Por : Oreidis Pimentel Pérez
La historia beisbolera de Cienfuegos es bien amplia desde principios del siglo XX. En su legado sobresale la presencia de jugadores en las ligas negras de Estados Unidos, un pulcro Cienfuegos Sport Club en la Liga Amateur, y los sensacionales Elefantes de la pelota profesional cubana.
De las últimas décadas se recuerdan más de un bateador temible, no solo en Cuba sino también en Grandes Ligas, y sus pitchers zurdos que hicieron época en los torneos domésticos y llegaron incluso al equipo nacional.
Varias de estas figuras integran el All Stars histórico con el que continuamos en OnCuba la serie sobre los mejores peloteros cubanos de todos los tiempos. No todos caben en esta selección, pero en ella están los más brillantes destellos beisboleros de la Perla del Sur.
Receptor: Andrés Fleitas (años 40), José “Joe” Azcue (década del 60) y Osvaldo Arias (finales de los 90 y principios del siglo XXI) son los candidatos.
El primero, del central Constancia, fue de los mejores bateadores con el Almendares, receptor inamovible y hasta cuarto bate del equipo nacional. De Arias de sebe destacar su poder en Series Nacionales. Pero el elegido es “Joe” Azcue por su perfomance en las Grandes Ligas.
Azcue comenzó como suplente en los Elefantes del Cienfuegos, pero en su cuarto torneo fue regular y el mejor cátcher de la Liga Cubana, justo en el último año de esta. Paralelo, estuvo en cuatro equipos de ligas menores y en la liga venezolana, más los Cuban Sugar Kings y el Jersey City, hasta que pasó a los Rojos de Cincinnati en la MLB. En la Gran Carpa se mantuvo 11 años con cinco equipos, donde bateó 252, con 50 jonrones y superó las 300 impulsadas.
“Joe” estuvo en un Juego de Estrellas y en dos no hit no run, ostenta a la defensiva un récord de más doble plays protagonizados por un cátcher (13 veces en 1963), pero el dato más relevante es que tuvo un elevadísimo por ciento de cogidos robando, incluido un 62 por ciento en 1966, y una defensa de… ¡992! , una cifra de otra galaxia, aun cuando entre cátchers cubanos se hable más de Juan Castro y de Ariel Pestano.
Primera base: Hay muchos buenos aspirantes en esta posición –advierto que Antonio Muñoz es originario de Sancti Spíritus–, y entre ellos destacan René González (años 40), el zurdo Lorenzo “Chiquitín” Cabrera (años 40) y José Dariel Abreu (siglo XXI), todos con pedigrí profesional.
Mi voto es para “Pito” Abreu, cuya ofensiva (342) fue demoledora en sus 10 Series Nacionales, en las que exhibió 621 de slugging, con 184 jonrones, 593 impulsadas y un excelente 983 defensivo.
Luego, se convirtió en uno de los mejores novatos en Grandes Ligas, al debutar para los Medias Blancas de Chicago con nada más y nada menos que 36 jonrones, quinto en impulsadas con 107 y sexto en promedio de bateo con 317. Incluso esa temporada lideró el circuito con 581 en slugging y desde entonces sus números han seguido brillando a pesar de no estar en una de las franquicias más ganadoras.
Segunda base: Ángel Fleitas (años 40), Adolfo Borrell, Aldo Suarez del Villar, Lázaro López (años 80 y 90) y José Alain Díaz (década del 90) se baten por la titularidad en la intermedia.
Del grupo, Borrell tuvo menos ofensiva, aunque fue efectivo durante 13 temporadas con equipos del centro del país, Suárez del Villar fue chocador de bola y Díaz fue el de mejores números (282 ofensivo y 967 defensivo), e incluso era solicitado como refuerzo en las Copas Revolución.
El de más currículo es Lázaro López, quien nació en Villa Clara, con la cual debutó y se retiró, pero sus mejores números dentro de 17 nacionales, 8 selectivas y una Copa Revolución hay que buscarlos con Cienfuegos, donde también fue tercera base.
