Por Félix Anazco Ramos
CAMAGÜEY.- Cuando me llegó este martes la peor noticia del día en el mundo de los deportes, me disponía a publicar una entrevista a Loidel Chapellí y su hijo de igual nombre, acerca de la inclusión de este último en una lista de 34 peloteros amateurs cubanos que la Federación Cubana de Béisbol había liberado para negociar con franquicias de la Major League Baseball.
La conversación con el estelar juvenil y su padre, reconocido como uno de los mejores jugadores que ha nacido en esta provincia, transcurrió 24 horas después del anuncio de la lista, cuando ambos aún se notaban excitados por la buena nueva. “Estaba en la calle y comenzaron a llamarme amistades y parientes para felicitarme y no entendía bien de que se trataba. Fue cuando hablé con mis padres que entendí la magnitud de la novedad. Sentí una alegría inmensa porque han sido muchos años de sacrificio de mi parte para lograr un sueño que ilusiona mucho a mi familia”, había contado Loidel Chapellí hijo al terminar una práctica de bateo en el estadio Cándido González de esta ciudad.
También nos confesó entonces que estaba preparándose intensamente para superar algunas carencias: “Trabajo en aumentar la fuerza al bate y lograr la mayor calidad y versatilidad a la defensa. Aunque he sido de los más destacados de mi generación a nivel mundial, sé que para dar el salto tengo que demostrarlo en las competencias que se aproximan. Ahora jugaré la final del Campeonato Nacional Juvenil y luego la Sub-23, pero el principal objetivo es ganarme la confianza de los entrenadores y aportar a Camagüey en la venidera Serie Nacional de mayores”.
En el otro extremo del terreno, su progenitor nos confesó aquella tarde: “Para nuestra familia ha sido maravilloso recibir la noticia, que aunque la esperábamos en algún momento, no ha dejado de sorprendernos. Él se ha ganado esa confianza con su disciplina y entrega, porque el talento no se hereda, se construye. Para mí y su tío, que no pudimos alcanzar ese nivel, es muy lindo ver que él se aproxima, por eso le exigimos tanto en su formación. “Ahora estamos perfeccionando su técnica defensiva como segunda base y jardinero, además de potenciar las herramientas ofensivas que posee. Somos conscientes que todavía no se ha conseguido nada, tendremos que seguir ayudándolo para que sea el primer Chapellí en llegar a la MLB”.
Transcribiendo estas líneas me enteré que el presidente Donald Trump, animado por el lobbypolítico de la derecha cubanoamericana, había censurado el acuerdo deportivo que buscaba normalizar la inclusión de los cubanos en la meca del béisbol mundial. En ese momento la reacción de cualquier periodista sería regresar en busca de los entrevistados para hablar del tema, pero yo ya estaba muy apegado a las esperanzas de la familia Chapellí como para eso. Molesto, preferí no sentarme junto a ellos a lamentarme, por eso me sorprendieron tanto las declaraciones que uno de ellos dio esta mañana a mi colega Raúl del Pino de Prensa Latina.
Pensé que estarían desanimados y pesimistas, sin embargo, Loidel, el padre, le dijo que “Trump ha tomado medidas despiadadas con el mundo entero y en este caso nos tocó a nosotros bien de cerca, porque sabe que nos está privando de demostrar que los cubanos en materia de deporte, especialmente en el béisbol, tenemos muy buena calidad y mucho talento. Los peloteros nuestros es verdad que deben probar otras ligas, pero si no se da esa posibilidad, se dará otra. Lo que viene es seguir luchando con los muchachos y ya vendrán tiempos mejores, no hay mal que por bien no venga”. Y cuando le preguntó por la reacción de su muchacho, que actualmente juega el Campeonato Nacional Juvenil en Sancti Spíritus, respondió: “En cuanto supe la noticia hablé con él y le di ánimos, y me dijo que de todas formas hay que seguir jugando, preparándose mejor, aquí, allá y donde sea”.
Ya he hablado con otros chicos que alimentaron su sueño de llegar a Las Mayores desde diciembre último, incluso con uno que regresó a Cuba tras la firma, y sus palabras cargan más resignación que tristeza. Imagino que algunos de los cientos de talentos que hay en el país vuelvan a tomar las rutas, en muchos casos ilegales y peligrosas, que conducen a Estados Unidos a través de naciones caribeñas. Por ahora no les queda más que regresar al diamante, a jugar, mientras otros continúan jugando con sus esperanzas.