POR JORGE EBRO
Los veteranos Frederich Cepeda y Alfredo Despaigne son los anclas del equipo Granma que representará a Cuba en la Serie del Caribe. Que este conjunto pueda desplegar velas y conquistar el título en Guadalajara es una cosa bien distinta.
¿Tendrá Cepeda dentro de sí el combustible para una última heroicidad, para un torneo final? ¿En qué estado llegará el campeón de jonrones en la liga japonesa en medio de las intermitencias de jugar y descansar? Lo cierto es que los alazanes reforzados llegarán tan lejos como les permitan los bates.
La ofensiva no parece ser problema. Despaigne, Cepeda, Roel Santos, Yurisbel Gracial, Guillermo Aviles y Raúl González deberían al menos incomodar a los lanzadores rivales, porque cuentan con experiencia en estos mismos eventos invernales y hasta Clásicos Mundiales.
Habría que recordar algo. Este pitcheo de la región depende más de mañas que de velocidad. Cuba terminó la ronda preliminar con balance de 3-1 y un ataque digno, pero fue pintada de blanco 1-0 por los serpentineros de Mexicale en el choque por el pase a la final.
Lo que no se ve a un alto nivel es el pitcheo. El mejor lanzador de Cuba, Lázaro Blanco, no atraviesa su mejor momento, o al menos en la edición pasada se encontraba en mejor forma. De modo que Vladimir Baños pudiera jugar un rol determinante en las aspiraciones del manager Carlos Martí.
Salvo el veterano Miguel Lahera o Yoanni Yera, del resto del pitcheo no hay mucho que mencionar. Francamente, nada del otro viernes. Y cuesta creer que dejaran fuera a dos hombres que lo hicieron bien en la postemporada: Misael Villa y Erlis Casanova. Como se dijo anteriormente, este equipo tendrá que batear a borbotones.
Por otra parte, a este equipo no debiera asustarle para nada el escenario ni las luces, para no hablar ya que la base que asistió a Culiacán 2017 está aquí, más otros que asistieron al Clásico Mundial: Blanco, Baños, Yera, Lahera, Yoelkis Céspedes -otro que tampoco está en un gran momento-, Carlos Benítez, Alaín Sánchez, el incombustible receptor Frank Camilo Morejón.
Parece, a simple vista, un equipo sólido en varios aspectos, pero sobresaliente en nada. Que debiera aprovechar el tiempo y la unidad para abrirse camino en la cita mexicana, apelando a la garra cuando falte -y a veces falta- el fundamento.
Pero como con el alfa y la omega, todo empieza y termina con Cepeda y Despaigne, capitanes no anunciados que también plantean una interrogante: si el primero va de designado, el segundo se verá obligado a jugar los jardines. Una incógnita para Martí, una preocupación que se olvidará si ambos batean como saben y suelen hacerlo.