POR JORGE EBRO
Los Miguel Cabreras y los Mike Trouts de este mundo llegan a la vida con un bate bajo el brazo y un talento que los convierte en súper estrellas de manera casi instantánea, pero J.D. Martínez no se cambiaria por ellos.
Considerado una de las historias más sorprendentes de los últimos tiempos,Martínez pasó de ser casi un desterrado de la pelota a un ejemplo de cómo la perseverancia y el corazón pueden echar a un lado las estadísticas sabermétricas.
«Es que son cosas que no se miden», comentó el jardinero de los Tigres de Detroit. «Este es un juego de momentos grandes y otros de descenso. Lo que no se debe hacer es dejar de luchar, de encontrar una solución. No se puede bajar la cabeza».
Durante la primavera del 2014, Martínez experimentó uno de esos momentos en los que un pelotero debe pasar repaso de su carrera y ser honesto consigo mismo, porque de pronto se vio sin trabajo y sin equipo.
Tras elegirlo en la ronda número 20 del Draft del 2009, los Astros decidieron que Martínez no merecía otra oportunidad y el 22 de marzo le dieron los papeles donde de manera oficial cortaban todos los lazos con el pelotero nacido en Miami de padres cubanos.
«Al principio sentí como si me hubieran dado un golpe en el estómago», reveló Martínez, de 28 años. «Pero luego me dije que no había pasado nada, que si trabajaba y me reinventaba todo iba a estar bien y levantaría mi frente. Gracias a Dios los Tigres me dieron un chance y no lo desperdicié».
Con un contrato de Liga Menor en la mano, Martínez se dio a la tarea de construir un pelotero diferente dentro de su cuerpo y se convirtió en un estudioso del juego, tomando nota de los patrones de los lanzadores rivales, estudiando sus propios videos, mirando a las súper estrellas como Cabrera y pasando interminables horas en las cajas de bateo.
El cambio sorprendió a todos y en la temporada del 2014 bateó para .315 con 23 jonrones y 76 impulsadas, pero nadie esperaba la explosión de la temporada pasada, cuando sacó 38 pelotas del parque y remolcó a 102 compañeros.
ESTE ES UN JUEGO DE MOMENTOS GRANDES Y OTROS DE DESCENSO. LO QUE NO SE DEBE HACER ES DEJAR DE LUCHAR, DE ENCONTRAR UNA SOLUCIÓN. NO SE PUEDE BAJAR LA CABEZA
J.D. MARTINEZ
Nadie podía imaginar que al final de la contienda previa, Martínez sería elegido como el Mejor Pelotero de los Tigres y que ganaría el Bate de Plata junto a Cabrera, a quien, como nota curiosa también ayudó en cierto momento.
«Eso fue en el 2014, porque yo era un estudioso de Miguel, era mi modelo y de pronto lo vi haciendo swines que no eran los que me habían deslumbrado», recordó Martínez sobre el venezolano, que por esos días atravesaba uno de sus rarísimos letargos ofensivos. «Le indiqué que debía darle la bola en el centro, dirigirla al centro. La estaba elevando demasiado».
Cuando salió de su problema, Cabrera -posiblemente el mejor bateador de su generación y ya uno de los más grandes de la historia- no tuvo ningún reparo en acreditar a Martínez como el estratega de su recuperación.
Martínez no será agente libre hasta el 2018, pero ya dentro de la organización de Detroit está en marcha el debate sobre una posible extensión al residente de Fort Lauderdale, el chico que salió casi de la nada, el que se les escapó a los Astros.
«Por el momento estoy saboreando este comienzo de temporada aquí en mi casa», afirmó Martínez, quien dice ser fanático del picadillo, el arroz con frijoles y el fricasé de pollo. «Vamos a ver qué Dios pone en mi camino. Lo mío es seguir creciendo, estudiando el juego. No puedo darme el lujo de dejarlo todo al talento puro. Sé que debo poner más esfuerzos que otros».