Marly Rivera, ESPN Digital
LA HABANA En un salón de fiestas del suntuoso Hotel Nacional en El Vedado, bajo la sombra de un hermoso mural en honor a los monumentos nacionales, el toletero cubano José Dariel Abreu caminaba de un lado a otro nerviosamente esperando el momento por el cual aguardó dos años y cuatro meses, la llegada de su hijo, Dariel Eduardo.
Prefiero jugar en un estadio lleno que este momento, estoy bien nervioso, dijo Abreu a ESPN Digital antes de encontrarse con su hijo de cinco años. Estos momentos son bonitos por una parte, y difíciles por otra porque te dan muchos deseos de llorar y melancolía. Me siento bien agradecido de la vida, de la Major League y de la asociación de peloteros de darme la oportunidad de estar aquí.
José Abreu comparte con su compatriota Brayan Peña en la conferencia de prensa que llevó a cabo MLB en Cuba. AP Photos
Minutos después, Darielito, una versión en miniatura de su padre, entró por las puertas del Hotel Nacional con una gorra de los Medias Blancas de Chicago y de la mano de una de las mejores amigas de la familia Abreu, y quien ha estado a cargo de cuidar al niño, para ser recibido por el ansioso jugador en su habitación en el Hotel Nacional.
Pito Abreu es uno de los cuatro peloteros nacidos en Cuba que arribaron la tarde del martes a la isla caribeña como parte de la gira de buena voluntad de Grandes Ligas, junto a su ex compañero en los Medias Blancas de Chicago, Alexei Ramírez, al igual que al jardinero de los Dodgers de Los Ángeles Yasiel Puig y el receptor de los Cardenales de San Luis, Brayan Peña.
Pero para Abreu la visita, la primera de MLB a suelo cubano en más de 15 años, ha ido mucho más allá de formar parte de la comitiva de béisbol que tiene como uno de sus fines estrechar las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.
Desde el momento en que le ofrecieron la oportunidad sólo añoraba volver a estrechar a su hijo en sus brazos. Yo lo viví, y es una experiencia que no se puede comparar, dijo su compatriota Alexei Ramírez, que aunque no pasó por el peligroso proceso de deserción en balsa, no pudo visitar a Cuba por ocho años.
Se siente mucha alegría, mucho llanto, mucha emoción y debe estar muy feliz de estar con su hijo. Tras ser un ídolo en Cuba antes de desertar en 2013, Abreu tuvo un histórico debut en Grandes Ligas al año siguiente, siendo nombrado de forma unánime el Novato del Año tras terminar la temporada bateando .317, con 35 dobles, 36 cuadrangulares y 107 carreras impulsadas.
Aun así, Dariel Eduardo no es consciente que su padre es ahora uno de los mejores toleteros en la gran carpa estadounidense.
Casualmente él no cree que su papá juega en Estados Unidos, cree que juega en Japón porque cuando yo estaba con la selección nacional viajábamos mucho a Japón, y eso es lo que él cree todavía, dijo con una sonrisa a Abreu.
Y aunque reencontrarse con su hijo fue la razón primordial por la cual el primera base de los Medias Blancas formó parte de la gira de buena voluntad, Abreu comprende muy bien la tarea que tiene por delante como ahora embajador del béisbol de Grandes Ligas de vuelta a su patria.
Sé el rol que tenemos los jugadores y estamos cumpliendo con el rol que Major League nos dio con esta bonita causa, destacó. Quiero agradecer a todas las personas que nos han ayudado a través del proceso en estos dos años y cuatro meses. No hay palabras para descifrar cómo nos sentimos.
Era un vacío que uno tenía adentro, puedes tener todo el dinero del mundo, pero si no tienes el amor de tus hijos no eres feliz. Y esto es algo bien bonito que me permitirá enfrentar el spring training y la temporada que viene.