Sin embargo, en detrimento de López y el resto, me decanto por un infielder del central Constancia que sí pudo medirse como profesional. Aunque con menos bateo que su hermano Andrés, Ángel Fleitas integró los Senadores de Washington en 1948, con los cuales actuó en 15 juegos.
Su paso por las Menores fue más prolijo, ocho temporadas en cuatro equipos de clase AA y A, en especial los Lookouts de Chattanooga, en los que conectó 272. Antes de hacer maletas siguió a su hermano en el Hershey de la UAAC, integró la selección nacional en 1943 y 1944 –incluso fue capitán– y en la Liga Cubana fue eficaz en la segunda de los Rojos del Habana y con los Reds en la Liga de la Federación.
Campo corto: Debe ser Bienvenido “Patajorabá” Jiménez (décadas del 10 y 20) a pesar de la lejanía de su época, pues la espectacularidad de Erisbel Arruebarruena (principios del siglo XXI) fue opacada por su baja ofensiva y detalles técnicos que lo apartaron de los Dodgers de Los Ángeles, una vez que saló a la MLB.
“Patajorabá” estuvo en 12 temporadas de la pelota profesional cubana (con Habana, San Francisco, Cuban Stars, América, Almendares y Cienfuegos) y un torneo independiente. Su 270 ofensivo no nos dice mucho hoy en día, pero tamizado con el rating época es elocuente para los jugadores de principios de siglo XX.
En 1921 obtuvo cinco liderazgos ofensivos, pero se hizo famoso por su extraordinaria velocidad y su capacidad “robadora”, al extremo de estafar 6 bases en tres entradas y luego extender su récord a 8 en otro partido. Es el noveno en este acápite (78) dentro de la historia de la Liga Profesional Cubana.
Además, fue de los astros en las Ligas Independientes de Color al representar a los Cuban Stars, Cuban Stars East, Cuban Stars West, Cincinnati Cubans y en 1920 estuvo en la serie de los Cubans contra los All Nations. Desde 1951 está en el Salón de la Fama en Cuba.
Tercera base: No hay discusión con Pedro José Rodríguez. Entre el segundo quinquenio de los 70 y principios de los 80 no hubo otro jonronero más consistente en Cuba y que llevara las pelotas a 500 o más pies –si bien con aluminio—que Cheíto, pero por oscuras y absurdas circunstancias fue sancionado y cortada una gran carrera que bien pudo sobrepasar los 2,000 hits y los 300 jonrones.
El “Señor Jonrón” botó 286 pelotas y en la flor de su carrera formó en el equipo Azucareros, junto al zurdo Muñoz, el dúo más ofensivo. Estuvo por cuatro temporadas consecutivas como líder en cuadrangulares (desde 1977 hasta 1980), fue tres veces mayor empujador de la liga y recibió muchas bases intencionales. En Selectivas fue dos veces el slugger con más bambinazos –destacando sus 28 “palos” en 1978, año divino en el que botó otras 15 en los centroamericanos de Medellín– e igual número de ocasiones el de más impulsadas.
En 15 temporadas su slugging fue de 545 –el más alto de un cienfueguero antes de la llegada de “Pito” Abreu–, con 969 carreras fletadas y ofensiva de 287. Con el equipo nacional todos recuerdan el título mundial de 1980, decidido por uno de sus descomunales batazos. Con las cuatro letras bateó 258 entre cuatro mundiales, dos panamericanos, dos centroamericanos y una Intercontinental (con triple corona).
Right field: Sixto Hernández (década del 70) es uno de los mejores jardineros en Series Nacionales, frisa los 300 ofensivamente en 14 series; Román Mejías (años 60) estuvo tanto en la Liga Nacional como en la Americana –con 54 jonrones entre ambas, y en Cuba fue el octavo mejor de por vida, con 31–, pero elijo al palmireño Yasiel Puig (primeras décadas del siglo XXI) por sus herramientas y su actuación desde 2013 en la MLB.
