Por Oreidis Pimentel Pérez
Debutó a toda máquina en la temporada 2000-2001, con el desenfado de un record de 28 dobletes, aún vigente para los novatos, justo en la temporada cuando falleció Miguel Caldés y aun así Camagüey estuvo a punto de acariciar una final de Serie Nacional. Así Leslie Anderson Stephens (37 años) coincidió con establecidos como Luis Ulacia y Loidel Chapellí, hasta convertirse en poco tiempo en el cuarto bate de su selección provincial, con un swing elegante y parejo que lo llevaría también al Segundo Clásico Mundial de Béisbol.
Sin embargo, su carrera se vio trunca. Sobrevino un momento convulso de salidas ilegales por parte de varios peloteros, lo cual conllevó a la supuesta implicación colateral de Anderson, un proceso con exoneración, pero que eclipsó su buena estrella hasta el punto de optar por las maletas. Ya en Estados Unidos militó en las sucursales del Tampa Bay, después pasó por los Caribes de Anzoátegui en la Liga Venezolana, por los Gigantes de Yomiuri en Japón, y otros circuitos hasta que en entre el 2018 y el 2019 una ventana política permitiría el retorno de hijos pródigos al campeonato cubano.
Tras el ir y venir de la documentación a Emigración y Extranjería y contar con otros permisos como los de la Federación Cubana de Béisbol, ya es una realidad la recuperación de su dorsal 54 como uno de los integrantes del equipo Camagüey, donde seguramente será una figura fundamental en la impulsión de carreras a partir de la tercera o cuarta subserie del venidero clásico doméstico.
Pocos saben que Leslie nació en Guantánamo. Sus cuatro abuelos eran inmigrantes jamaicanos, de ellos el materno fue trabajador de la Base Naval, y quiso la historia que parte de su familia se trasladase al central Lugareño y luego a la localidad de Sola, en Sierra de Cubitas, desde donde comenzó a practicar pelota: “Mi nombre ya de hecho no es común aquí, sin embargo, en Estados Unidos todos pensaban que yo era afronorteamericano y no latino, cuando en realidad me chocaba mucho el idioma. Mi mamá a veces decía palabras en inglés, pero solo eso, yo soy muy cubano.”
Por lo pronto, sus entrenamientos son más suaves, con algunas carreras, estiramientos con el entrenador Sergio Quesada, hielo, rollings a la defensa, batting tip, y bateo situacional que par de veces arranca murmullos cuando las pelotas se van por encima de las cercas del right field.
Tras un contrato de 1.75 millones de dólares coincidente con un momento en que los Rays tenían a sus tres jardineros con promedio ofensivo inferior a 200, el periódico Tampa Tribune alabó tus 300, sin embargo, no te llamaron a la franquicia mayor ¿Crees que en efecto hubo prejuicios por racismo u otro tipo de discriminación?
No quiero decir mucho al respecto…creo que lo único que me tocaba hacer era mi trabajo como jugador, porque fuera de Cuba el béisbol se ve como un trabajo, es un negocio. Siempre tuve la esperanza que me dieran la oportunidad de subir, aunque hay cosas que uno no controla. Tuve que hacer ajustes, adaptarme al nivel profesional.
¿Si te hubiera contratado otra empresa crees que esa posibilidad de subir hubiera sido más fácil y factible?
Creo que sí. Estuve cuatro años, con dos MVP de triple A, conecté .295, conseguí 52 cuadrangulares, a pesar de no ser jonronero. Siempre estuve a buen nivel…
– Algunos ajustes solicitados en Durham pedían más slugging, más jonrones, a pesar de tus características de bateador de líneas, lo cual repercutía en tu tipo de swing…
Sí. Yo siempre he sido bateador de promedio y tal vez se puedan decir muchas cosas, pero los numeritos hablan por sí solos. Después se me abrieron las puertas en Venezuela y en Japón, algo que le agradezco a Dios, por darme esa oportunidad de probarme a mí mismo en el máximo nivel asiático.
Cuando comparas las inferiores del Tampa, el béisbol invernal en Anzoátegui y las Grandes Ligas japonesas ¿Cuáles diferencias pudiste apreciar?
Lo fundamental es que en Japón se trabaja mucho. A veces los jugadores nos desgastamos, pues el entrenamiento es duro, con gran cantidad de repeticiones. Cuando repites mucho un ejercicio tienes que mejorar obligatoriamente, pero a pesar de eso me gustó, al ser una gran oportunidad para demostrar que yo sí podía estar en primera división. Tenía el aquello de… bueno, jugué en triple A, rendí, pero me faltó el último escalón a pesar de mi persistencia, era como si desaprobara cuatro años aun con buenas notas, y entonces Japón llenó ese vacío. Al principio me afectó mi credencial, porque hasta allá van muchos peloteros de Grandes Ligas.
