Hablar con Liván Hernández es abrir una cápsula del tiempo, pero también entender que los grandes no se quedan anclados en la historia. Allí, en Babcock Park, entre guantes pequeños, sonrisas sinceras y gorras con el logo de los Marlins, el MVP de la Serie Mundial de 1997 se mueve con la naturalidad de quien nunca se fue.
Liván ya no lanza rectas a 90 millas, pero sí dispara frases directas, cargadas de amor por el béisbol y por una ciudad que lo adoptó como hijo. Nada en él suena a discurso reciclado. Lo que dice, lo siente. Lo que siente, lo hace. Y lo que hace, siempre es pensando en el futuro del béisbol en el sur de la Florida.
Aquí la entrevista con Liván Hernández
¿Qué significa para ti un día como este, rodeado de niños, junto a los Marlins?
«Es un día importante. Aquí está mi academia, aquí están todos los días. Siempre estoy pendiente porque me gusta que las cosas se hagan bien. Cuando no se hacen bien, afecta a los demás. Me gusta ver el trabajo que se está haciendo, y me parece que están haciendo un buen trabajo».
¿Sientes que esta nueva era de los Marlins se preocupa más por la comunidad?
«Sí, eso es lo importante: el trabajo con la comunidad. En todo el país se hace. En Texas, por ejemplo, los Rangers hacen un gran trabajo. Aquí en Miami hace falta eso: que los Marlins trabajen, que vayan a las escuelas. Yo se lo he dicho. Lo que están haciendo con los niños es muy importante».
Da la impresión también de que te están dando más el respeto y el espacio.
«Sí, ahora sí estamos en buena coordinación. Uno lo que quiere es trabajar y hacer algo bueno por el equipo. No es que yo quiera méritos para mí. Ya yo jugué 17 años. Lo que quiero es que siga algo bueno, y que todos los peloteros que jugaron aquí tengan participación, que vengan, que apoyen al equipo y a los muchachos jóvenes».
Deberías estar en el Spring Training, en el cuerpo de instructores. ¿Va a pasar?
«Ese es mi objetivo para el año que viene. Participar en el Spring Training, ir allá, tirar bullpen, hacer cosas con el equipo. Me gustaría hacerlo. Ya me toca venir por lo menos una vez a la semana cuando están aquí, y eso me gusta. Yo quiero hacerlo».
También se creó el Salón de la Fama de los Marlins. Ya entraron Luis Castillo, Conine… ¿Crees que te toca a ti en la próxima inducción?
«Ojalá. Vamos a ver. Yo no manejo nada de eso. Pero sí, significaría algo bueno, otro paso más. Ya me mencionaron para el Salón de la Fama Latino, y también aparecí en la boleta del Salón de la Fama Americano. Creo que no cogí los votos, pero solo estar en la boleta ya es importante».
Fuiste parte de una generación con muchos pitchers cubanos en Grandes Ligas. Hoy no vemos casi ninguno como abridor. ¿Por qué crees que pasa eso?
«Creo que es por la educación. Venimos de un país donde el béisbol no es igual. Aquí hay que adaptarse a otro tipo de disciplina. A veces hay problemas entre los jugadores y los coaches, y los terminan sacando. Después tienen que buscar dónde jugar. Hay que tener disciplina deportiva, seguir las reglas, hacerle caso a los entrenadores. Eso es clave».
17 años en Grandes Ligas, muchas temporadas con más de 200 entradas. ¿Te sientes orgulloso de tu legado?
«Claro. Estoy contento con lo que hice. Pero ahora quiero hacer algo más: apoyar, enseñar, ayudar. Eso es lo que me llena».
Liván no quiere ser un recuerdo enmarcado en la pared del estadio. Quiere ser acción, presencia, enseñanza. El béisbol le dio una vida; él ahora quiere devolverle vida al béisbol, desde la base hasta la cima. Porque las leyendas, cuando son auténticas, nunca se retiran del todo.

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