Por Joel García León
Frederich Cepeda es sincero. No estuvo tantas veces cerca del líder de la Revolución cubana como en otras épocas lo hicieron otros peloteros, pero sus vivencias tienen una huella de eternidad, pues logró vencer el nerviosismo inicial que siempre provocaba Fidel y recibió el consejo, el detalle y el aliento más necesario cada vez que se encontraron o conversaron entre los años 2002 y 2010.
Sobre esos momentos prefirió dialogar en el estadio Latinoamericano, donde por vez primera lo saludó hace 16 años, durante la celebración de la Copa Intercontinental. “Era un juego contra Panamá y desde que llegamos nos dijeron que él iba a venir a vernos”, recuerda el espirituano, quien ese año había quedado subtitular nacional y se estrenaba con el uniforme de las cuatro letras para un evento internacional.
“El partido se detuvo por lluvia en el tercer inning y nos quedamos hablando de béisbol con los escoltas. De pronto avisaron que llegaba; ellos ocuparon sus posiciones y en menos de 10 minutos se apareció en el banco. Fue impresionante, porque él transmitía una energía increíble.
“A Fidel le gustaba mucho la pelota y se sabía el nombre de todos los jugadores que estábamos en el equipo nacional, aunque fuéramos novatos. Ese día preguntó por algunos de nosotros, por Bárbaro Cañizares y por mí. Cuando lo saludé me dijo: ‘Oye, qué paciencia tú tienes en la caja de bateo con esa juventud’.
“En esa Copa tenía varias bases por bolas y lo que más me llamó la atención fue el detalle de que Fidel, en medio de su inmenso trabajo, supiera decirte, en pocos minutos, lo que hacía falta para reconocerte o estimularte. Después de eso saludó a los peloteros de Panamá, que estaban ansiosos por conocerlo, y se marchó”.
Bajando la escalerilla de Atenas
Cepeda volvió a topar con Fidel al regresar de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cuando recibió a la delegación, tal y como acostumbraba a hacer en cada cita multideportiva. Todos lo vieron desde la ventanilla del avión y volvieron a dispararse los nervios por la pregunta imprevista que pudiera hacerles.
“En el béisbol habíamos recuperado el oro perdido en Sídney 2000 con una victoria sobre Australia en la final. En ese partido conecté un jonrón y fue ese detalle el que exploró cuando lo saludé al bajar de la escalerilla”, recuerda Cepeda como si lo viviera de nuevo.
“Me tomó por la mano y soltó: ‘¿Tú sabías que ese batazo se iba de jonrón desde que lo diste?’. Le expliqué muy rápido que por el swing y el sonido del bate estaba seguro del cuadrangular. Me dio dos palmadas en el pecho como acostumbraba y terminó: ‘Te felicito por el batazo y por el oro’. Después, en el discurso oficial, se refirió al equipo de béisbol y a los resultados de toda la delegación. Es otro día inolvidable que conservo en una foto”.
Clásico Mundial y paciencia
Durante la preparación para el Primer Clásico Mundial de Béisbol (2006), Fidel estuvo varias veces en el estadio, sin embargo, prefirió no hablar con los atletas para que se concentraran y quitarles cualquier tipo de presión. El día antes de la partida tuvieron una reunión en el Consejo de Estado y aunque nadie dijo para qué era, todos sospechaban que Fidel compartiría con ellos.
“Estuvimos sentados unos 20 minutos esperándolo hasta que él entró por una puerta y se puso informalmente a conversar con nosotros. Ni se sentó. Se recostó a un buró y estuvo ahí más de cuatro horas.
“Habló de cuando jugaba pelota de joven, hizo chistes con José Llanusa y con el Gallego Fernández (que si era malo jugando pelota) y le dijo a los periodistas que estaban allí: ‘¿Ustedes ya le dijeron al mundo a lo que van estos muchachos? No quiero a nadie diciendo que hay que ganar, que hay que vencer a toda costa. Ellos van a enfrentar un torneo muy duro y lo más importante es que regresen con la dignidad que siempre nos ha caracterizado. El pueblo siempre estará apoyándolos’.
“En esas cuatro horas Fidel nos dio el mejor aliento del mundo desde los cuentos, las anécdotas, las preguntas por peloteros que ya no estaban en el equipo Cuba. Finalmente bromeó con Urrutia, Paret, Pestano y conmigo, y se tomó al final una foto de recuerdo.
“Ya al regreso, tras ganar el segundo lugar, en el acto que se hizo en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, nos saludó a todos y volvió a decirme: ‘Qué paciencia tienes, Frederich, qué paciencia’.
“En el discurso se refirió un buen rato a la conferencia de prensa en la que había participado. Dijo que no me fuera a postular para gobernador de California, porque podía quitarle el puesto a Arnold Schwarzenegger, ya que me había expresado muy bien. Bajé la cabeza y me reía, pero resultó otro premio para guardar con celo. Después del discurso compartió un rato más con nosotros, pero se marchó rápido”.
Una reflexión que conservo
Para el Clásico Mundial del 2009 la presencia de Fidel no era ya física, sino a través de llamadas telefónicas para estar al tanto de todos los detalles. La comunicación fluía más porque el médico del equipo era su hijo Antonio Castro, amigo personal de Cepeda.
“En ese torneo hablé por teléfono con él dos veces y siempre me aconsejaba que mantuviera la paciencia y no perdiera la concentración. Mandó un comunicado donde decía que siguieran mi ejemplo. Eso lo plasmó luego en una de sus Reflexiones, la cual está puesta en un cuadro en la sala de mi casa.
“(…) Desgraciadamente en nuestro país se creó el hábito malsano de esperar el primer strike, vieja costumbre en que fueron educados los peloteros cubanos, un hábito que los pitchers adversarios conocen y lanzan tranquilamente el primer strike por el centro del home. Hay que obligarlos a una tarea difícil desde el primer instante.
Contamos con un modelo a seguir en nuestro equipo: la increíble serenidad y seguridad de Cepeda, a quien deseo rendir homenaje en esta reflexión, por sus proezas. No ha variado en lo más mínimo su eficiencia deportiva desde la primera vez al bate en el Clásico. Ayer cuando teníamos 5 carreras contra México, 4 las había impulsado él. Ese partido demostró que podemos vencer al adversario (…)”. (17 de marzo del 2009)
Su voz por última vez
En el año 2010, durante el premundial de Puerto Rico, Cepeda era el capitán del equipo Cuba. Horas antes de la final contra Dominicana Fidel llamó al jefe de la delegación y pidió hablar con él. Lejos estaba de imaginar el pelotero que sería la última vez que tuviera ese privilegio.
“Me llamaron rápido y después de felicitarme por estar de líder de los bateadores dejó una tarea. ‘Mantén al equipo como lo has hecho hasta ahora. Condúcelo a la victoria con tu experiencia de varios años’. Desafortunadamente perdimos ese juego y el campeonato, aunque en el mitin hice lo que me orientó y los muchachos sabían que él estaba pendiente del partido”.
La tarde en el estadio Latinoamericano se escondió. Al final del diálogo con el espirituano solo le cabía una última pregunta: ¿Por qué es imprescindible Fidel cuando se habla de béisbol en Cuba?
“Por lo hecho en más de 50 años. Fue quien revolucionó todo esto, creó la única liga nacional que queda en el mundo, concibió un movimiento deportivo completo, un país y, sobre todo, educó a un pueblo. Y todo eso y más es digno de admirar. No te quepa dudas, Fidel es béisbol”.