Por Michel Contreras
José Dariel Abreu va camino de una (otra) temporada de ensueño. Apenas ido el primer tercio de contienda, Mal Tiempo ya suma 15 cuadrangulares y, lo que es más impresionante, 50 remolques que lo tienen al frente del departamento en la Liga Americana.
Son dígitos que apuntan en grande, oportunísimos toda vez que entrará a la agencia libre en 2020 y necesita dar un golpe de autoridad para que, a los 33 abriles que tendrá entonces, algún equipo le extienda un documento de contrato multianual. Por ahora, nunca antes su estadística de los dos primeros meses de campeonato le reportó tan pródiga cosecha. Ni siquiera la de su inolvidable año de debut.
Cierto: su average actual (.250) dista de su apreciable media histórica (.291), y ello explica el anémico porcentaje de embasado (.298) y le afecta de manera notable el OPS (.811). Pero ocurre que el hombre está haciendo el trabajo por el que le pagan en los Medias Blancas, que consiste en llevar lejos la pelota y subir anotaciones a la registradora.
Hacia finales de septiembre, el paso que ahora lleva acabaría reportándole 42 cuadrangulares y 140 impulsadas, lo cual haría las delicias de una legión de fans entre los que me cuento. Sin embargo, su tendencia histórica confirma que a partir de ahora –inclusive si logra mantenerse en salud- suele rendir más moderadamente.
A mi juicio, Pito no va a emular la mejor temporada ligamayorista de un cubano, firmada por el inmenso Rafael Palmeiro en 1999 con el uniforme de Texas (47 cuadrangulares y 148 empujadas). Es más, yo no lo veo llegando a las cuatro decenas de batazos más allá de los límites del parque, ni tampoco excediendo las 115 carreras fletadas.
En cambio, tiene perfectamente a mano volver a conseguir la proeza del 30-100 (llegaría a cinco veces de seis posibles), ha enfilado la nave rumbo a una tercera presencia en el Juego de Estrellas, y tal vez al final de la campaña lo veamos peleando nuevamente por el Bate de Plata.
Pedirle más sería, como mínimo, insensato.
(Tomado de Cibercuba)