Aun con dos años en Cuba sus números (316 de average, 539 de slugging y 24 jonrones) fueron una alerta de lo que sobrevendría allende el estrecho de la Florida.
El muchacho es toda polémica por su desenfadado y agresivo juego en los jardines y en las bases, al punto de ser apodado “Caballo Loco”. En apenas su primer año fue subido del Chattanooga clase AA al roster de los 40 de los Dodgers de Los Ángeles, encontró cupo y en su primer mes fue más valioso de la liga y el mejor novato, primer hombre en conseguirlo, sin mencionar que conectó 44 inatrapables, a cuatro del récord de Joe Di Maggio.
En esa temporada bateó 319 y lució un brazo como cañón que enfrió a más de uno en tercera. También igualó una marca jonronera para novatos vigente desde 1900 y la de más empujadas en los primeros 10 partidos, pero se metió en muchos líos por su carácter.
Ya con una final de Serie Mundial como experiencia, Puig tiene mucho por dar todavía y, a pesar de algunas inconsistencias, por su calidad deportiva no debe ser bajado de la carroza en varios años.
Center field: Aunque “Charles” Pérez (años 30 y 40) fue de los mejores defensivos en esta posición y su bateo no era pobre en lo absoluto, otro candidato tuvo 9 temporadas en las Grandes Ligas, con abrumador factor de rango en las atrapadas: José Tartabull.
Tartabull jugó poco en Cuba, aunque lució un mundo con el Perseverancia de la Liga de Pedro Betancourt, y luego fue un gran jardinero en las Mayores entre Kansas, Oakland y Boston. En el center field obtuvo peor promedio defensivo que en izquierdo o en el derecho, pero fue la posición donde más se desempeñó (340 juegos) y aunque no se destacó por gran brazo, sí lo hizo por su extraordinaria precisión, como cuando permitió con su tiro Tartabull’s Throw el último out de la Liga Americana a favor sus Medias Rojas contra los Medias Blancas de Chicago.
Era el clásico chocador de bola, muy ligero, robador y agresivo en las bases. Su 261 ofensivo es discreto; sin embargo, lograba desestabilizar a los infielders con sus corrido en las bases, mientras su defensa fue más valiosa, con 986.
Left field: Queda esta posición para un jardinero y entre los posibles nombres no debe faltar un guajiro de Cumanayagua. Mi elegido es Ultus Álvarez (años 50 y principios de los 60), el noveno bateador con más cuadrangulares en la Liga Profesional Cubana (28), uno de los símbolos de los Elefantes del Cienfuegos durante siete temporadas.
Álvarez superó las 100 impulsadas, con bateo de 243. En los años 50 sus liderazgos consecutivos entre los jonroneros, con sendas decenas en la 55-56 y la 56-57, fue algo insólito.
En las Ligas Menores norteamericanas también brilló al bate: botó más de 140 pelotas, dio más de 1400 hits, tuvo average de 272) y sluggingde 455 en 13 temporadas, aunque también actuó en México. Estuvo tres años con los Cuban Sugar Kings (bateó 242) y fue bicampeón en las Series del Caribe, donde bateó 222.
Si un lunar negativo tenía Ultus eran los ponches, pero a fin de cuentas era un slugger.
Designado: Podríamos mencionar a Héctor Olivera (años 80), de gran bateo y sin base fija, pero existió un Cristóbal Torriente (década del 20). El poder y los míticos jonrones de este último en la primera mitad del siglo XX son credenciales suficientes. A pesar de su imponente corpulencia, para su época, era muy rápido en los jardines, de gran brazo y capaz de hacer espectaculares jugadas en las Ligas Independientes de Color.
Su fortaleza física le permitía desarrollar buena aceleración entre las bases, prueba de ellos son sus cinco lideratos en triples. Pero su condición de zurdo slugger, con cinco coronas en cuadrangulares, y la posibilidad de elegir a otros jardineros ágiles lo hacen un designado ideal.
