Por Natahlie Alonso
La sencillez con la que Lourdes Gurriel se presenta hoy en día – «Soy Lourdes Gurriel, padre de tres hermosos hijos: Yunieski Gurriel, Yulieski Gurriel y Lourdes Jr. Gurriel» – minimiza las hazañas de un legendario beisbolista conocido en su tierra como «El hombre de los grandes momentos».
Mucho antes de que dos de sus hijos debutaran en Grandes Ligas – Yuli milita con los Astros y Lourdes hijo con los Azulejos – Gurriel era una estrella en la Serie Nacional de Cuba, donde tuvo promedio de .323 con 2,026 hits, 247 jonrones y 1,077 impulsadas en más de 1,700 juegos desde finales de los años 70 hasta principio de los 90. En ese tramo, ganó dos títulos de bateo y un premio al Jugador Más Valioso.
Fue en el ámbito internacional que Gurriel, un jardinero, forjó su reputación como un bateador oportuno. En una época en la que Cuba era monarca indiscutible del béisbol amateur, el cañonero fue una pieza clave de la selección nacional durante 15 años.
Uno de sus momentos más recordados se produjo en la final de la Copa Mundial de Béisbol de 1988 en Italia, en la que empató la pizarra con un jonrón en la novena entrada ante los Estados Unidos para que Cuba conquistara el certamen. Cuatro años después, en los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona, Gurriel bateó .400 con 10 remolcadas en nueve juegos para ayudar a Cuba a capturar la medalla de oro.
Las políticas del gobierno comunista de Fidel Castro impidieron que Gurriel y otros grandes peloteros cubanos incursionaran en las Grandes Ligas. Desde que Castro tomó el poder en 1959, desertar – abandonar la selección nacional durante un torneo o escapar de la isla – ha sido hasta ahora la única forma de que un jugador cubano llegue a las Mayores.
«El orgullo de todo atleta, que no nos pasó a nosotros, es jugar en Grandes Ligas», dijo Lourdes padre durante una entrevista con LasMayores.com en octubre desde la casa de la familia en Houston. «Ya te probaste. Si lo hiciste bien, felicidades. Si lo hiciste mal, lo hiciste mal, pero te probaste, que es lo máximo».
Con el fin de eliminar el tráfico humano que las deserciones conllevan, el mes pasado, MLB, el Sindicato de Jugadores de MLB y la Federación Cubana de Béisbol anunciaron un acuerdo que crearía una vía legal para que los cubanos jueguen en las Grandes Ligas.
Es el tipo de pacto que quizás le hubiera permitido a Gurriel padre probarse en MLB y hubiese cambiado el destino de sus hijos. Yuli y Lourdes hijo se fugaron en Santo Domingo, con el fin de llegar a Grandes Ligas.
Los Gurriel no quisieron comentar sobre el nuevo acuerdo, pero en octubre, el patriarca de la familia se dijo satisfecho de que dos de sus hijos hayan alcanzado el sueño que él no pudo cumplir.
«Me siento muy contento, muy orgulloso de que ellos pudieran estar en Grandes Ligas, pudieran probar lo que yo no pude probar, que me hubiera gustado haberlo probado igual que ellos», manifestó Gurriel. «Porque tengo todos los títulos, pero no puedo compararme con nadie que haya jugado en Grandes Ligas».
Yuli, un infielder quien en 311 juegos de por vida en las Mayores lleva promedio de .291 con 34 jonrones y 175 carreras impulsadas, cree que la generación de su padre hubiese dejado huella en la Gran Carpa.
«Hubieran venido aquí y hubieran tenido la posibilidad de jugar; no me cabe duda de eso», dijo Yuli, de 34 años, durante la Serie de Campeonato de la Liga Americana del 2018. «Pero bueno, solamente sé que queda en un mito.
Nunca se hizo realidad. Nosotros venir aquí y poder cumplir nuestros sueños, de verdad que siempre nos lo dice, se siente muy orgulloso por eso».
DE TAL PALO, TAL ASTILLA
Los Gurriel, oriundos de Sanctí Spíritus, son una de las familias beisboleras más distinguidas de Cuba. Un hermano, un tío y un primo de Lourdes padre también jugaron en la Serie Nacional.
