Por: Raúl Hernández Lima
PINAR DEL RIO, CUBA- Esta victoria es de los que viven la lógica del corazón. No necesitaron los matanceros la erudición de los entendidos en las bolas y los strikes para disfrutar y romperse la garganta de alegría y hasta de euforia. Tantos años antes comenzó el camino que muchos lo olvidaron.
Los rivales de entonces llegaron a tomar el desquite sin imaginar la persistencia del desenlace. La miel del triunfo cayó apenas como un sorbo insuficiente de la gloria tal cual Henequeneros la provó antes frente a aquellos ganaderos.
Los actores llegaron de todos lados, la ciudad de los puentes los acogió como hijos sin complejos. Les brindó amparo sin miramientos, más con agradecimiento que con suspicacias y todos compartieron el beneficio.
Alguien por ello intentó restarle méritos a la tierra del Yumurí pero la alegría se expandió por allí de todas formas. También hubo miedo. Con la fiesta preparada en casa, Lázaro Blanco mandó a guardar los voladores y el fantasma de otra final escapándose anduvo entre quienes poblaron el Victoria de Girón.
Ferrer asumió la afrenta de tomar la carretera y regresar con el trofeo. Allí subió Entenza donde antes lo hizo Fredy o Yera y como Yamichel Pérez, el más valioso de todos, para ayudar al veterano en la faena. Lo tomó sin dilaciones, lo puso a brillar en el banquillo incluso antes de terminar el partido en que los toros resistieron aún sin armas y lo llevó hasta donde esperaban los suyos.
El título en su mano transformó al pretendiente en héroe y agregó su nombre a la lista donde reposan Carneado y Borges, la misma se Miguel Ángel Domínguez, Carlos Gómez y Cándido Andrade, o los más recientes Jorge Fuentes, Jova, Medina, Urquiola y Pacheco como mánagers campeones debutando en el puesto.
Llegar allí no resultó fácil. En medio estaban los campeones nacionales. Sin embargo las fantasías de Prieto y Erisbel, la oportunidad de Camero, la calidad de Gracial pero sobre todo el trabajo conjunto los puso otra vez allí donde otras veces fracasaron de la mano de Víctor Mesa.
La afronta del pitcheo camagüeyano ponía las cosas difíciles pero esta vez no llegaron en vano. Como antes Henequeneros y Citriculrores, conquistaron la corona y la pusieron en el corazón de millones de seguidores en el país. La 59 Serie Nacional de Béisbol es historia con un nombre propio, el de Matanzas.