El santiaguero Antonio Pacheco, uno de los peloteros más grandes que ha pasado por el béisbol cubano, sigue aportando y moldeando la nueva generación de la organización de los Yankees de New York.
Con más de cinco años de experiencia dentro de dicha franquicia, actualmente se desempeña como uno de los entrenadores defensivos del conjunto de los Yankees en la Florida Complex League (FCL), uno de los niveles Rookie más próximos a la Clase A del sistema de Ligas Menores.
Sin dudas, para la organización más laureada del béisbol es un lujo contar con el apoyo y la experiencia de una figura como Antonio Pacheco, tener a alguien así para la formación de sus prospectos tiene un valor de altos kilates.
Antonio Pacheco Massó fue el líder de hits de todos los tiempos de Cuba durante más de una década, acumulando 2,356 imparables en 1 853 juegos de 1983 a 2001. Un bateador de .334 en su carrera, Pacheco ayudó a Santiago de Cuba a ganar tres campeonatos consecutivos de la Serie Nacional de 1999 a 2001 También acumuló 1.304 carreras impulsadas, 1.258 carreras anotadas, 366 dobles, 284 jonrones y 63 triples.
Capitán durante mucho tiempo de la selección nacional de Cuba, Pacheco, natural de Palma Soriano, brilló en el escenario mundial. El segunda base bateó .402 en competencias internacionales, incluyendo .362 en tres Juegos Olímpicos, ganándose el apodo de «El Capitán de Capitanes» de sus compañeros.
“Si hablas de la historia del béisbol cubano, debes mencionar a Antonio Pacheco. Es uno de los tres peloteros más completos en la historia del béisbol cubano. Siempre fue uno de los peloteros más respetados, no solo como beisbolista, sino como ser humano fuera del campo, es un gran ser humano», dijo hace unos años el lanzador de práctica de bateo de los Yankees, Danilo Valiente, quien entrenó en su Cuba natal durante 15 años antes de llegar a los Estados Unidos en 2006 y comenzar su ascenso en los Yankees.
Pacheco tenía apenas 16 años cuando debutó con el Santiago de Cuba en la temporada 1980-81. Al año siguiente, empató en el liderato de la liga en triples. Se unió al equipo nacional de Cuba en 1983, y en 1984, a los 20 años, Pacheco bateó .429 en la Serie Mundial Amateur, ayudando a Cuba a llevarse el oro mientras que Barry Bonds y el equipo de EE. UU. se conformaron con el bronce.
La temporada 1988-89 terminó con Santiago de Cuba derrotando al poderoso Industriales de La Habana por el primer título de Serie Nacional de Pacheco. Continuó protagonizando la segunda base y prosperando en la competencia internacional. En 1991, fue nombrado capitán de la selección nacional de Cuba, y en los Juegos Olímpicos de Verano de 1992 en Barcelona el joven de 28 años bateó .350 con tres jonrones, 11 carreras y 12 carreras impulsadas en nueve juegos, ayudando a Cuba a ganar el oro y ganándose un apodo que se quedó de por vida.
«Mis compañeros me llamaban ‘El Capitán de Capitanes’ porque no solo veían mis habilidades atléticas, sino también mi ejemplo vivo para el equipo a través de mis acciones», comentó Pacheco. «Fui un ejemplo no solo de palabras: cualquier colega, cualquier situación, cualquier problema, Pacheco estaría allí para ayudar. Eso es lo que es un capitán, un hombre que lidera con sus acciones, no con sus palabras. Un atleta que está herido, pero igual sale a jugar con su equipo y se gana el respeto de sus compañeros, esos son los capitanes».
Mientras los jugadores huían, las Grandes Ligas cruzaron por la mente de Pacheco, apoyó decisiones como la de Orlando ‘El Duque’ Hernández, pero como muchos, la idea de posiblemente nunca volver a ver a sus hijos era demasiado para soportar. Continuó enfocándose en su carrera en Cuba, alcanzando cotas increíbles. Otro oro en Atlanta en 1996. Tres campeonatos consecutivos de la Serie Nacional, coronados por un grand slam emergente en la octava entrada de una victoria por 4-1 en el factor decisivo de 2001. El Capitán de Capitanes se convirtió en una leyenda.
