Por Francys Romero
Después de firmar un contrato de liga menor en enero pasado, el segunda base José Miguel Fernández tuvo que enfrentar algunos dilemas. El cubano estuvo inactivo alrededor de dos años y aún así, Los Ángeles Dodgers lo firmaron por 200.000 dólares.
La adaptación a un nuevo béisbol y el extenso período sin jugar a ningún nivel eran las interrogantes para Fernández. Todo cambió cuando la mañana del pasado 26 de junio recibió el ansiado ascenso a Oklahoma City Dodgers, sucursal de Triple-A de la franquicia angelina.
«En lo primero que pensé fue en mi familia» le comentó a Las Mayores.
Números impresionantes en el nivel Doble-A, con el equipo Tulsa Drillers, propiciaron este llamado que lo acerca al anhelado sueño de todo beisbolista. Fernández bateaba al momento de ser subido para 322 de average ofensivo, segundo en la Liga de Texas.
Además, produjo un notable volumen de extrabases con 13 dobles y ocho cuadrangulares. Esta producción le valió impulsar a 39 compañeros.
«Esta promoción ha significado mucho para mí. Ahora estoy más cerca de la realidad», dijo.
Fernández debutó de 2-2 y atrapó un boleto la noche del 26 de junio con Oklahoma en Triple-A. Él puede ser una opción cercana para los Dodgers cuando se expandan los rosters en septiembre próximo o antes, si existe algún movimiento de jugadores por parte de la gerencia.
Cierto es que no cuenta con una edad predilecta para llegar a las Mayores pues ya pasa de los 29 años. Sin embargo, Fernández es un bate confiable que presenta madurez, disciplina en la zona de strike y capacidad de embasamiento. Tras incursionar la pasada temporada invernal con las Águilas Cibaeñas en tierras dominicanas llamó la atención su incipiente falta de poder.
Después de un considerable tiempo de juego, ha recuperado el mismo swing vertiginoso que lo hizo batear para 524./544./667, en el III Clásico Mundial de Béisbol (2013) con Cuba. «Cambié mi mecánica de bateo. He puesto más intensidad con el trabajo en las pesas y también mejoré la rapidez de mi swing».
El entendimiento de la zona de strike en Fernández es superior al nivel promedio. Se ponchó en 21 ocasiones entre 233 turnos al bate en Doble-A y tomó 13 boletos. Su tasa de ponches en Cuba fue de 4.3% y ahora en las menores está demostrando que su habilidad para poner la pelota en juego no es obra de la casualidad. Esto podría situarlo como una pieza muy valiosa para el futuro.
«Pasé dos años entrenando, pero sin jugar.
Tengo que ajustarme al ritmo y tiempo de mi swing nuevamente» había declarado Fernández durante los entrenamientos de primavera.
Intentar recuperar la forma fue la primera de sus batallas. Fernández tuvo que bajar de peso y entrenar diariamente más fuerte que el resto para reponer todo el tiempo de inactividad que lo alejó de su rendimiento. Fue suspendido en 2015 tras ser atrapado saliendo de Cuba por la vía ilegal. No obstante, resistió las embestidas de la adversidad y finalmente logró salir de la isla en diciembre del mismo año.
Todos los sacrificios realizados tienen a Fernández en una posición favorable y más que propicia para arribar en algún momento a Grandes Ligas.
«Es demasiado complicado acostumbrarse a este béisbol, pero creo que la experiencia la tengo y eso es lo principal. Las enseñanzas del béisbol cubano también me han ayudado mucho en todos los sentidos».