Por Jorge Ebro
Dicen que vista hace fe. Kendrys Morales tiene toneladas de la segunda, pero una relación complicada con la primera en la temporada. El cubano no ha sido el mismo y los números relatan parte de la historia. Su descenso pronunciado en ciertas categorías ofensivas preocupa.
Morales, quien trabajó un mundo en su bateo durante la pretemporada en Miami, comenzó a tener problemas en el ojo derecho -un problema que notó por primera vez en el 2016, pero no tuvo consecuencias en su aporte-, al punto de ver las cosas algo borrosas.
Desde la primavera, el cubano experimentó con el uso de lentes de contacto y luego pasó a utilizar espejuelos para nivelar la visión entre ambos ojos. Sin embargo, los frutos no se han visto hasta el momento y ya se percibe el ruido del molino de los rumores acerca del futuro de Morales.
De hecho, algunas voces apuntan a la posibilidad de ascender a Vladimir Guerrero Jr. y quitarle turnos al bate al veterano Morales, al menos hasta que demuestre que puede ser confiable con el madero. Con un equipo que está horas bajas nunca se sabe, aunque Torono no ha alcanzado esa frase en que nada interesa, todavía.
Aparentemente cansado de esos experimentos, Morales ha vuelto a una posición anterior: batear sin espejuelos. Hasta el jueves pasado, el ex pelotero de los Industriales conectaba para .146/.239/.260, muy lejos de sus totales históricos, pero todavía es muy pronto para decretar el fin de sus buenos tiempos.
El sábado pegó doble e impulsó carrera, el domingo conectó dos imparables y en los últimos siete encuentros elevó su promedio a .231. Aunque la muestra es pequeña, pudiera significar el inicio de un período más reconfortante para el bateador designado de los Azulejos, que el domingo fue noticia más por su entrada lanzada que por otra cosa.
En ese tema de la visión, nadie mejor que Morales para encontrar el medio y el momento en que vuelva a ser el mismo pelotero que en seis temporadas ha conectado más de 22 cuadrangulares y en cinco ha impulsado 80 o más carreras. Sus números actuales preocupan, sus históricos deben ser contemplados en una luz diferente y generosa.
Y en el tema de la fe, Morales no es de los que entra en pánico a las primeras de cambio. El cubano ha pasado por varias pruebas difíciles en su carrera -lesiones, meses sin jugar y sin contrato- como para pensar que nada tiene remedio. Nadie mejor que él sabe que solo el trabajo constante le hará sobrepasar este mal momento.
No será ni la primera ni la última vez que Morales entre y salga de un letargo. Por ahora la vista se posa en sus disminuidas cifras y su inusual trabajo como lanzador, mañana la fe habrá de devolverlo a ese lugar entre los bateadores temidos de las Mayores.