POR JORGE EBRO
Los Miguel Cabreras y los Mike Trouts de este mundo llegan a la vida con un bate bajo el brazo y un talento que los convierte en súper estrellas de manera casi instantánea, pero J.D. Martínez no se cambiaria por ellos.
Considerado una de las historias más sorprendentes de los últimos tiempos, Martínez pasó de ser casi un desterrado de la pelota a un ejemplo de cómo la perseverancia y el corazón pueden echar a un lado cualquier obstáculo.
Durante la primavera del 2014, Martínez experimentó uno de esos momentos en los que un pelotero debe hacer repaso de su carrera y ser honesto consigo mismo, porque de pronto se vio sin trabajo y sin equipo.
Tras elegirlo en la ronda número 20 del Draft del 2009, los Astros decidieron que Martínez no merecía otra oportunidad y el 22 de marzo le dieron los papeles donde de manera oficial cortaban todos los lazos con el pelotero nacido en Miami de padres cubanos.
Con un contrato de Liga Menor en la mano, Martínez se dio a la tarea de construir un pelotero diferente dentro de su cuerpo y se convirtió en un estudioso del juego, tomando nota de los patrones de los lanzadores rivales, estudiando sus propios videos, mirando a las súper estrellas como Cabrera y pasando interminables horas en las cajas de bateo.
“JD es una súper estrella. Yo le digo la Computadora del Bateo’’, comentó el profesor de bateo Ricardo Sosa, quien entrena a Martínez en el invierno. “El no para de trabajar, día tras día, es un ejemplo para todos aquellos que quieren ir más lejos en cualquier deporte, alcanzar en nivel superior”.
Martínez comenzó a experimentar con ángulos de movimiento para el madero, modos y maneras de elevar la pelota, cuando lo común era ese swing recto y seco que buscaba poner la bola en juego. En el béisbol moderno con sus cambios defensivos quien no conecte hacia arriba va a tener problemas.
Le llaman el Swing de Uppercut.
El cambio sorprendió a todos y en la temporada del 2014 bateó para .315 con 23 jonrones y 76 impulsadas, pero nadie esperaba la explosión de la temporada pasada, cuando sacó 38 pelotas del parque y remolcó a 102 compañeros.
Nadie podía imaginar que al final de la contienda previa, Martínez sería elegido como el Mejor Pelotero de los Tigres y que ganaría el Bate de Plata junto a Cabrera, a quien, como nota curiosa también ayudó en cierto momento.
“Eso fue en el 2014, porque yo era un estudioso de Miguel, era mi modelo y de pronto lo vi haciendo swines que no eran los que me habían deslumbrado’‘, recordó Martínez sobre el venezolano, que por esos días atravesaba uno de sus rarísimos letargos ofensivos. “Le indiqué que debía darle la bola en el centro, dirigirla al centro. La estaba elevando demasiado’‘.
Cuando salió de su problema, Cabrera -posiblemente el mejor bateador de su generación y ya uno de los más grandes de la historia- no tuvo ningún reparo en acreditar a Martínez como el estratega de su recuperación.
El pasado invierno, Martínez estuvo en el centro de un huracán de especulaciones y la pregunta que todos en el béisbol se hacían giraba en torno a su futuro: ¿dónde y por cuánto va a firmar uno de los jardineros más consistentes de las Grandes Ligas?
“Fue un proceso muy largo y que demoró mucho tiempo’‘, afirmó en abril Martínez, quien el 26 de febrero llegó a un acuerdo con Boston por cinco temporadas y $110 millones. “Gracias a Dios que estoy aquí, con un equipo bueno, que siempre tiene chance de ir a los playoffs’’.
Aunque él nunca lo consideró así, el público imaginaba la llegada de Martínez a los Medias Rojas como una especie de respuesta al arribo de Giancarlo Stanton a los Yankees en medio de una rivalidad que ha encontrado nuevos maderos para la hoguera de la discusión.
Boston tenía piezas para competir y sobrepasar a Nueva York. Antes de contar con Martínez ya era un equipo muy completo, pero el cubanoamericano les ofrecía otra dimensión, un liderazgo sereno que arrojaba una sombra positiva en el clubhouse y un aporte tremendo en el terreno.
Y Martínez recompensó a Boston con una línea ofensiva tremenda de .330/.402/.629 con 43 cuadrangulares y 130 impulsadas, junto con un fabuloso OPS de 1,031. En la Serie Divisional contra los Yankees impulsó seis carreras en apenas cuatro juegos.
El muchacho que una vez dejaron sin esperanza se ha convertido en un bateador completo, adelantado a su tiempo y ejemplo al que hoy otros estudian. JD Martínez es, hoy por hoy, la vanguardia del bateo.