Luego de retirarse como jugador, Lourdes padre dirigió en la Serie Nacional y a la selección cubana, además de fungir como instructor para el Clásico Mundial de Béisbol 2009.
Cuando era jugador, Lourdes padre llevaba a sus hijos a las prácticas para que vieran cómo era la vida de un pelotero. Pero aun mientras les inculcaba a sus hijos el amor por el béisbol, sabía que no podía obligarlos a ser peloteros y reconoce que le preocupaba que eligieran otras carreras.
«Siempre me habló del amor a la camiseta», recuerda Yuli. «Una de lascosas que siempre me dijo desde chiquito fue, ‘¿Te gustaría jugar béisbol?’ Yo le dije, ‘No, sí, papi, sí, me gustaría ser cómo tu’. Me dijo, ‘Bueno si te decides a jugar béisbol, este deporte tienes que amarlo desde el principio y jugarlo como si fuera el último día de tu carrera'».
Lourdes hijo afirma que el béisbol «ni se nos ha impuesto ni es una obligación».
«Cuando nosotros empezamos, mucha gente pensaba que era porque mi papá nos había obligado, que porque mi papá era pelotero teníamos que ser peloteros, pero no fue así», dijo Lourdes hijo por vía telefónica desde Miami. «Prácticamente nos nació.
«Es verdad que estábamos viendo pelota desde que éramos bien chiquitos, mis hermanos y yo más, ya que cuando tuve uso de razón, ya estaban mis hermanos jugando. Era demasiada la pelota que estaba viendo. Me encantaba. Incluso había veces que mi papá y mis hermanos se molestaban porque me llevaban a los juegos y a mí no me gustaba ver la pelota porque lo que yo quería era jugarla».
Los hijos de Lourdes Gurriel no solamente acogieron el béisbol, sino que se convirtieron en jugadores élite.
Yunieski, el primogénito, disputó 16 campañas en la Serie Nacional como jardinero y fue reconocido como JMV dos veces. Un acuerdo entre el gobierno cubano y la liga independiente Can-Am de Canadá le permitió jugar dos temporadas por los Capitales de Quebec.
Yuli se convirtió en el rostro del béisbol cubano. Fungiendo principalmente como tercera base, bateó .337 con 239 jonrones y 988 carreras impulsadas en 15 campañas en la Serie Nacional y fue nombrado JMV en el 2005. Al igual que su padre, Yuli se destacó a nivel internacional. Ayudó a Cuba a conquistar oro en los Juegos Olímpicos del 2004 en Atenas y también jugó en las primeras tres ediciones del Clásico Mundial de Béisbol. Un acuerdo entre Cuba y el Béisbol Profesional Nipón le permitió a Yuli jugar por los Yokohama DeNA BayStars en Japón.
Lourdes hijo, el infielder conocido como «Yunito», hizo su debut en la Serie Nacional a los 16 años y en seis temporadas dejó promedio de .277 en 305 juegos.
Aunque durante años los equipos de Grandes Ligas tenían en la mira a Yuli, los Gurriel insistían en que querían incorporarse a las Mayores con el permiso del gobierno cubano. Pero se cansaron de esperar y en febrero del 2016, después de la Serie del Caribe en Santo Domingo, Yuli y Lourdes Jr. huyeron del hotel en el que se hospedaba la selección cubana, con destino a Haití, donde se convirtieron en residentes de dicho país e iniciaron el proceso de convertirse en agentes libres de Grandes Ligas.
Yuli firmó con Houston por cinco años y US$47.5 millones en julio del 2016 e hizo su debut de Grandes Ligas en agosto de ese año. Ya tiene un anillo de Serie Mundial a su nombre, obtenido en el 2017. Lourdes hijo fichó con Toronto por siete años y US$22 millones previo a la campaña del 2017 y debutó en Gran Carpa en abril del 2018. En 65 partidos el año pasado, tuvo promedio de .281 con 11 cuadrangulares y 35 carreras producidas.
Lo más difícil para ambos, afirma Lourdes hijo, fue dejar a su familia, que siempre ha sido muy unida. Ahora mismo, todo el clan Gurriel vive en Miami.
«Decidimos que eso era lo mejor en ese momento», dijo Lourdes hijo. «Ni mi papá, nadie tuvo que ver con eso. Fue una decisión que tomamos nosotros. Gracias a Dios todo salió bien».
