Por: Boris Luis Cabrera Acosta
Por segunda jornada consecutiva los Leñadores de Cuba sucumbieron ante sus rivales en la Serie del Caribe. Los verdugos de turno, Charros de Jalisco, se llevaron el triunfo en un cerrado encuentro (3×2), en un choque donde fueron necesarias once entradas para su definición.
Otra vez un equipo nacional vuelve a quedar por debajo de las expectativas. Una vez más la decepción nos invade y tenemos que recoger del suelo el orgullo quebrado en cientos de pedazos por una bomba fabricada con equipos desmembrados, caprichos, imposiciones e injusticias.
En el escenario, unos leñadores que perdieron el filo de sus hachas y su mecánica grupal por decreto y de un plumazo no podían hacer más. Una escuadra que dejó su magia y su aura de campeones del lado de acá del mar Caribe y que viajó a tierras canaleras con muchos deseos y pocos recursos mentales, no podía hacer otra cosa, aunque nos duela aceptarlo.
Los dobletes consecutivos de Frederich Cepeday Alfredo Despaigne en la primera entrada que remolcaron el empate y la ventaja no fueron suficientes. Diez capítulos después y solo cuatro sencillos es casi un escándalo que apenas podemos comprender.
No se podía hacer máscuando se convoca auna selección de estrellas sin tener en cuenta a jugadores con características diferentes que puedan adaptarse a las condiciones cambiantes del juego y que puedan jugar roles distintos para llevar a cabo diversas estrategias. No hay variantes.
Por eso esta tarde de jueves las pocas oportunidades que se crearon se las llevó el fuerte viento que habita en el estadio. Sacrificar dos veces a Jorge Alomá para que Yurisbel Gracial o Yosvany Alarcón se pusieran el traje de héroe no es más que una quimera cuando solo han conectado entre ambos un solo hit por el cuadro en veinte turnos al bate.
Todos los partidos se han jugado en una cuerda floja bajo esa presión que siempre anda como fantasma por los terrenos de juego donde pisan nuestros equipos nacionales que los frena y los minimiza.
No se podía hacer más, no podíamos esperar que Liván Moinelo, después de tanto tiempo sin lanzar, exprimido en el box por tercer partido consecutivo, perdiendo par de millas por hora de velocidad en cada salida, dominara a Ramón Ríos en una oncena entrada con la carrera de la ventaja en posición anotadora.
Del resto se encargó Sergio Romo, la carta de triunfo de los verdugos de turno, ganador de tres anillos de Serie Mundial en Grandes Ligas, enfocado e inteligente pinchando a los nuestros donde más le duele.
Nada podrán hacer opciones matemáticas ni combinaciones increíbles. La leña se apagó, mucha lluvia cayendo en el bosque de la incertidumbre y de la improvisación. Nos duele como aficionados y como cubanos que somos. La herida sigue abierta.
Estadio: Rod Carew
MEX 3 9 2
CUB 2 6 0
G: Sergio Romo (1-0)
P: LivánMoinelo (0-1)