Por Sigfredo Barros Segrera
No tenían nada en común, solo el mismo nombre, Manuel.
Uno de ellos, de apellido Alarcón, nació el 19 de febrero de 1941 en un intrincado lugar de la provincia de Granma, la finca Aguacate, en el pueblo de Canabacoa, municipio de Bartolomé Masó. El otro, Hurtado, vio la luz en un sitio menos escondido, el ultramarino pueblo habanero de Regla, el 19 de agosto de 1942.
Resultaría imposible escribir la historia de la primera década de las Series Nacionales sin referirse a Manuel Alarcón y Manuel Hurtado, sin mencionar aquellos enconados duelos entre estos dos colosos. Uno de ellos, Alarcón, autor de una hazaña el domingo 12 de marzo de 1967 ante el público que repletó el estadio Latinoamericano al dejar sin carreras y solo tres jits nada menos que a los Industriales de Pedro Chávez y Urbano González, campeones durante cuatro temporadas consecutivas.
Fue ese mismo Alarcón que el escritor Leonardo Padura bautizara como «El Dios de Cobre de los orientales», el autor de una frase muy conocida en la pelota cubana; «¡Cierren la Trocha y saquen El Cocuyé!» para celebrar el primer campeonato de los Orientales de Agustín Arias y Fermín Laffita, de Ramón Echevarría y Elpidio Mancebo.
Alarcón solo pudo lanzar en siete temporadas. Le faltaron cuatro entradas para llegar a las 600 y en ellas su promedio de limpias fue de 1,81 (cuarto de todos los tiempos) y el WHIP de 1,03, mientras los bateadores solo pudieron promediar 197. Fue el primer lanzador cubano en propinar 200 ponches, pues en la Liga Profesional el único en conseguirlo fue el norteamericano Wilmer «Vinagre» Mizell, con 206 en 1956. Después de Alarcón solo han podido estrucar a 200 o más bateadores Santiago «Changa» Mederos (206), Emilio Salgado (201) y Maels Rodríguez (263 y 219).
La fatalidad le llegó a Manuel Alarcón a los 27 años, justo cuando estaba en el pináculo de sus condiciones. Una hernia discal truncó la carrera de este pelotero estelar, contradictorio, suspendido durante un año por indisciplina, y al propio tiempo capaz de darle un triunfo histórico a su provincia. A su retiro se dedicó a su otra pasión, la música, y más de un centro nocturno de la ciudad de Bayamo escuchó su voz. Falleció en La Habana el 29 de mayo de 1998.
UN «FLACO» QUE METÍA MIEDO
Nacido en Regla el 19 de agosto de 1942, Hurtado demostró su clase muy pronto; tan pronto que un scout de Grandes Ligas le propuso un contrato a los 17 años, pero su padre le aconsejó que esperara un poco más porque era muy joven. Así el reglano continuó en Cuba y al poco tiempo ya integraba las filas de los Industriales.
Para hablar de Hurtado primero habría que mencionar su doble wind-up con el cual desconcertaba a sus rivales, su curva pronunciada (un conocedor como Agustín Mayor, coach de Industriales y de equipos Cuba la comparó con la de Camilo Pascual), su inteligencia en el montículo.
Con esos atributos, Hurtado se convirtió en una leyenda capaz de mantener todavía un récord en la pelota cubana muy difícil de igualar y mucho menos de romper: ponchar a diez bateadores consecutivamente, marca conseguida el 11 de enero de 1970 ante el equipo Matanzas. Increíble resultó que el jugador número 11 fue out en un elevado y, a continuación, el «flaco que metía miedo», como exclamó alguien que lo vio lanzar, retiró a otros dos rivales. Doce ponches de 13 posibles. Toda una hazaña.
Los números hablan por sí solos. En 12 temporadas promedió 1,80 de PCL y 1,04 de WHIP, los bateadores le promediaron 198, propinó 860 ponches y otorgó 381 bases por bolas. Consiguió 90 victorias ante 47 reveses.