Por Jorge Ebro
Vino unas horas a Miami y ya debe estar con los Toros de Tijuana en Arizona. Raúl Valdés se apresta a iniciar una nueva temporada de béisbol a los 41 años, justo cuando la mayoría de su generación vive en la paz del retiro y en un momento cuando la palabra veterano…es casi una mala palabra.
Pero a él se le busca, se le aprecia. No como una reliquia del pasado, sino como una leyenda que se mantiene vigente por los océanos de experiencia que atesora y por sus resultados, que Valdés todavía saca out al más pinto de la paloma.
De Liga Independiente a las Mayores, de la pelota invernal dominicana al circuito japonés, de la Serie Nacional de Cuba a México, Valdés es un GPS humano, pero sobre todo un elogio a la consistencia y al amor por la pelota. Incombustible, casi eterno.
¿Cómo mantienes la ilusión a los 41 años?
“Es la misma ilusión desde el primer día en que puse un pie en un montículo. Siempre me ha gustado esto de lanzar y todavía me gusta demasiado. Voy a seguir hasta que el cuerpo aguante’’.
¿Y cuánto puede aguantar el cuerpo?
“No puedo decir exactamente cuánto me queda, pero ahora mismo siento que puedo jugar 10 años más. No tengo problemas físicios, apenas me lesiono. Esta temporada lancé 109 entradas en el vierno y en México estoy listo para trabajar cuantas hagan falta’’.
¿Cómo logras esa durabilidad?
“Es que yo entreno y entreno sin reparar en tiempos ni horarios. En los equipos donde juego me dicen que estoy loco, pero esto no es locura sino amor por la pelota. Otros me dicen que tengo el brazo de goma, pero la fuerza está en la mente’’.
Tu caso es raro en un momento que los clubes solo quieren jóvenes.
“Lo importante es no bajar la cabeza y seguir en la lucha. Tengo 41, pero dentro de mí me siento de 21. Pero es duro para los veteranos, para los que pasan los 30 en Grandes Ligas y todas partes. En Dominicana ya están reclutando chicos de 14 y 15 años’’.
Hablando de Grandes Ligas, ¿qué significó llegar?
“Lo más grande. Todavía recuerdo el momento en que subí al box en Nueva York. Delante estaba Washington con Liván Hernández en la lomita. Mi primer día contra un tremendo lanzador cubano. Esa emoción vivirá conmigo por siempre’’.
¿Qué diferencia hay entre este Valdés y aquel que debutó en Cuba?
“Un mundo de experiencia. Los años van pasando y uno va sumando lo bueno y dejando lo que no sirve, aprende a entrenar mejor, a conocerse a sí mismo, a fortalecer la mente para sobrevivir los malos momentos y disfrutar de los buenos’’.
Has jugado en tantas partes, ¿cómo contemplas tu carrera?
“Con dignidad. Contento de llevar el pan a la mesa de mi familia haciendo lo que amo. Es duro dejar la familia por un tiempo, como ahora que me voy a México y la temporada va de abril a agosto. Pero estoy contento de trabajar en un momento en que la juventud se impone sobre la veteranía’’.
¿Cómo recuerdas tus tiempos en Cuba?
“Son momentos agradables en su mayoría, con aquel equipo de La Habana, junto a peloteros excelentes. Fue el principio de un camino que no termina y los inicios siempre son importantes’’.
¿Cómo es tu vida en Dominicana?
“Tengo mi esposa y tres hijos varones. Cuando no hay pelota me la paso con ellos, hasta que llega el invierno con los Toros. Soy feliz allá. La gente me reconoce y me quiere como uno más. Trato de ser humilde, no tengo miedo en compartir mis conocimientos con los más jóvenes. A mi edad no hay nada que ocultar’’.
¿Te sientes más cubano o dominicano?
“Cuba siempre será mi patria, Dominicana es mi segunda casa. Cuba ocupa un lugar especial para mí, Dominicana me abrió los brazos como otra madre y uno tiene que ser agradecido. Soy cubano por encima de todo’’.
¿No tienes problema con lanzar contra Cuba?
“Nunca ha lanzado contra Cuba. El año pasado en la Serie del Caribe en México estábamos Francisley Bueno, Yunesky Maya y yo. Uno de los tres tenía que lanzarle a Cuba. A mí no me tocó, pero lo dije: si tengo que hacerlo, lo hago. Esto es un deporte, no una guerra. Puro trabajo’’.