PINAR DEL RÍO.—Desde las gradas, o frente a la pantalla de su televisor, cada vez que Yoel Iván Veranes presencia un buen fildeo con uno de los guantes que han pasado por sus manos, siente como sí él mismo hubiera hecho esa jugada.
Nunca practicó béisbol, pero hace más de 15 años que vive ligado a los estadios. Comenzó por casualidad, durante una jornada de entrenamiento de la Serie Nacional, para ayudar a un atleta de Granma al que se le había roto su guante.
«Bueno, bueno, no me quedó, porque era la primera vez y todavía no sabía bien cómo dar las costuras para que duraran», recuerda este pinareño. Yoel Iván estudió mecánica en un politécnico de la ciudad de Pinar del Río, sin embargo, se apartó de la profesión por ser alérgico a la grasa. Por ello, tras aquella primera vez, decidió dedicarse al arreglo de guantes de béisbol.
«Entre los peloteros comenzó a correrse la voz de que aquí, en Pinar, había un hombre que hacía bien este trabajo, y empecé a tener cada vez más encargos», explica Veranes. Pronto trascendió las fronteras de Vueltabajo, y muchos atletas de otros territorios comenzaron a solicitar sus servicios.
«Uno de los primeros fue Orestes Kindelán. Era la última subserie de aquella temporada, y cuando llegué al hotel para devolverle el guante, ya se habían ido para Santiago. Se lo guardé hasta el año siguiente, y en cuanto volvió al Capitán San Luis, se lo entregué».
Como parte de la brigada de mantenimiento del Inder, Yoel Iván desde entonces les ha reparado guantes a los 16 equipos de la Serie Nacional, los 11 del campeonato provincial de Pinar del Río, y los ocho de las categorías juveniles (sub 15 y sub 18).
Con una caja llena de agujas de diferentes tipos, pegamento, rollos de hilo y retazos de piel que le facilitan en la industria deportiva, todos los días llega temprano al Capitán San Luis, se sienta en una esquina del banco y comienza a coser. «Lo hago porque me gusta y aporto a la provincia y al país», dice, y confiesa que con frecuencia la demanda es tan grande, que continúa la labor por la noche en su casa.
«Una vez Yorbis Borroto y Yorelvis Charles me dejaron sus guantes que necesitaban antes de las 6:00 de la mañana, porque salían para Matanzas. A las 5:45 a.m. se habían ido, así que fui para la terminal, saqué un pasaje para allá, y al día siguiente, antes de que comenzara el partido, se los entregué».
En los últimos 15 años asegura haber reparado más de 5 600 guantes, contando todas las categorías, tiempo en el que se precia de haberse ganado la amistad de muchos jugadores. A algunos los atendió por primera vez en los juveniles, y ha continuado haciéndolo de adultos, en la Serie Nacional. «Este es mi trabajo, y siempre trato de hacerlo con calidad, sea de quien sea el guante».