Aunque no fue partícipe en la decisión de sus hijos – «Nadie que vaya a tomar una decisión de ese tipo la consulta», señala – Lourdes padre les ha brindado todo su apoyo.
«Fue un logro que Dios me dio que pudieron ser peloteros», expresó. «Y estar jugando en el béisbol de Grandes Ligas, eso es un sueño que – nunca lo pensé».
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LOS HERMANOS PIÑA
Como grandeligas, Yuli y Lourdes hijo se han dado a conocer como los Piña Brothers (Hermanos Piña), apodo inspirado por el estrafalario peinado que ambos han adoptado. En la casa Gurriel en Houston, la imagen de la piña es un motivo decorativo recurrente.
No hay duda de que a los hermanos Gurriel les sobra estilo. El Hombre de los Grandes Momentos se preocupa más por su juego.
Y es que Lourdes Gurriel no se conforma con que sus hijos hayan llegado a la Gran Carpa; quiere que se destaquen, por lo que caracteriza ser padre de dos ligamayoristas como «una gran experiencia y a la vez un sufrimiento».
«Uno siempre, como jugó béisbol, quiere que ellos den el máximo y es muy difícil», expresó Lourdes padre. «Pero bueno, uno siempre tiene que exigir para que ellos puedan hacer su trabajo».
Gurriel no se pierde un juego de sus hijos. Cuando los Astros y Azulejos juegan en el mismo horario, ve ambos partidos simultáneamente en dos pantallas. Si solamente tiene acceso a una pantalla, sigue uno de los juegos en su teléfono móvil. De una forma u otra, siempre está atento.
«Estoy mirando constantemente», dijo Gurriel. «No se me puede perder ningún detalle».
Gurriel estaba pendiente de los dos partidos desde Miami el 21 de septiembre, jornada en la que Yuli y Lourdes hijo se convirtieron en los primeros hermanos en la historia de Grandes Ligas que conectan múltiples jonrones en el mismo día.
«Fue muy difícil esa acción que hicieron», dijo Lourdes padre. «(Fue) muy emocionante para todo el mundo, porque eso salió por todos lados».
Sea que vengan de un juego bueno o malo, los peloteros recalcan la importancia de voltear la página rápidamente. Los hermanos Gurriel no pueden pensar en el próximo partido sin antes analizar el último con su padre.
Gurriel espera entre 45 minutos y una hora – el tiempo que les toma a Yuli y a Lourdes llegar del estadio a la casa o al hotel – para llamarlos.
«Empezamos a debatir del juego», dijo Lourdes padre. «Todo lo que hicieron bien, todo lo que hicieron mal. A corregirles defectos. Cómo le hicieron los pitcheos, cómo le fueron a los pitcheos – eso yo lo hago todos los días con ellos».
Cuando les va mal, señala Gurriel, sus hijos demoran en contestarle.
«Nos tomamos nuestros minutos, porque sabemos que viene el resumen completo», cuenta Lourdes hijo entre risas. «Digo ‘ayyy’, pero ya cuando nos calmamos un poquito, (decimos) ‘Bueno, vamos a recibir los que nos merecemos'».
«Es todos los días, bien religioso», dijo Yuli al respecto. «Aparte es muy observador. Cuando él jugaba también era un pelotero muy inteligente. Y de verdad que me ha ayudado mucho. Cada vez que terminan los partidos, me dice qué hice mal, qué debería hacer para mejorar. Y de verdad que lo tengo como algo como un ritual. No lo puedo dejar».
Gurriel viene instruyendo a sus hijos desde que eran niños. En Cuba, donde escasean los recursos para entrenar, usaba métodos pocos convencionales. Por ejemplo, los ponía a practicar el swing por dentro frente a un espejo.
«Si lo hacían mal, rompían el espejo», señala Lourdes padre.
Durante el receso de temporada, Yuli y Lourdes hijo entrenan en Miami, bajo el tutelaje de su padre y su hermano mayor. Pero, aunque ahora cuentan con todas las herramientas que usan los jugadores modernos para prepararse, para los hermanos Gurriel, el recurso más importante sigue siendo el de siempre.
«Los consejos de mi papá prácticamente no terminan», dice Lourdes hijo. «De verdad que gracias a eso estamos nosotros aquí».