Siempre ha sucedido en el béisbol, año tras año, desde tiempos inmemoriales. Quizás sea porque fueron las primeras en darse a conocer, en ganar publicidad, pero lo cierto es que las estadísticas ofensivas son priorizadas y tienen superior ascendencia entre la afición. Pitcheo y fildeo, sobre todo este último, vinieron después.

Por esa razón, los equipos de mayor potencia a la hora de batear, con hombres capaces de variar la decoración de un partido con una conexión o de embasarse frecuentemente, son valorados por encima de otros sin esas características. Se aduce que batear es lo más difícil en el béisbol y, por consiguiente, el que mejor lo hace a la hora de pararse con un bate en el home debe tener grandes posibilidades de ganar un torneo, por muy difícil o extenso que este sea.
La Serie Nacional cubana no es una excepción. Desde los inicios de esta 55 edición muchos lanzaron campanas al aire cuando se dieron a conocer las nóminas de los 16 equipos concursantes en la etapa clasificatoria. Industriales, con una alineación bateadora por excelencia, con varios integrantes del equipo Cuba (los tres hermanos Gurriel, Malleta, Stayler Hernández, Rudy Reyes además de un receptor que se ha desbordado madero en mano, Frank Camilo) salió al diamante con etiqueta de favorito.
En parte ha sido así, pues los Azules comparten el segundo lugar de la justa con otros dos elencos, a distancia mínima del líder Ciego de Ávila. Pero no ha sido así particularmente cuando analizamos las estadísticas de la segunda etapa —sin tener en cuenta lo acontecido en los primeros 45 partidos—, en las que se demuestra que conjuntos menos bateadores permanecen cercanos a la cima.
COCODRILOS, MEJOR BALANCE
A simple vista parece toda una mayúscula sorpresa ver a los Cocodrilos yumurinos ascender como la espuma del séptimo puesto en el que terminaron la fase inicial a la segunda posición en solo una docena de juegos efectuados.
Pero no lo es. Los lanzadores matanceros son los primeros en promedio de carreras limpias, 3,53, y líderes en menos average rival, un excelente 242. Y a la hora de batear promedian 306, segundos detrás de Industriales y punteros en carreras anotadas, 79. En total, los discípulos de Víctor Mesa anotan 28 carreras más de las permitidas, de ahí su espectacular ascenso. No sucede lo mismo con los Leones de Javier Méndez, primeros en bateo (323) pero con un cuerpo de serpentineros con 4,59 de PCL y 68 anotaciones permitidas, máximos responsables de las siete derrotas en doce salidas.
En cuanto a los Tigres de Roger Machado, han salido descaminados en esta fase final. Últimos en PCL, 4,63 y sextos en bateo, su balance entre anotadas y permitidas es solo de tres a favor, lo cual ha permitido el acercamiento de tres de sus rivales a la cima que ocupan desde la arrancada de la Serie, en agosto del pasado año. El caso de los Vegueros vueltabajeros es curioso: sus lanzadores son los que menos carreras aceptan, 50, y sus bateadores son los que menos anotan, 47, un aspecto muy negativo pues obliga a sus tiradores a trabajar siempre en tensión, sin ventajas apreciables.
Nada es absoluto en el béisbol. Si batear poco es malo, lanzar con baja efectividad también lo es. El balance adecuado entre las dos áreas del béisbol solo se logra con una adecuada compensación entre la ciencia del bateo y el arte del pitcheo.