Fue el segundo jugador con más alto average en el profesionalismo cubano (352), específicamente con Habana y Almendares. Además, fue cuatro veces el líder en extrabases y tres en hits, aunque su épica hazaña fueron los tres cuadrangulares que dio contra los Gigantes de Nueva York en 1920. Un año después de su prematura muerte, 1938, ya era exaltado al Salón de Fama Cubano y también lo fue en Cooperstown.
Utility: Reemberto Rosell, otro hombre de Palmira, como “Caballo Loco” Puig. La “Regadera cienfueguera” (años 80 y 90) podía jugar en el infield y en los jardines, y sería injusto dejar fuera de esta selección utópica a un jugador con tan alta capacidad para embasarse e impresionante cifra de 1918 hits, más su reinado absoluto en el acápite de los triples, el batazo más difícil y que él hizo fácil con 11 lideratos.
Su fenomenal tacto lo llevó a ser cuatro veces líder en hits en las 21 Series Nacionales en las que actuó. También exhibió siete series con más de 100 cohetes, así como en la Selectiva (estuvo en 11 de ellas) de 1992. Su ofensiva fue de 323.
Lanzadores: De la vieja época, selecciono a Pedro Dibut, José Homma Nakamura, Isidoro León, Sandalio “Potrerillo” Consuegra y Alfredo Ibáñez; del período revolucionario, a Rolando Macías, Roberto Almarales, Norberto González y Adiel Palma.
Hay otros lanzadores de buenos números, como Ramón Castellanos (92 y 72) y Yosvani Pérez Ruiz (68 y 87) con menos de cuatro limpias respectivamente, pero en un equipo hacen falta relevistas, por tanto otorgo el décimo cupo a Duniel Ibarra, cuya función como relevista es muy importante en la integralidad de una novena ideal.
Dibut (década del 20) tuvo el mérito de vencer a novenas norteamericanas de paso por Cuba. Más por disciplina que por falta de calidad no pudo mantenerse en los Rojos de Cincinnati, pero sí en otro circuito rentado como las Ligas Negras. También estuvo en las Menores con el Milwaukee y con los Jackson Stars frenó en 1929 a los Yankees campeones de Serie Mundial. Incluso incursionó en el amateurismo norteamericano, mientras en Cuba fue campeón amateur con los Federales del Cienfuegos y militó en el Habana y Santa Clara profesional.
Nakamura (años 40) fue un exótico descendiente de japoneses, quien del central Tinguaro pasó al Cienfuegos Sport Club, Santa Clara profesional, Havana Cubans y varios equipos de Ligas Menores (74 y 53 en ocho temporadas entre case A, C y D, con 2,71 de por vida). También con el Cienfuegos de la Liga Profesional de Verano (1946), Marianao, Habana y en países como Colombia, México (cuatro temporadas), República Dominicana y Nicaragua. Por demás, dirigió tanto en la Liga de Pedro Betancourt como en provinciales de Matanzas y en Series Nacionales.
Isidoro León (finales de los 30 y década del 40) nació en Cruces y era llamado “El Mariscal” por ser el primer brazo del Círculo Militar y Naval, en la UAAC, con quienes ganó 65 y perdió 22, y ganó la corona en 1943. Representó a Cuba en Series Mundiales Amateurs y se fue invicto en cinco salidas. Llegó tarde al profesionalismo y entre las ligas del Cerro y la Tropical, a fines de los 40, obtuvo discreto 3-4 para finalizar con balance positivo de 5 y 2 con los Havana Cubans.
“Potrerillo” (desde finales de los años 30 hasta los 50) fue otro de los mejores del amateurismo e incursionó con laureles en el béisbol rentado. Sumó 169-117 entre el Deportivo Matanzas, la Liga Cubana, Serie del Caribe, Havana Cubans, Cuban Sugar Kings, Ligas Menores y series mundiales amateurs. Además, llegó a ser Big Leaguer –en la Gran Carpa le decían Sandy– con los Senadores de Washington, los Medias Blancas de Chicago, los Orioles de Baltimore y los Gigantes de Nueva York, y también estuvo firmado en México.
