Por Jorge Ebro
Mientras otros se llevan los titulares por lo que dicen, Julio Daniel Martínez llama la atención por lo que hace. En los últimos años se ha convertido en uno de los peloteros más productivos del planeta a base de un trabajo constante y silencioso, una atención al detalle que finalmente comienza a advertirse.
Pero este invierno, JD Martínez estuvo en el centro de un huracán de especulaciones y la pregunta que todos en el béisbol se hacían giraba en torno a su futuro: ¿dónde y por cuánto va a firmar uno de los jardineros más consistentes de las Grandes Ligas?
«Fue un proceso muy largo y que demoró mucho tiempo», afirmó Martínez, quien el 26 de febrero llegó a un acuerdo con Boston por cinco temporadas y $110 millones. «Gracias a Dios que estoy aquí, con un equipo bueno, que siempre tiene chance de ir a los playoffs. Estoy feliz».
Aunque él no lo considera así, el público imagina la llegada de Martínez a los Medias Rojas como una especie de respuesta al arribo de Giancarlo Stanton a los Yankees en medio de una rivalidad que ha encontrado nuevos maderos para la hoguera de la discusión.
Boston considera tener las piezas para competir y sobrepasar a Nueva York. Antes de contar con Martínez ya era un equipo muy completo, pero el cubanoamericano les ofrece otra dimensión, un liderazgo sereno que arroja una sombra positiva en el clubhouse y un aporte tremendo en el terreno.
«A mí me gusta este equipo, tenemos buenos abridores, buen bullpen y una buena alineación», agregó el muchacho nacido y criado en Miami. «Lo importante es que nos mantengamos saludables y jugando nuestro juego».
Considerado una de las historias más sorprendentes de los últimos tiempos, Martínez pasó de ser casi un desterrado de la pelota a un ejemplo de cómo la perseverancia y el corazón pueden echar a un lado las estadísticas sabermétricas.
Durante la primavera del 2014, Martínez experimentó uno de esos momentos en los que un pelotero debe pasar repaso de su carrera y ser honesto consigo mismo, porque de pronto se vio sin trabajo y sin equipo.
Tras elegirlo en la ronda número 20 del Draft del 2009, los Astros decidieron que Martínez no merecía otra oportunidad y el 22 de marzo le dieron los papeles donde de manera oficial cortaban todos los lazos con el pelotero nacido en el seno de una familia cubana.
Con un contrato de Liga Menor en la mano, Martínez se dio a la tarea de construir un pelotero diferente dentro de su cuerpo y se convirtió en un estudioso del juego, tomando nota de los patrones de los lanzadores rivales, estudiando sus propios videos, mirando a las súper estrellas como Cabrera en Detroit y pasando interminables horas en las cajas de bateo.
El cambio sorprendió a todos y en la temporada del 2014 bateó para .315 con 23 jonrones y 76 impulsadas, pero nadie esperaba la explosión de la temporada pasada, cuando sacó 38 pelotas del parque y remolcó a 102 compañeros.
De ahí a la fecha, Martínez ha terminado cada temporada casi siempre bateando por encima de .300 y con 90 o más impulsadas. En los últimos tres años, su OPS ha superado los 1,000 puntos, algo reservado para la crema y nata de los sluggers.
Y aunque él tampoco lo mire de esa manera, muchos en Boston esperan que Martínez los catapulte nuevamente a la cima de la montaña en octubre.
«Sabía que iba a firmar, solo desconocía con cuál equipo», recalcó el primer pelotero que llega a las Mayores desde la Universidad de Nova. «Siempre me mantuve trabajando en la temporada muerte, en Miami, donde vive mi familia y donde crecí. Este es un lugar especial para mí».