Por: Michel Contreras
Alexei Ramírez está otra vez en Cuba. Específicamente en su querido terruño de Pinar, donde ha venido con sus cinco hijos a celebrar las fiestas navideñas y despedir el año.
Pareciera que el tiempo no pasa por él. Con 37 abriles a la espalda, el Pirineo de Taco Taco luce casi idéntico a aquel negro delgado que emigró en 2007 con las Ligas Mayores en la mira. Apenas ha agregado unos tatuajes en los brazos. Poco más.
Cuando lo entrevisté en una visita previa, me sorprendió con esa misma timidez que luce ahora. Después de nueve temporadas en el mejor béisbol del mundo, tras estar en un Juego de Estrellas y llevarse dos Bates de Plata, habla como si no supiera alzar la voz y da la sensación de que preferiría pasar inadvertido.
Sin embargo, no puede. La gente se lo impide. Una y otra vez le solicitan fotos, y él accede con una sonrisa generosa. Es el precio a pagar por contarse entre los grandes peloteros que le han nacido a Cuba.
Quiero empezar por el final: ¿está cerrado el capítulo de Alexei Ramírez en las Grandes Ligas?
-Yo pienso que todavía me quedan balas, como se dice popularmente. Me estoy preparando muy bien en Miami y creo que existen opciones de regresar. Entreno todos los días de lunes a viernes, y juego los fines de semana. Mis reflejos funcionan perfectamente y la velocidad no ha mermado, así que a seguir. Si no me sintiera a tope te aseguro que no estaría preparándome.
Pero tu última campaña dio señales de declive…
-No creo que se debiera a un descenso definitivo en mis condiciones, sino a los altibajos propios de toda carrera deportiva. Después de eso demostré en México que aún puedo jugar a buen nivel en varias posiciones. Inclusive promedié .342 en la primera etapa del campeonato y me seleccionaron para el Juego de Estrellas.
Entonces, ¿todavía no te sientes descartado?
-Para nada. Más que por el décimo año de servicios, mi situación actual me duele porque sé que todavía tengo en el tanque y sueño con que me llegue una segunda posibilidad. Si la vista y las reacciones funcionan, uno puede seguir. El momento de pensar en el retiro es cuando los rollings te pasan a un metro y no les llegas.
¿Cómo evalúas tu trayectoria en la pelota?
-Estoy satisfecho tanto de lo que logré en Cuba como de lo que he hecho en el profesionalismo. A aquellos que creían que no podía les demostré que sí era capaz de rendir a todos los niveles del béisbol.
A veces tengo la impresión de que has sido menospreciado por los especialistas…
-Creo que lo mismo allá que aquí mi nombre se opaca en la oscuridad, como siempre digo. Mis números en la pelota cubana no suelen ser reconocidos a la hora de hablar de rendimientos importantes en Series Nacionales.
¿Qué opinas del reciente acuerdo entre la MLB y la Federación Cubana?
-Me parece que es un paso importante para los jugadores de acá, pero todavía falta por abrirle la puerta al regreso de los jugadores de allá. Los que están en Cuba ya no tendrán que arriesgar sus vidas para jugar en Grandes Ligas y podrán aspirar a altos salarios; sin embargo, los que estamos del otro lado también somos cubanos y nos duele que aún no podamos aspirar a hacer el team Cuba. Yo siempre he dicho que me encantaría a volver a ponerme ese uniforme.
Ahora que la flexibilidad va ganando espacio en el béisbol cubano, ¿te atreverías a jugar otra vez para Pinar?
-Podría ser, porque nada está escrito. Yo soy ciento por ciento pinareño. De hecho, cuando el equipo fue campeón con Urquiola yo estaba entrenando y pedí permiso para poder seguir el juego decisivo, y salté junto con todos los pinareños con el jonrón de Osniel Madera.
¿Te quedaría chiquita la liga?
-No creo, me parece que los que están acá son jugadores como yo. Respeto mucho el campeonato cubano. Aquí me hice pelotero y aquí me acostumbré a trabajar tan fuerte en los entrenamientos que acababa con ampollas; eso después me hizo más fácil el aclimatamiento a las Mayores.
No obstante, muchos sostienen que el talento anda escaso en la Serie Nacional…
-Sí hay talento, lo que no es tan abundante como en épocas pasadas. Yo vi hace un tiempo a dos lanzadores camagüeyanos que me llamaron mucho la atención. Los talentos están; lo que hay que ir a buscarlos en los municipios. Aunque no es menos cierto que varios elementos han bajado bastante aquí, incluyendo la calidad de los terrenos, las luces, el arbitraje…
¿Cuál es la mayor diferencia entre el pelotero que está acá y el que juega en Estados Unidos?
-La profesionalidad de los jugadores. Ellos saben lo que tienen que hacer en cada situación y los cuidados que tienen que tener con su entrenamiento y demás. Allá ningún jugador batea y no corre, porque sabe que va a ser multado y que hay muchos otros jugadores buscando trabajo en las Menores.
Un paréntesis para los Medias Blancas: ¿será que en 2019 habrá un nuevo despegue del equipo?
-Los Medias Blancas siempre han tenido muchos vínculos con Cuba; fíjate que allí jugó el mejor pelotero cubano de todos los tiempos, que para mí es Minie Miñoso. Han pasado muchos cubanos por allí, y ahora tienen a Pito Abreu, Yoan Moncada, Luis Robert (que podría subir este año) y a Yonder Alonso, que acaba de llegar desde Cleveland. El equipo está a punto de dar el gran salto, porque hay muchas figuras jóvenes con demasiado talento.
¿A qué te dedicarás cuando dejes el béisbol?
-Quisiera montar una academia para niños y ojalá pueda hacerlo aquí, en San Cristóbal.
Si tu intención es regresar, debes tener la vista puesta en el Spring Training…
-Ojalá que en enero si Dios quiere algún equipo me invite a los entrenamientos de primavera. Ahora mismo no sé si ocurrirá, pero mi abogado me dice que existen chances de lograrlo. Estoy ansioso por ir allá y resucitar como el Ave Fénix.