Luis Tiant, uno de los lanzadores más carismáticos y efectivos que han pisado el montículo en Grandes Ligas, podría finalmente recibir el reconocimiento que tanto anheló en vida. Sin embargo, este anhelo llega demasiado tarde. Fallecido el pasado 8 de octubre a los 83 años, Tiant figura en la boleta del comité de la era clásica que se reunirá el próximo 8 de diciembre en las reuniones invernales de MLB en Dallas para votar su posible inclusión en el Salón de la Fama. Este comité, que evalúa a jugadores, managers, umpires y ejecutivos cuya mayor contribución al béisbol fue antes de 1980, requerirá el voto favorable del 75% de sus 16 integrantes para que Tiant reciba su placa en Cooperstown.
La boleta incluye a otros nombres ilustres como Dick Allen, Ken Boyer, Dave Parker, Steve Garvey y Tommy John, además de figuras de las Ligas Negras como John Donaldson y Vic Harris. Pero en la historia de Tiant, el peso de un reconocimiento póstumo cobra una relevancia especial. Durante su vida, Tiant expresó en repetidas ocasiones su deseo de ser exaltado en vida. Incluso, llegó a pedir a su familia que no asistiera a ninguna ceremonia de inducción si esta llegaba después de su fallecimiento, una instrucción que complica el homenaje para sus seguidores y seres queridos.
El camino de Tiant hacia la grandeza no fue sencillo. Nacido en La Habana en 1940, comenzó su carrera en Grandes Ligas en 1964 con los Cleveland Indians y se mantuvo en la liga durante 19 temporadas hasta su retiro en 1982. Su impresionante trayectoria incluyó 229 victorias, 172 derrotas y una efectividad de 3.30 en más de 3,400 entradas lanzadas. Su estilo de lanzar, caracterizado por un giro que mostraba su espalda al bateador antes de soltar la bola, lo convirtió en una figura icónica. Fue tres veces All-Star y lideró la Liga Americana en efectividad en dos ocasiones.
Sus años más destacados los vivió con los Boston Red Sox, donde lanzó durante ocho temporadas y consiguió 122 de sus victorias. Su actuación en la Serie Mundial de 1975, especialmente en los tres juegos en los que se subió al montículo para los Medias Rojas, es recordada como una de las más memorables en la historia de la franquicia. Tiant completó dos de esos tres juegos, logrando dos victorias y consolidando su estatus como una leyenda para los aficionados en Boston.
Pese a estos logros, Tiant fue constantemente ignorado por el Salón de la Fama. Varias veces estuvo cerca de la inducción, pero nunca logró reunir los votos necesarios. En 2014, recibió menos de tres votos del comité de la era dorada, mientras que en 2011, otro comité también lo dejó fuera de consideración. Esta exclusión de Cooperstown sigue siendo un tema de controversia en el mundo del béisbol, ya que muchos consideran que sus estadísticas y el impacto que tuvo en el deporte justificaban su entrada hace años.
Luis Tiant y el dolor de la exclusión y el desarraigo
El dolor de la exclusión en Cooperstown se suma al desarraigo de su tierra natal. Tiant, como muchos otros atletas cubanos, fue prácticamente borrado de la narrativa oficial en Cuba. Durante más de 40 años no pudo regresar a su patria debido a las tensiones políticas y al exilio. En el documental “El hijo perdido de La Habana,” se observa el impacto de esta separación. En una de las escenas, Tiant se encuentra en el Parque Central de La Habana, donde se discute apasionadamente sobre béisbol, pero su nombre apenas es mencionado cuando se pregunta por el mejor lanzador cubano de todos los tiempos. Este olvido, impuesto por el régimen cubano, privó a generaciones de aficionados en la isla de conocer a una de sus figuras deportivas más destacadas.
Ahora, a casi un mes de su fallecimiento, su nombre vuelve a figurar en la boleta para el Salón de la Fama. La comunidad del béisbol se enfrenta a una oportunidad histórica para reparar una omisión que ha dejado perplejos a aficionados y expertos durante décadas. Si el comité decide darle a Tiant un lugar en Cooperstown, el próximo julio de 2025 su nombre se unirá finalmente al de otros grandes del deporte, aunque sin el protagonista presente para escuchar el reconocimiento que tanto mereció.