Cuando los funcionarios cubanos comenzaron a permitir que ciertos jugadores veteranos, a los que consideraban futuros entrenadores potenciales, jugaran profesionalmente en Japón, Pacheco aprovechó la oportunidad. Jugó tres años en Japón, donde admiró la búsqueda de la excelencia de los peloteros japoneses.
«Desde mi experiencia, vi que los japoneses no tenían los mismos talentos físicos naturales que nosotros tenemos, pero vi su ética de trabajo y disciplina. Trabajaron incansablemente hacia la perfección, ‘trabajan, trabajan, trabajan’, y fue una oportunidad para mí de ver cómo los jugadores que no tienen las condiciones físicas óptimas pueden emparejarse con un gran jugador y ponerse a su nivel, una voluntad fuerte y un entrenamiento mental», comentaba Pacheco.
A su regreso a Cuba, esperaba comenzar una carrera como entrenador en los niveles inferiores, pero la federación de béisbol decidió que El Capitán de Capitanes recibiera las riendas de su antiguo equipo de Santiago de Cuba, dirigiendo a los Avispas (Avispas) a tres títulos en cuatro años entre 2005 y 2008.
También dirigió a la selección cubana, pero la reacción negativa que recibió después de terminar con la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008 lo amargó en el trabajo. Entre la falta de recursos que le dieron para trabajar y darse cuenta de que su inmenso esfuerzo ya no era valorado, Pacheco empezó a pensar que era hora de un cambio.
«Me di cuenta de que tenía que irme porque lo que había logrado como atleta, lo estaba perdiendo como entrenador», dijo Pacheco. «No pedí estar allí; no fue mi elección ser el entrenador [de la selección nacional]. Pero pensé que tenía que irme por mi salud y por mi bienestar general».
Luego de cumplir un contrato con la federación deportiva de Cuba para entrenar béisbol juvenil en Canadá, llegó a Florida en julio de 2014 con tranquilidad y humildad, simplemente buscando una oportunidad.
Pacheco había pasado el año anterior entrenando a niños en una escuela en Huntington, Ontario, en las afueras de Toronto. Allí, se reencontró con una mujer cubana llamada Noemi Zaldivar Salgado. Estaban casados, y cuando se aceptó la solicitud de Noemi para trabajar como enfermera en el Hospital General de Tampa, se les permitió mudarse al Estado del Sol.
Su cálido abrazo, y un clima mucho más familiar que el de Canadá, hicieron que Pacheco se sintiera como en casa. Ahora solo necesitaba un trabajo. Estaba dispuesto a tomar cualquier cosa, incluso en el nivel juvenil, siempre que pudiera seguir involucrado en el juego que ama. Afortunadamente para Pacheco, tenía un viejo amigo en Florida que tiene influencia en los Yankees.
«Alguien me preguntó por él y dije: ‘Creo que es un buen jugador y también un buen entrenador'», dijo El Duque, quien se desempeñó como instructor invitado durante los entrenamientos de primavera. “Después de eso, no lo ayudé. Él se ayudó a sí mismo.Tiene mucha historia, mucha experiencia, mucho conocimiento. Es uno de los mejores tipos que he conocido».
En la actualidad el santiaguero continúa vinculado con los Yankees en la formación de nuevos talentos y haciendo lo que las le gusta cerca del béisbol; El Capitán de Capitanes tiene una amplia hoja de ruta de Palma Soriano a los Yankees.
*Con información de MLB y los New York Yankees
8 comentarios
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Desde que empecé a ver pelota, me impresionó como atleta a tal punto que era mi jugador favorito, siempre lo seguí como a ningún otro. Cuando se retiró sentí un vacío enorme, pero después como entrenador también hizo mucho por Santiago y el equipo Cuba. Sin dudas, como él hay muy pocos en el mundo.
Antonio Pacheco ha sido y será el mejor en ela pelota cubana de todos los tiempos y un excelente persona
Grande Pacheco, pero no el mejor, hay por ahí unos tales Linares y Casanova que lo superaron, yo diría que esta en el Top 5 de la pelota cubana, ah, y siempre he sido fans de él, somos contemporáneos del año 64, mi respeto para el.
Antonio Pacheco para mí está entre los 3 mejores peloteros de todos los tiempos en Cuba , ha Sido el más integral , excelente persona , con cualidades y valores humanos excepcionales , integró el equipo Cuba en todas las categorías
El capitán de capitanes es inmenso dentro del béisbol