JORGE EBRO
Este es el wikileaks de los Marlins. Nadie en su sano juicio dentro de la organización hubiese querido que el nombre de José Fernández cayera como un golpe de mano sobre la mesa de la opinión pública, nadie habría deseado -a no ser un Maquiavelo de bolsillo- que el joven lanzador supiera que su futuro se está manoseando entre gerentes generales y propietarios de equipo.
Justo cuando hace unos días Mike Hill, presidente de operaciones de béisbol, juró que Fernández no era negociable, la jauría mediática ha descubierto en las reuniones invernales que el equipo lo ha colocado en venta, eso sí, a cambio de una cantidad de talento que pocos estarían en condiciones de ceder.
Pero eso es lo de menos, lo irrelevante. Ya estas alturas el chico sabe muy bien cómo se proyecta el plan maestro de la franquicia y que, más temprano que tarde o de cualquier manera, terminará marchándose. Tal vez no ahora que va a su primer año de arbitraje y proyecta ganar poco más de $2 millones, pero sí antes de que llegue a la agencia libre, cuando ese escualo de los negocios que responde al nombre de Scott Boras, su agente, pedirá por él hasta las nieves del Kilimanjaro.
Boras, ya se sabe, mantiene una relación llena de parches y puentes medio rotos con la oficina central de los peces y bajo ningún concepto permitirá que Fernández acepte una oferta prematura, sin importar esa Tommy John en el codo. Este es un hombre a quien le gusta el riesgo y, sobre todo, la recompensa.
De continuar saludable, Fernández continuará poniendo números de asombro y su precio ascenderá de una forma exponencial a tal punto que a los Marlins solo les quedará contar los días hasta su despedida definitiva. ¿Recuerdan el caso de Miguel Cabrera? Esto es parecido, pero cierto morbo espolvoreado por encima.
Nadie puede engañarse y pensar que Giancarlo Stanton representa a esta organización. Esto es de Fernández en el centro, de frente y cualquier dimensión. Ningún otro jugador trae ese valor añadido, ese elemento que rompe la monotonía y sienta aficionados en las gradas. El cubano podrá tener errores, pero a la hora de competir le saca raya y media al resto de sus compañeros, incluido el poderoso jardinero con cara de esfinge.
DE CONTINUAR SALUDABLE, FERNÁNDEZ CONTINUARÁ PONIENDO NÚMEROS DE ASOMBRO Y SU PRECIO ASCENDERÁ DE UNA FORMA EXPONENCIAL A TAL PUNTO QUE A LOS MARLINS SOLO LES QUEDARÁ CONTAR LOS DÍAS HASTA SU DESPEDIDA DEFINITIVA. ¿RECUERDAN EL CASO DE MIGUEL CABRERA? ESTO ES PARECIDO, PERO CIERTO MORBO ESPOLVOREADO POR ENCIMA
Los Marlins no quisieran perder uno de sus pocos objetos valioso y hasta se puede argumentar que la oferta de $50 millones resulta justa para un lanzador de 23 años que pasó por el quirófano y apenas va saliendo del período de promesa. Sin embargo, están convencidos de que Fernández vive en tiempo rentado y por eso, si algún equipo se vuelve loco y acepta lo que ellos piden, le dirán adiós a uno de los peloteros más queridos, talentosos y prometedores que jamás haya vestido el uniforme del club.
Esa es la historia grande, la chiquita está relacionada con esa filtración a la prensa acerca de una subasta humana, con esa puñalada que se le asesta a Hill -obligado a desmentir y desmentir hasta el cansanio- con sus declaraciones rotundas y, por ende, al reto de los Marlins que ahora deben convivir con un Fernández convencido de que no lo quieren. En este paraíso de infidelidades, no gana nadie.