacional en contubernio con funcionarios de inmigración se estarían confabulando para extorsionar a peloteros cubanos asentados en tierras quisqueyanas.
La fuente dejó en claro que no se trata en lo absoluto de las máximas autoridades de esos organismos -al contrario, estarían interesados en acabar con este delito- los involucrados en la extorsión, sino mandos medios y bajos que se aprovechan de la vulnerabilidad de los jugadores cubanos, la mayoría con residencia haitiana o en el peor de los casos sin un documento legal válido.
Supuestamente, los agentes esperan que los cubanos vayan a sus sitios de entrenamiento y luego los siguen en sus autos para detenerlos, asustándolos con el miedo a la deportación.
Generalmente los chantajes van de los $20,000 a los $50,000, en dependencia de la calidad del pelotero y la solvencia económica de quien ha financiado su vida en la República Dominicana, que sin duda hasta el momento ha sido muy generosa con los cubanos y no es en absoluto responsable, como país, del accionar de este grupo.
«Casi siempre logran su objetivo, porque se ha invertido mucho en ellos y es preferible pagar antes de perderlo todo», agregó la fuente. «Por supuesto que esto es muy secreto y se va a negar todos, ni quedarán pruebas, porque así es mi país. Gente de alto nivel, que no es corrupta, me dicen que van a investigar, pero dudo de esas investigaciones».
Lo interesante en el caso de Martínez, uno de la decena de peloteros deportados, es que no se le envió a la vecina Haití, donde posee residencia, sino que se le devolvió a Cuba, lo cual no deja de ser un destino incierto para sus intenciones de llegar a la gran carpa.
El Nuevo Herald supo de al menos un par de peloteros cubanos que decidieron pasar a Las Bahamas por miedo a este clima de incertidumbre en Dominicana, mientras que otros dos debieron pagar -no ellos, sino sus representantes- al menos $120,000 para evitar ser víctimas de un secuestro.
Martínez había pedido la baja el 8 de enero del 2015, poco antes de que iniciara la segunda parte de la Serie Nacional 54, dejando al conjunto que ganara la Serie del Caribe bajo el mando del manager Alfonso Urquiola.
Participó en eventos internacionales, como el Mundial Juvenil de Edmonton 2008, junto a promesas como Adeiny Hechavarría (Marlins), Aledmys Díaz (San Luis) y José Iglesias (Detroit); y fue incluido en el equipo a los Juegos Centroamericanos de Veracruz 2014.
Varias personas consultadas negaron que el gobierno cubano estuviera detrás de algún tipo de presión para estas deportaciones, sino que el móvil principal estaba relacionado con la avaricia y el deshonor de este grupo reducido de agentes y funcionarios.
Por otra parte, señalaron que también las Grandes Ligas tienen parte de responsabilidad por el tiempo que les toma en conceder la agencia libre a peloteros con todos sus papeles en regla y en medio de un clima que debía ser más distendido al calor del acercamiento con La Habana.
«Los jugadores se desesperan, los agentes se desesperan, gastan dinero, el tiempo pasa y todo esto ayuda a los mezquinos», recalcó la fuente, quien también ha tratado con peloteros de la mayor de las Antillas. «No se entiende la demora de Grandes Ligas. Es algo insensato que le da margen a estos burladores de la ley y castiga a los cubanos».