Los Tiburones de Habana del Este dejaron al campo 5×4 a los Cocodrilos de Matanzas en el partido decisivo de la semifinal occidental de las Pequeñas Ligas, que tuvo por sede, este sábado y domingo, el beisbolito Juan Ealo de la Ciudad Deportiva. Una verdadera fiesta donde sobre todo reinó la deportividad, la competitividad y la disciplina tanto por atletas como padres y familiares quienes llenaron del sonido de la conga a la Ciudad Deportiva de la capital.
Los matanceros dependieron del talentoso jugador Lázaro Herrera (hijo del destacado ex-receptor yumurino con el mismo nombre) quien no permitió anotaciones limpias basándose en su velocidad. Lazarito posee una gran fuerza y es por mucho el jugador con mejor físico de esta categoría. Como fue costumbre el sábado (donde en su único turno oficial sacó la pelota del terreno) fue enviado de manera intencional en tres ocasiones. Una de ellas con las bases llenas y las otras dos sin corredores en circulación.
Todas las carreras de Matanzas fueron en el tercer episodio cuando el jardinero central Ledian Dreke cometió un costoso error en un elevado con dos contrarios en posición anotadora. Después llegaron dos imparables seguidos que empujaron las anotaciones tres y cuatro. Desde el box capitalino resaltar a William Ferrán quien trabajó muy bien al no permitir carreras limpias en las primeras cuatro entradas.
En extra-inning Matanzas no pudo hacer carreras mientras que los Tiburones hicieron una en la parte baja del séptimo episodio para hacerse con el último boleto a la final. De esta manera enfrentarán a Bayamo en la Gran Final de este certamen que brinda un cupo para representar a Cuba en la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas, donde la Mayor de las Antillas tiene su boleto asegurado para la edición de 2023.
Ángelo Seña quién pegó un doble muy importante que trajo el empate para el plato con dos outs para mantener a su equipo en las postrimerías del desafío. «Me concentro en cada turno al bate para hacerlo bien, pero en este sabía que no podía fallar porque de mi dependía el resultado del equipo y no podía fallar. Somos una familia y cada uno aportamos nuestro granito de arena. Yo era la última oportunidad del equipo para no perder el partido», expresaba a Pelota Cubana el pequeño y talentoso jugador capitalino.
3 comentarios
Que bonito gesto al final,cuando a los «matanceros»,los dejaron al campo y los mismos jugadores de Habana del Este,fueron a saludarlos y darle animos…
Que alegria tan contagiosa la de esos «peques»,los 3 juegos con marcadores cerrados y «los tiburones»,a pesar de que se veian,menos fornidos que «los cocodrilos»demostraron en los juegos que sabian venir de abajo.
Me lo disfrute’ como un torneo internacional,a esa edad,se juega con mucha pasion y todavia son capaces de dejar las emociones al aire.