Tomado de Radio Guama
Hace varios días, los aficionados del béisbol y el pueblo en general, conocieron que el destacado expelotero Alfonso Urquiola se encontraba internado en una clínica de Estados Unidos a causa de una pancreatitis aguda.
Luego de recibir el alta médica y regresar a tierras vueltabajeras, el relámpago de Bahía Honda accedió a compartir unos minutos con la prensa.
“Estoy entero, bicho malo nunca muere”, fueron sus primeras palabras.
Coméntenos acerca de su estado de salud actual.
“Tuve una enfermedad bastante complicada, una pancreatitis aguda, pero he evolucionado satisfactoriamente. Al paso de una semana estaba prácticamente recuperado, con buen ánimo y mejoría.
“En este momento me siento bien, sin síntomas de dolor, y con el tratamiento médico espero que todo pase más rápido. Estoy caminando por las mañanas alrededor de una hora y cuando termino no me siento nada”.
Cuando estaba hospitalizado en los Estados Unidos, el pueblo cubano se preocupó por usted…
“Estuve en un estado crítico y te digo con toda honestidad que una de las cosas que más fuerza me dio eran los mensajes de las personas que me quieren. Yo no podía moverme, pero tenía muchos compañeros que iban a visitarme y leían todo lo que se escribía en las redes sociales, eso fue de mucha ayuda, me daban ganas de seguir viviendo.
“En tiempos difíciles es cuando nos damos cuenta de la importancia que tienen las personas para nosotros, porque la familia de uno es la gente que lo quiere y creo que el pueblo pinareño, toda Cuba, e incluso los que viven fuera, se preocuparon.
“Esos son momentos bonitos de la vida que pasan en circunstancias complicadas, pero son experiencias que se van acumulando y es cuando percibes que todavía es poco lo que uno ha hecho. Uno tiene que hacer más por la gente que lo quiere. Estoy en deuda con mi pueblo”.
Durante el diálogo, era evidente hablar de béisbol y un tema reciente se coló en la conversación.
¿Qué cree del regreso de Anglada a los Industriales?
“En lo particular, es muy amigo mío, un gran estratega y lo ha demostrado. Es uno de los managers que puede darle a La Habana buenos resultados por su carisma, sabiduría y experiencia.
“Creo que es un paso positivo que gente como Anglada, que han hecho mucho por el béisbol y que estaban fuera de él, se incorporen a la pelota que es nuestra identidad.
“Se dice que el béisbol está muerto y yo digo lo contrario. Cuba es una fábrica de producir peloteros y eso no se va a acabar pase lo que pase, lo que hay que perfeccionar cosas y sumarse a todo lo que sea beneficioso. Debemos trabajar juntos: entrenadores, managers, atletas, narradores, periodistas y todos los que tengan que ver para que la pelota mejore”.
El mensaje para Anglada desde Pinar.
“Le deseo lo mejor, no le voy a desear que gane porque quiero que lo haga Pinar (risas). Cuando digo ‘lo mejor’ no es solo ganar, es tener buenos resultados, que el público quede satisfecho con la actuación y que los atletas se entreguen a la camiseta. Él tiene calidad para agrupar de nuevo a ese conjunto y lograr grandes cosas”.
Su rivalidad con él lo hizo ser mejor atleta.
“Hay cosas esenciales en los resultados de uno: la familia, los amigos, entrenadores, jugadores, pero lo más importante es la rivalidad porque es sinónimo de calidad y sientes la presión por no perder el puesto.
“En aquel momento yo decía ‘si pasé tanto trabajo para integrar el equipo Cuba después ser regular, nadie me lo va a quitar tan fácil’.
“Para desplazarme había que esperar a que me partiera un pie, no es autosuficiencia ni nada por el estilo, pero me sacrifiqué mucho. Anglada siempre estuvo ahí pegado, fue un gran pelotero y yo sabía que si me descuidaba y le daba un chance lo iba a aprovechar.
“Antes en el Cuba había tremenda rivalidad, existían dos o tres jugadores por posiciones igual o mejor que uno y tú sabías que ahí estaban, eso te empujaba a dar lo mejor todos los días, a seguir entrenando más fuerte y a no bajar la guardia en ningún momento. Estuve 12 años en el equipo nacional y me retiré siendo regular en el ‘84”.