POR JORGE EBRO
Ninguno de los dos vio el sol de las Grandes Ligas, pero Omar Linares y Ty Griffin dejaron aquello de lo que pudo haber sido y no fue, tras excelentes carreras en el ámbito amateur que los llevó a convertirse en rivales dentro del terreno y amigos en la vida.
Ahora ambos vuelven a verse en el mismo diamante cuando este sábado 24 de noviembre participen, como capitanes de sus respectivas escuadras, en el Juego de Leyendas que tendrá lugar el estadio del Preuniversitario Católico de Tampa, Florida.
“Los dos tienen muy buenos recuerdos de lo que lograron en esos tiempos’’, afirmó Yobal Dueñas, otra gran pelotero cubano que ayuda en la organización de este encuentro. “Ahora vuelven a estar en equipo contrarios, pero pasar un buen rato entre amigos’’.
Esos amigos son varios peloteros cubanos de categoría entre los que sobresalen Rolando Arrojo, Adrián “El Duquesito’’ Hernández, Michel Abreu, Ángel López y muchos más que se van sumando a este encuentro.
Griffin era uno de los mejores peloteros universitarios –estudió en Georgia Tech- cuando fue elegido en el puesto nueve de la primera ronda del Draft 1988 por los Cachorros, un puesto antes que Robin Ventura, quien acabó seleccionado por los Medias Blancas.
Había sido sensación en un tope bilateral en La Habana al pegar jonrones a ambos lados del plato, se le recordaba por el cuadrangular en los Panamericanos de Indianápolis 1987 en la novena entrada para romper una cadena de éxitos antillanos en esos juegos regionales que se extendía desde 1967.
Cuba ganaría la medalla dorada en esos Panamericanos al vencer a Estados Unidos en la final, apoyada en un Linares que finalizó líder de bateo con .529, además de pegar cinco cuadrangulares y anotar 14 carreras.
Más tarde volverían a verse las caras en el Mundial de Parma 1988 ganado por Cuba gracias al jonrón heroico de Lourdes Gurriel –y quizá una mala decisión en la inicial- para empatar un choque que parecía perdido.
En la cita italiana Linares ratificaría su talento con una línea ofensiva de .345/.357/.709,con 15 remolcadas y seis cuadrangulares, mientras Griffin también haría lo suyo con .348/.500/.652, además de 19 anotadas, 13 impulsadas y cuatro vuelacercas.
Linares continuaría su carrera con la selección nacional para seguir ganando Mundiales, Juegos Olímpicos y Copas Interncontinentales, desoyendo las peticiones para que pasara a formar parte del mejor béisbol del mundo, a pesar de que el talento le sobraba.
Griffin finalizaría su trayectoria amateur en la cita estival de Seul 1988 como campeón –la medalla no contaba por ser exhibición- de una escuadra espectacular que integraron, entre otros, Jim Abbott, Tino Martínez, Robin Ventura, Tom Goodwin, Ed Sprague…
“Ambos llenaron una época que todavía despierta pasiones y recuerdos’’, apuntó López, el estelar receptor de los equipos villareños. “Verlos en el mismo terreno nuevamente, será algo fantástico’’.
Mientras Linares era reconocido –el debate siempre estará abierto- como el mejor pelotero cubano salido de Series Nacionales, Griffin tuvo la mala suerte de llegar a los Cachorros durante el reinado del miembro del Salón de la Fama Ryne Sandberg, y de esa situación nace la idea de convertirlo en tercera base.
La movida resultó catastrófica para Griffin, porque fue víctima de una bursitis crónica en su hombro derecho que afectó su bateo. Luego de varias temporadas en las Menores, su estrella se apagó en los terrenos.
Ventura, un tercera base natural elegido los Medias Blancas, un puesto después de los Cachorros con Griffin, jugó 16 temporadas en las Mayores. ¿Pero quién tiene una bola de cristal?
Por estos días, Griffin es un respetado coach de béisbol del Preuniversitario Católico. Casi siempre clasifica a sus equipos por los campeonatos estatales y ahora abre las puertas del terreno escolar a sus amigos cubanos, especialmente a Linares.
El choque debe comenzar sobre la 1 PM. Para más información llamar a los teléfonos: 832-901-8499 o 813-361-1357.