Lástima: después de ocho campañas dando la vida por Chicago, Alexei Ramírez ha tenido que irse a San Diego, donde lo contrataron por solamente un año.
El pinareño finalizó 2015 con sus números más bajos de por vida en OPS (.642), average de bateo (.249), OBP (.285) y slugging (.357), además de quedar en 62 empujadas, la segunda cifra menos impresionante en su carrera.
Para colmo, ha perdido galones con el guante, hasta el punto de que su WAR defensivo ha descendido de 20 en 2010 hasta el patético -6 de esta temporada.
Pero Ramírez, de 34 años, pudo gozar de mejor fortuna en su paso por la agencia libre. A fin de cuentas, se trata de un torpedero de todos los días (acumula más de seis años por encima de 154 salidas al diamante), aún es capaz de robar alrededor de 20 bases, y su porcentaje de contacto se ha mantenido en niveles similares a los de su período de esplendor.
Voy con otros elementos. Digo que en más de cinco mil comparecencias al plato ha sido superior a la media con el madero en ristre para su posición, y al campo ha resultado el tercer paracortos de mejor rendimiento desde que debutó en 2008.
Parecía que Chicago optaría por retener al dos veces ganador del Bate de Plata, pero al final los Medias Blancas decidieron prescindir de sus servicios y el cubano, que hace poco me confesó personalmente que se sentía muy a gusto en la llamada Ciudad de los Vientos, deberá hacer los bártulos rumbo a otra franquicia “menor”. Esto es, la actual ocupante de la cuarta plaza de la División Oeste en la Liga Nacional (74-88), con cosecha muy similar a su exequipo (cuarto en el Centro de la Americana con 76-86).
De momento, lo seguro es que se trata de un magnífico movimiento de los Padres, que adquieren a un jugador promedio, experimentado y en salud por un costo que no debe exceder los cuatro millones, a la espera de que en un par de años entre en escena la figura que maduran en su granja, el veinteañero panameño Javier Guerra.
Mientras, Alexei Ramírez tendrá que probar en California –cuyo clima se vislumbra mucho más adecuado para él– que todavía le queda combustible para seguir jugando béisbol en el máximo nivel del universo.