POR JORGE EBRO
Juegue donde juegue y pase lo que pase, Rusney Castillo es un pelotero de Grandes Ligas. Su ascenso y permanencia en el más alto nivel del béisbol se han visto frenados por una compleja situación financiera en Boston.
Juegue donde juegue y pase lo que pase, Rusney Castillo es un pelotero de Grandes Ligas. Su ascenso y permanencia en el más alto nivel del béisbol se han visto frenados por una compleja situación financiera en Boston que impide el reconocimiento del talentoso cubano.
Campeón de bateo y Jugador Más Valioso de su liga en Triple A en la temporada pasada, Castillo hace rato estaría brillando en cualquier otro conjunto de las Mayores, pero su adición al roster de los Medias Rojas activaría una serie de penalidades e impuestos que se necesitaría un avezado contador para entenderlos y explicarlos.
A pesar de todo, mantiene la fe. Se considera a sí mismo un jugador como el que más y cada día se levanta con la convicción de que las cosas van a cambiar si continúa con una ética de trabajo a prueba de bala, entregándose al máximo sin que importe el lugar y el uniforme.
Esté donde esté, en su mente habita una estrella.
Como siempre, tu primavera comienza en el inverno.
“Sí, estoy trabajando cosas nuevas. Me mantengo igual con [el entrenador de bateo Ricardo] Sosa en Hialeah y aquí en el terreno con Chuly [Jesús Ametller]. Preparándome en Miami para todo lo que pueda venir este año. A pesar de la buena temporada del 2018, quiero seguir superándome y mejorar cualquier dificultad’’.
Estás en una situación complicada.¿cómo encuentras fuerza mental?
“Es una situación difícil y trato de controlarla enfocándome en el terreno y no tanto en lo otro. No pienso en lo negativo y solo sigo trabajando para eliminar cualquier error’’.
¿Te molesta que no puedas subir por algo extradeportivo?
“En parte sí, porque uno quiere estar en Grandes Ligas, que es el sueño de todo pelotero cubano, pero trato de no pensar en eso. Quiero ayudar al máximo al equipo donde me encuentro en Triple A’’.
¿Te comentan algo los jefes de Boston?
“No, solo me dan felicidades por lo que he logrado, pero nada más’’.
Juegas en un terreno de Triple A, ¿pero te sientes como un grandeliga?
“Sí, esa es mi mentalidad. La meta es llegar y mantenerme en Grandes Ligas hasta que el cuerpo me dé. Pero sí pienso como un jugador del máximo nivel, en espera de una oportunidad’’.
¿Crees posible algún cambio de equipo?
“Mi agente está trabajando sobre la situación mía. Es algo que no puedo controlar, solo mi actuación en el terreno y el mantenerme listo para cuando llegue el momento’’.
¿Qué quieres lograr en el 2019?
“Lo primero es llegar a las Mayores y aportar a mi equipo’’.
Si volvieras atrás en el tiempo, ¿firmarías nuevamente con Boston?
“El béisbol es una caja de sorpresa. Uno trata de firmar con el equipo que más ofrezca. No me arrepiento de nada. Solo quiero tener buena salud y quisiera que la gente me recuerde como alguien que siempre dio el máximo en cualquier nivel en que jugué’’.
LA TRAMPA FINANCIERA DE CASTILLO
Estrictamente negocio. La muy americana frase aplica en el caso de Rusney Castillo. Una avalancha de impuestos financieros explicaría de una manera seca y escueta para explicar por qué al cubano se le han cerrado las puertas de las Grandes Ligas.
Estrictamente negocio suena a palmada en el hombro y gesto de resignación, algo así como no hay nada qué hacer, no es nuestra culpa,y estaría muy cercana a otra frase también muy americana: “la m…pasa’’, como ha pasado ahora cuando a Castillo ni siquiera lo han invitado al entrenamiento primaveral.
¿Qué significa? Para empezar que no está en el privilegiado roster de 40 peloteros y para ser más claros que no lo tomarán en cuenta para nada importante en la próxima temporada, a no ser que suceda un milagro en la casa de los campeones de la Serie Mundial.
Si no sucedió absolutamente nada cuando Castillo ganó el premio de Jugador Más Valioso de su liga en Triple A y conquistó el título de bateo, ¿qué puede esperar ahora que hay trofeo y anillos en el Fenway Park? Ahora menos que menos.
Castillo se ha convertido a fuerza de sacrificio en un pelotero que merece más que las Menores, alguien durable y confiable, que con un contrato de $11 millones no pareciera un riesgo extremo para la mayoría de los clubes de la gran carpa.
Y sin embargo, Castillo no pisa un terreno de las Mayores desde el 2016. A lo largo de tres míseros períodos en que vistió el uniforme de los Medias Rojas conectó para .262, pero no cabe duda de que 99 juegos en tres años son una muestra demasiado reducida para ofrecer un veredicto sobre un pelotero.
El Castillo del 2017 y el 2018 no tiene nada que ver con aquel joven inexperto que llegó a este país y firmó un contrato de $72.5 millones, en ese momento el mayor para cualquier pelotero de su tierra. A este Castillo no le han dado chance alguno, cero.
Por qué? Por la situación financiera que vive Boston. Con Castillo en las Menores, los Medias Rojas no tuvieron que pagar impuestos sobre sus $11 millones de esta temporada, los $11 de la venidera y los $13.2 de la del 2020. Esta es una situación que no agrava al equipo, pero que en nada beneficia al jugador.
Y como se espera que Boston sobrepase el impuesto de lujo para el 2019 y el 2020, las posibilidades de que Castillo vea la luz del sol de las Mayores son bastante escasas y, si se mira descarnadamente, nulas. Lo mejor, entonces, para el cubano sería un cambio.
Para los tiempos que corren no es un pelotero caro que ha demostrado su valía en las Menores y que a los 31 años se encuentra justo al medio de su pico deportivo. ¿Aparecerá ese club en el invierno? Es lo mejor que se le puede desear a Castillo para que pueda escapar de esa trampa financiera y las malditas circunstancias que le rodean.
Ciertamente, esto es estrictamente negocios, pero no se puede negar que esta ecuación tiene su lado humano, y duele.