Alfredo Ibáñez (década del 50) era del central Hormiguero y a principios de los 50 lució tanto en Canadá como en las Menores de Estados Unidos, antes de sumarse al Cienfuegos profesional. Allí lanzó mucho como relevista y a pesar de su 1 y 4 promedió 3,81. Su principal mérito fue ser un lanzador ganador en los circuitos foráneos, con temporadas de 19 y 16 éxitos respectivamente.
Rolando Macías (décadas del 60 y principios de los 70) ostenta el octavo mejor promedio de limpias (2,17) en Series Nacionales. Del “músico de San Fernando de Camarones” muchos recuerdan sus 17 victorias con los Azucareros entre 1968 y 1969, un record de 14 éxitos consecutivos que permaneció imbatible por más de dos décadas y el 0,69 de limpias en la Serie de los Diez Millones.
Macías es de los cienfuegueros con más éxitos (110-65) y mejor promedio. Completó 89 desafíos de los 192 que abrió, le batearon apenas 227 y sus más de 801 ponches contra 387 boletos dicen a las claras de su control y dominio.
Almarales exhibe más derrotas que victorias (107-115), pero con un equipo sotanero y cuando reforzaba en la Selectiva sus dividendos personales mejoraban. A su favor está que es de los pocos cienfuegueros con más de 100 laureles, el tercer cienfueguero con más ponches en Series Nacionales y que su promedio de limpias (3,95) es menor de 4, similar a otros lanzadores sin tantas series como él (19).
Norberto González fue de los mejores zurdos de las primeras décadas del siglo XXI, de hecho es el siniestro con más triunfos en Clásicos Mundiales. Ganó 139 y perdió 121 en Series Nacionales, aunque su promedio de limpias fue de 4,00, lo cual no le impidió terminar con buen promedio. Tuvo un importante rol de relevista en el equipo nacional y logró probarse en la pelota profesional italiana. Fue campeón olímpico en Atenas 2004 y subcampeón en Beijing 2008.
El otro grande de la mano equivocada fue Palma, el domador de los canadienses en los eventos internacionales. Con 139 éxitos y 165 derrotas hubo dos Adiel, uno con actuaciones discretas a principios de los 90 y otro con una segunda primavera que lo consolidó como el mejor zurdo de Cuba, llevando a Cienfuegos a su primer play off luego de la división política de 1976.
En 21 series propinó igual número de blanqueadas y tuvo PCL de 3,94. Lideró el pitcheo de Cuba en la olimpíada de 2004 (con 3 victorias) y asistió al primer Clásico Mundial.
El último cupo es para Duniel Ibarra, el segundo relevista con más salvamentos (124) en Series Nacionales. Ganó 32 y perdió 37, excelente para un tirador de segunda línea que compiló 3,98 como promedio de limpias. El dato elocuente es que auxilió en 453 ocasiones de las 455 en que actuó.
Director: Los mejores directores de la época profesional no eran originarios de Cienfuegos.
Ángel Cándido González (años 30 y 40) fue el primer gran jefe local, cuando condujo al Sport Club al título de la UAAC en 1941, pero dependía en extremo de la efectividad de un solo pitcher, Conrado Marrero.
Otro candidato es Juan Yero López “Capitán Cerebro” (años 20 hasta los 40), ex-segunda base de la Casa Stany y director de los Maristas en Cienfuegos, de Sancti Spíritus y del equipo Trinidad y Hermanos en Ranchuelos.
En lo sucesivo otros directores tuvieron que exponer su sapiencia para ganar y muchas décadas después, cuando ya Cienfuegos era una provincia, el de mayores resultados fue su ex-lanzador Iday Abreu. Este es el elegido a pesar de su corta carrera al mando.
Iday contó con la mejor generación sureña, a la cual lideró para alcanzar récord de victorias durante la clasificatoria. Tal vez una polémica decisión en tercera desbalanceó el play off y el bronce se queda hasta ahora como el mejor cupo de los nuevos Elefantes, aunque tras nuevos años de sequía, el desempeño de sus jóvenes en la actual seria sub-23 trae nuevos aires de esperanza.