Por: Roberto Díaz Martorell
El pueblo de Isla de la Juventud agasaja al lanzador diestro Gervacio Miguel Govín, quien este viernes dijo adiós de forma oficial en el estadio Cristóbal Labra, escenario donde dejó su sudor, alma y corazón por la pelota pinera.
El serpentinero, ahora con 58 años de edad, dejó de lanzar desde 2005 y ahora enfoca sus conocimientos en la enseñanza a los pequeños que sueñan con ser grandes peloteros en el combinado deportivo Irene Hernández, del Consejo Popular Sierra Caballos.
Gervacio nació el 19 de junio de 1960, en Piloto, Consolación del Sur, provincia de Pinar del Río y siempre amó el béisbol —según sus propias declaraciones— y desde que incursionó en la categoría juvenil supo que su oficio era ser lanzador.
De acuerdo con los datos estadísticos de Luis Ángel Kato Uliver, su debut en series nacionales fue en la número 23 (1984), con el equipo de Forestales, y en 1986 representa en esas lides a Isla de la Juventud; participó también en las series selectivas con el conjunto Agropecuarios, desde 1986 a 1992 y fue elegido entre las Estrellas Occidentales en la edición del 2002 que jugaron en Holguín.
Su experiencia en el béisbol internacional se inició en 1995, cuando participó en la Liga Amateur de Perú, (Liga del Pacífico), donde fue el lanzador más ganador y el pelotero más valioso del torneo, además utilizó su tiempo libre para entrenar a niños.
Durante ese evento ganó cinco juegos, perdió solo uno, propinó dos lechadas, 38 ponches y hasta bateó con promedio de 290, que incluyó un vuelacercas.
En 1999 formó parte de la nómina del equipo Cuba B que asistió al torneo de Róterdam, Holanda, donde obtuvo el segundo lugar, con dos sonrisas y un revés. En el año 2000 fue seleccionado para jugar en Japón por cuatro meses en el campeonato amateur con el equipo Shidad.
Gervacio Miguel Govín es uno de esos atletas que los amantes de las bolas y los strikes nunca olvidan; él, junto a Carlos Yanes, fueron por mucho tiempo los brazos insignias de la pelota pinera y son hoy inspiración para las nuevas generaciones. El número 27 oficialmente dice adiós, pero su ejemplo, tenacidad y amor por la camiseta, continúa en cada wind-up desde la lomita del Cristóbal Labra.