Por Joel García León
Barranquilla.- Contrario a lo que muchos puedan pensar, la noticia no fue que Cuba perdiera 8-1 contra Puerto Rico en su tercera presentación en estos XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe. Como noticia tampoco pudiéramos asumir la primera derrota en 36 años en estas lides, desde aquel fatídico 1982 cuando caímos dos veces, una también frente a los boricuas (3-2) y cedimos el cetro.
La noticia, en el mejor de los casos, tenía demasiados previsibles. Freddy Asiel Álvarez otra no cumple su función en un equipo nacional, la ofensiva sigue frenada para producir las carreras que se necesita para triunfar y los bates siguen pesándole a figuras claves en la alineación, por más que digan los técnicos que la preparación extendida de tres meses fue estupenda.
La noche en el estadio Edgar Rentería pudiera resumirse en un racimo de cuatro carreras en el cuarto inning tras ser bateado a sus anchas nuestro abridor; dominante pitcheo del zurdo Anthony Seise; pero sobre todas las cosas otro partido con caras duras en lugar de diversión, lo cual se ha dicho muchas veces es el principal enemigo de nuestros peloteros. ¿Cuándo recuperaremos la risa, la distensión y la alegría que primó siempre en los bancos de Cuba?
La tropa de Carlos Martí anda ahora contra la pared en el formato de competencia (todos vs. todos), pues para imponerse no basta salir airoso en el resto de los desafíos, sino esperar qué pasa con el resto de los conjuntos, en especial Puerto Rico y Colombia, invictos en par de salidas y motivados a ser ellos protagónicos en uno de los deportes que más seguidores va teniendo en estos Juegos.
Estadísticas aparte, 267 de average, siete anotadas, 27 indiscutibles, 2,08 de promedio de carreras limpias y un solitario error, lo que sigue siendo discutible es la puesta en escena, la conexión oportuna que nunca llega con hombres en base (25 han quedado en las almohadillas), las pocas opciones de remplazo a partir de la nómina tan reducida y la pobreza de jugadas tácticas para desarticular a los contrarios.
Restan cuatro desafíos: Venezuela (martes), República Dominicana (jueves), Nicaragua (viernes) y Colombia (domingo), y sin sobredimensionar a ninguno, los más preocupados hoy mismo no son ellos sino nosotros, pues con el nivel de juego visto en las tres primeras presentaciones no existe ninguna seguridad de asegurar cuatro sonrisas por más que quisiéramos, por más que las sueñen los optimistas, por más clonación que hagamos de los mejores bateadores hasta ahora: Roel Santos (12-4), Yordan Manduley (11-5) y Yordanis Samón (13-5).
La derrota previsible de este domingo era la noticia. Todo lo demás continúa figurando en nuestro imaginario. Y cuánto deseamos estar equivocados, pero la mal denominada “medalla infaltable” de una delegación cubana en citas múltiples anda en terapia. Y solo el enfermo puede salvarse. Nadie más.