¿Y el idioma?
Tenía traductor y me adapté. Tienen gran educación, cortesía, y eso me hizo más fácil acoplarme al equipo y dejarme ayudar por ellos, porque si llegas nuevo debes siempre aprender.
Incluso Frederich Cepeda mencionó que lo ayudaste cuando llegó a Yomiuri…
Con la experiencia de Estados Unidos yo estuve más preparado que él cuando llegó. Me acababa de lesionar en el momento de su llegada, entonces le hablé del cambio de mentalidad, que debía interpretar aquello como un trabajo del cual tienes que vivir y aportar lo que se te exige. Aquí en Cuba él jugaba todos los días, pero en el nivel profesional puede que no, porque te colocan en dependencia de tu estado o te bajan a la categoría que consideren y no te puedes sentir mal por eso, todo está en hacer el trabajo para que el equipo gane.
Él quería hacer, pero yo tuve la preparación desde el primer día y ‘Cepe’ llegó a mitad de campeonato. Aunque entrenaba, no es lo mismo jugar si no tienes los dos meses de preparación en el lugar, que te da la posibilidad de observar y saber los lanzamientos de los rivales. Siempre fue mi pelotero preferido en el Cuba, ya era una estrella cuando yo llegué al equipo nacional, y al estar juntos en Japón nos apoyamos, tú sabes… era un cubano más con quien compartir.
De allí regresé a Estados Unidos para una operación, limpieza del codo, gracias a Dios salí bien, nunca me había operado. Luego fue el tobillo. Creo que porque, como te dije, en Japón se trabaja mucho.
¿Por eso bajas la carga y te decides por ligas independientes?
En México no me sentí bien, ni me salían bien las cosas y tomé un gran descanso para la mente y el cuerpo, lo necesitaba. Eran ya nueve años en Cuba, cuatro en Estados Unidos, tres en Japón, dos en Venezuela, dos en Puerto Rico, en Dominicana un mes con el Escogido y ya en México estaba cansado.
¿Cómo te contactan para que puedas regresar al equipo de Camagüey en la Serie Nacional?
Tenía opciones en Italia y México, entonces Miguel Borroto, que es como si fuera mi padre, pues me hizo debutar, me preguntó si estaba dispuesto y coincidió con la apertura que se hizo para el retorno de los peloteros. Yo le había hecho una promesa a mi papá (se refiere a Nelson, su padrastro, quien lo educó desde pequeño), que si todavía estaba en forma para jugar al menos un año terminara mi carrera aquí. Era fanático al béisbol y los días en que pude estar en su enfermedad fue esa mi promesa. Quiero jugar aquí para dedicárselo y para terminar donde todo empezó.
A pesar de la altísima expectativa de la fanaticada había un telón de silencio, sin respuestas en el estadio y otra instancia, todo era comentario público ¿Por qué fue tan complicado el proceso de retorno de Leslie Anderson?
Hay cosas que no controlo. Con el profesor Borroto hice todos los trámites y había que esperar. Lo hice, ya me dieron el permiso y estoy aquí. Hubo un momento en que estaba en Tampa, en mi casa y algunos pensaban ya estaba en Camagüey. Me llamaron y hasta ahora todo va saliendo bien.
Viene la parte de la ayuda a los más jóvenes…
Ante todo, quiero que me vean como a un compañero más, ayudarles sobre todo en la mecánica de los bateadores y en detalles que aprendí y me dieron resultados en el profesionalismo. Camagüey está en un proceso de desarrollo, con la actualización de métodos mundiales con el profesor Miguel Borroto.
(De hecho, ya Leslie lo hace, escucho como aconseja a varios muchachos sobre agarres y movimientos negativos del bate antes del contacto con la bola, o a los pitchers sobre el repertorio contra el pensamiento de los bateadores).
¿Tienen previsto que seas designado, primera base, jardinero o emergente?
No, es el plan que tenga el director. Creo que debo ayudar más a Leonel Segura en primera base, quien viene de una complicada operación en el tobillo, tal vez lo haga como designado, pues al terreno se me hace más difícil y hay buenos talentos preparados.
Casi todos los aficionados preguntan por tu inclusión y completamiento de los trámites, es seguro vendrán de manera expresa a verte en la apertura de la Serie en el estadio Cándido González ¿Ya pensaste en ese primer juego del retorno?
No me imagino volver aquí después de diez años. Es muy especial, por la promesa a mi padre y por la emoción del lugar donde empecé. Estoy tan nervioso que ese primer turno será como debutar de novato.
(Tomado de OnCuba)