Por Norland Rosendo
Pese a que el campeonato cubano de béisbol para menores de 23 años ha cambiado tres veces de estructura, hay un récord que podría caer en esta edición cuando se jugarán menos partidos que el año pasado.
En las primeras cinco series los líderes en juegos salvados no habían pasado de ocho tapones, y en la última, el isleño Raúl Guilarte subió la marca a diez en un segmento regular que llegó, por primera vez, a 40 choques por equipo.
Ahora, sin llegar a un tercio de competencia, el pinareño Frank Álvarez tiene cuatro cerrojos pasados, y lo mejor, en igual cantidad de oportunidades, que es lo que vale. Efectividad: 100 por ciento.
Su equipo comparte con La Isla la punta del grupo A, para mí el más fuerte de todos, pues los Piratas son los campeones vigentes, Habana ganó en 2015 y el último lugar, Artemisa, fue el primer campeón de esta categoría en 2014.
A ese paso, Mario Valle, el mentor de los Verdes, tendrá a Frank listo siempre que esté habilitado, porque en un torneo tan corto y con adversarios tan poderosos asechándolo, un juego puede decidir la suerte y los pinareños buscan llegar a la postemporada por primera vez. Después de tres temporadas fuera del top ten, han dado algunos pasos en las dos versiones más recientes, pero nada que merezca aplausos (noveno y séptimo lugares).
Así que Frank, que en la campaña de 2018 relevó las cinco veces que fue al box en esta categoría (18.1, 1V-0D-0S, 1.47 de efectividad y 1.36 de WHIP) y después siguió perfilándose como un hombre de bullpen con el equipo grande (11 relevos, 16.1, 1V-1D-1S y 2.76 de PCL y 1.53 de WHIP), podría, si las circunstancias se lo permiten, igualar el tope para 36 juegos o el de 40. Y quizá hasta superarlo, porque buen ritmo lleva.