La participación de Cuba en el Clásico Mundial 2026 no depende del terreno ni de su federación. Tampoco está en manos de MLB. El equipo cubano está atrapado en una realidad creada por el propio régimen, un sistema que durante décadas ha mezclado política, control y censura con el deporte. Hoy el futuro de la selección está condicionado por una decisión administrativa del Departamento de Estado de los Estados Unidos, encabezado por Marco Rubio, un funcionario con raíces familiares cubanas que conoce perfectamente cómo opera el gobierno de La Habana.
Pelota Cubana USA solicitó información directa al Departamento de Estado para conocer el alcance de la sección 212f, la misma disposición que afecta a países incluidos en listas de control migratorio especial, entre ellos Cuba. La respuesta fue concreta. «Los atletas, entrenadores, personal esencial y familiares inmediatos pueden recibir visas cuando viajan para la Copa Mundial, los Juegos Olímpicos o para cualquier competencia que el Secretario de Estado determine como un evento deportivo mayor. La excepción no incluye a aficionados. La decisión sobre qué torneos pueden recibir esa clasificación se toma únicamente desde la oficina del Secretario de Estado.»
Aplicado al Clásico Mundial, esto implica que la presencia de Cuba en el torneo dependerá de si Marco Rubio determina que la competencia cumple con los criterios fijados para ser reconocida como un evento deportivo mayor. La FCB y el gobierno cubano no tienen control sobre este proceso, que se basa en la normativa migratoria vigente en Estados Unidos.
Los antecedentes recientes muestran que no es la primera vez que delegaciones deportivas cubanas enfrentan esta situación. El equipo masculino de baloncesto no pudo viajar a Puerto Rico para una ventana clasificatoria de FIBA. La selección femenina de voleibol quedó fuera del Final Four del Norceca pese a haber clasificado. El cuerpo técnico del softbol femenino tampoco obtuvo las visas necesarias para participar en la Serie Mundial de Pequeñas Ligas. En todos los casos, la limitación surgió bajo el mismo marco regulatorio.
Mientras tanto, otros países bajo restricciones migratorias también dependen de esta clasificación especial para participar en torneos internacionales. Haití e Irán lograron su cupo para la próxima Copa Mundial de Fútbol y tal como reportó Politico, la administración estadounidense permitirá su participación mediante la excepción aplicable a eventos deportivos mayores. Esto confirma que la clave está en la categoría del torneo y no en el desempeño deportivo o la estructura política de cada país.
En este escenario, el rol de Marco Rubio es estrictamente administrativo. Su origen familiar cubano le da claridad sobre lo que significa el béisbol para la comunidad, y su trayectoria en política exterior le permite comprender a fondo al régimen cubano y su historial. La decisión que debe tomar pasa por evaluar el estatus del Clásico Mundial dentro de los parámetros establecidos en la normativa migratoria vigente.
La Federación Cubana de Béisbol puede continuar preparando listas preliminares y organizando entrenamientos, pero esos pasos no modifican la realidad actual. Cuba pertenece a una categoría migratoria que requiere una autorización específica para competir en eventos organizados o supervisados por autoridades estadounidenses.
El Clásico Mundial se acerca y mientras el resto de las selecciones avanza sin contratiempos, Cuba sigue paralizada por las mismas limitaciones que su propio sistema ha creado durante décadas. El equipo no está esperando por MLB ni por un trámite deportivo está esperando por una autorización migratoria que existe porque el país figura en una lista especial. La decisión final se tomará en Washington, no en La Habana. Y hasta que el Departamento de Estado no determine si el torneo califica como evento mayor, la selección cubana permanece en el mismo punto de siempre ante estas situaciones en pausa y sin garantías de que pueda siquiera abordar un avión rumbo al Clásico Mundial.
