Por:Jorge Ebro
De llegar a las Mayores, Javier Monzón lo haría por un camino distinto al de la mayoría de sus compatriotas, pero este casi perfecto desconocido acaba de dar un primer paso en firme al llegar a un pacto de Liga Menor con los Azulejos de Toronto.
El Habanero, que salió de Cuba rumbo a España cuando apenas tenía 17 años de edad, se convirtió en el pelotero cubano número 95 que posee contrato en cualquiera de los niveles del mejor béisbol del mundo.
Por su parte, Toronto, que no contaba en sus filas con un jugador de la Mayor de las Antillas desde la partida de Adeiny Hechavarría, se convierte en la franquicia número 27 que alberga en sus filas a un cubano.
Con 23 años de edad, el chico de Centro Habana venía dejando una buena impresión -como torpedero y tercera base- a su paso por las categorías infantiles de su provincia, al punto que fue llamado a la preselección juvenil con 16 años, pero ya sus planes eran otros.
Desde España, su madre Nerys Hernández había comenzado los trámites de reunificación familiar y meses después Monzón ya vestía el uniforme del equipo de Viladecans, un sitio de Barcelona.
«Así estuve tres temporadas en la liga española de béisbol», recordó Monzón en entrevista para El Nuevo Herald en abril del 2015. «No era de mucha calidad, pero me permitía mantenerme en activo. Entrenábamos de lunes a viernes y jugábamos los fines de semana de marzo a agosto».
Pero Monzón sabía que no podía permanecer mucho tiempo más en Europa si quería intentar el sueño de las Grandes Ligas, como hizo Odrisamer Despaigne, un compatriota suyo que había que también utilizó las instalaciones del Viladecans para prepararse.
Despaigne, quien había escapado de una selección cubana al torneo de Rotterdam del 2013, firmaría un pacto -con un bono de $1 millón- luego con los Padres de San Diego.
De ahí que el habanero pasara a radicarse a principios de enero del 2014 en República Dominicana en busca de la agencia libre con restricciones por su edad y la nula participación en Series Nacionales.
Reportes iniciales indican que Monzón -de seis pies de estatura y 190 libras de peso- es un bateador de contacto y no exento de poder, de buen brazo y reflejos defensivos, además del atractivo de la juventud.
«Claro que tengo que abrir muchos ojos y vencer las dudas de quienes apenas me han visto», recalcó en ese entonces el chico. «Con un poco de suerte y mucho de esfuerzo ya me irán conociendo».