Autor: Aliet Arzola Lima
Va a pasar algún tiempo hasta que otro pelotero cubano llegue a la marca de 2 000 jits en series nacionales. De los jugadores activos, los más cercanos son Luis Felipe Rivera, Frederich Cepeda, Rudy Reyes, Yunier Mendoza y Yordanis Samón, y a todos les falta al menos un centenar de imparables para rubricar la mítica cifra.
El último en alcanzarla fue el antesalista pinero, Michel Enríquez Tamayo, hace justamente una semana, vistiendo la casaca de los Vegueros de Pinar del Río. Como refuerzo, puso de pie al Capitán San Luis con cohete a la banda derecha contra los envíos del tirador matancero Yanier Blanco.
«Los 2 000 jits son más que una cifra. Representan el resultado de todos estos años de trabajo, el sacrificio de 21 series nacionales, significan el amor y el esfuerzo que le he dedicado al béisbol y a la afición», revela en diálogo con Granma el eterno capitán de los Piratas de la Isla de la Juventud, tierra que lo vio nacer y triunfar.
Con 38 años y más de dos décadas de faena en los diamantes, Michel exhibe uno de los mayores promedios ofensivos históricos (359), prueba de que ha encontrado la fórmula para descifrar pitcheos de todo tipo, tanto en los clásicos domésticos como en la arena internacional.
«Si tuviera que seleccionar un jit entre todos los que he dado, me quedaría con el de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, frente a Estados Unidos. Ese día nos fuimos a la regla Schiller por primera vez y me dieron la responsabilidad de traer la carrera. Pegué un sencillo entre primera y segunda y ganamos el partido», rememora el pinero, quien tiene muy claras las claves para su ascenso triunfal.
«No he hecho más que dejar en el terreno lo que aprendí de mis entrenadores y de mis primeros profesores, desde que empecé a jugar a los siete años. Todos los que han tenido algo que ver con la figura de Michel Enríquez me han indicado siempre que la disciplina es el arma fundamental para lograr cosas en la vida», asegura el Súper 12 de los Piratas, quien ha dicho que le quedan como deudas ser campeón nacional o representar a Cuba en la Serie del Caribe.
Sin embargo, otros pequeños detalles llenan su corazón. «El amor que he dedicado durante mi carrera y el respeto que di y recibí de la afición, dejan en segundo plano cualquier deuda personal que me pueda quedar en el campo».
– ¿Seguirá Michel Enríquez metido en los diamantes?
-En el terreno estaré, lo que no puedo asegurar es que siga jugando. Tengo un compromiso con la afición de la Isla de la Juventud y sería bonito retirarme con la camiseta de los Piratas, pero cuando termine esta serie me reuniré con mi familia para valorar todas las opciones, ahora no quiero especular sobre eso.
– ¿Te visualizas como mánager?
-Sin autosuficiencia, creo que podría si me dieran la oportunidad, cuando esté totalmente preparado para asumir esa responsabilidad. Me gustan los retos, y ese sería uno bien grande. He estado durante muchos años al lado de mentores muy inteligentes, de quienes me he nutrido y he aprendido que se debe hacer un gran trabajo sicológico en aras de llegar, respetuosamente, a un colectivo de 30 hombres que no piensan igual. Lograr esa unidad en pos del bien colectivo es crucial para dirigir.
«Por eso no quiero anticiparme. Ya desde hace varios años se viene hablando de que Michel Enríquez deje de jugar a la pelota, y por ende, pase a labores de entrenador. Cuando llegue el momento de retirarme, yo sí estaré apoyando al equipo de Isla de la Juventud, amo a mi tierra, empezaré por ahí, como lo han hecho Alexander Ramos, Carlos Yanes y otras figuras del territorio.
Después, si me llaman, estaría dispuesto a aportar mis conocimientos y vivencias en selecciones nacionales, donde todo se conjugaría con las enseñanzas de otras glorias. Al final, lo más importante es que todos aportemos algo por el bien del béisbol cubano y por el traje de las cuatro letras».